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Debate Demócrata

Sin un choque entre Sanders y Warren, el debate demócrata fue un pulso entre "liberales" y "moderados"

La expectativa era que en Detroit la senadora por Massachussets y su colega por Vermont, dos de los punteros en las encuestas, se enfrentaran por el favor de los más progresistas del partido, el grupo donde están sus apoyos. No pasó así.
31 Jul 2019 – 12:34 AM EDT
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En la primera jornada del segundo debate presidencial demócrata no se vió ese ‘choque de trenes’ entre los senadores Bernie Sanders que algunos presagiaban y esperaban.

Al contrario, en buena parte del evento ambos senadores parecieron formar un frente único contra otros de los precandidatos que cuestionaron sus propuestas políticas “extremas”. La posición que les tocó ocupar, situados uno al lado del otro en el centro del escenario, ayudó a reforzar visualmente la sensación de grupo bajo asedio que se vio en las casi tres horas que duró el careo. El cariñoso saludo que se dieron al inicio del debate hablaba de sus coincidencias ideológicas y su amistad.


El debate realizado en Detroit, Michigan, por CNN, fue un enfrentamiento entre los dos punteros en las encuestas, considerados por algunos como “extremistas” y varios aspirantes que se describen a sí mismos como “progresistas moderados”.

El campo de batalla quedó definido desde las declaraciones iniciales, cuando el excongresista John Delaney y el exgobernador de Colorado John Hickenlooper usaron sus declaraciones de apertura para atacar las propuestas que han hecho Sanders y Warren, particularmente en materia de salud. Y en ese punto los atacados todavía no habían hablado.

Los traumas del pasado

La posición de los “moderados” -grupo en el que también estuvo el congresista Tim Ryan y el gobernador de Montana Steve Bullock, quien por cierto tuvo su primera aparición en los debates- es que las políticas de los “extremistas” facilitará la reelección del presidente Donald Trump en noviembre de 2020, y la afirmación contó con respaldo histórico.

Hickenlooper recordó que en las decenas de puestos en la Cámara de Representantes que los demócratas lograron arrebatarles a los republicanos en las elecciones de mitad de período de 2018, ninguno de los vencedores tuvo una plataforma que compartiera las políticas de los senadores.

Pero Delaney se remontó más atrás, recordando dolorosas derrotas demócratas de las últimas décadas. “Eso fue lo que pasó con (George) McGovern. Eso fue lo que pasó con (Walter) Mondale. Eso fue lo que pasó con (Michael) Dukakis”, dijo, enumerando a los candidatos que presentó el Partido Demócrata en 1972, 1984 y 1988.

Más adelante, en uno de esos intercambios con Warren, Delaney afirmó que “los demócratas ganan cuando competimos con soluciones reales, no promesas imposibles, no cuentos de hadas económicos”.

Algo que dio pie a Warren para rebatirlo con una de las frases memorables de la jornada: “No entiendo por qué alguien se mete en todo el problema de competir (por la presidencia) para hablar de lo que realmente no podemos hacer y por lo que no deberíamos luchar”.

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Salud e inmigración

El primer tema tratado en la noche ya dejó patente la diferencia entre bandos.

Sanders y Warren tuvieron que soportar la andanada de sus colegas por sus propuestas de ‘Medicare para Todosl’, un plan de salud que implicaría la creación de un sistema público manejado por el gobierno (como es el caso en todos los países desarrollados, e incluso en naciones menos desarrolladas).

El representante Ryan estuvo de acuerdo con la posición expresada por Delaney de que eliminar los seguros privados, como propone Sanders, era injusto con personas que, a través de sus empleos o sindicatos, gozan de buenos servicios médicos.

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Salud e inmigración dominan el segundo debate de precandidatos demócratas para la presidencia 2020


Sanders aseguró que eso no iba a pasar y cuando Ryan musitó “Eso no lo sabes, Bernie”, el senador respondió: “Si lo sé porque yo escribí la maldita ley”, arrancando aplausos de la audiencia (que por cierto no siguió en ningún momento las recomendaciones de los moderadores de que se mantuvieran callados, sin explosiones de fervor para facilitar la marcha del debate).

La salida de Sanders fue tan exitosa entre sus seguidores que a los pocos minutos su campaña estaba promocionando la venta de un nuevo ‘sticker’ para el auto con la frase a cambio de una donación, cualquiera fuera el monto.

Luego vino el tema de inmigración. Sanders y Warren coincidieron en que es necesario “descriminalizar” el ingreso de indocumentados al territorio para, entre otras cosas, acabar con la política de separación de familias que puso en práctica el gobierno de Trump con su estrategia de ‘tolerancia cero’.

Pero el resto de los aspirantes, con el exrepresentante texano Beto O´Rourke y el alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg, reiteraron su posición de que eso sería contraproducente porque aumentaría la presión en la frontera.

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Los candidatos demócratas se plantan ante el supremacismo y las desigualdades raciales

“Atajo de socialistas locos”

Sin entrar directamente en el pulso entre moderados y liberales, el alcalde Buttigieg, sintetizó la línea que muchos quizá hayan pensado y no se hayan atrevido a expresar al decir que no se iban a resolver los problemas que enfrenta el país con los mismos políticos e ideas que han estado en Washington desde antes de que él nació.

“La única razón por la que tenemos este presidente es por lo ‘normal’ no funcionó”, dijo Buttigieg al preguntarse retóricamente por qué había podido ganar la Casa Blanca una persona que él y los demócratas consideran incapaz política y moralmente para gobernar el país.


Buttigieg aconsejó a sus colegas no preocuparse por la manera cómo los van a presentar desde el Partido Republicano porque “Si abrazamos una agenda de izquierda van a decir que somos un atajo de socialistas locos. Si abrazamos una agenda conservadora, ¿saben lo van a decir? Van a decir que somos un atajo de socialistas locos”.

Habrá que esperar a conocer las encuestas en los próximos días para saber cómo quedaron los candidatos y qué cosas escucharon los electores que les hayan resultado atractivas o interesantes, pero puede decirse que al final del debate ninguno de los aspirantes logró destacar demasiado del pelotón.

Warren y Sanders salieron ratificados como líderes del grupo. Aunque sus propuestas son similares, los estilos se diferencian: el senador por Vermont más vehemente y combativo (incluso agresivo con algunos de sus compañeros de podio), mientras que la senadora demócrata suena más afable, aunque igualmente firme en sus argumentos.

Buttigieg, Delaney y Bullock lograron tiempo para exponerse ante el público, una misión imprescindible para los dos últimos si quieren seguir con vida para el próximo debate (el tercero lo organizará ABC y Univision en Huston a mediados de septiembre).

Se podría hacer una excepción basada en la intuición: la escritora y ‘outsider’ política Marianne Williamson logró descollar como una candidata más “sería” de lo que puso parecer a muchos en el primer debate realizado en Miami.

Como muestra quedan los varios aplausos que arrancó del público al final de varias de sus intervenciones, en las que quedó claro que ella no estaba en ninguno de los bancos en pugna y que es precisamente la carta que presentó en Detroit para asegurar a los demócratas que ella es la única que podría derrotar a Trump.


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