Ojo Los Ángeles: surgen más evidencias de que los Juegos Olímpicos no solucionan los problemas de tu ciudad

Dejemos a un lado el caótico presente de Gran Bretaña y remontémonos por un segundo a los Juegos Olímpicos de 2012. Entonces parecía una edad dorada. Atrayendo la atención del mundo sobre una decaída área del Este de Londres, los Juegos tuvieron éxito en promover una imagen de eficiencia y diversidad no solo de la ciudad sede, sino también del país.
Hoy, en cambio, el éxito está siendo cuestionado. Londres realmente intentó, pero no fue suficientemente efectivo en crear instalaciones sustentables a largo plazo. El evento deportivo sí funcionó para difundir la ‘marca’ del tradicionalmente más pobre sector este de la ciudad. A su vez, creó empleos, pero solo al corto plazo. La pregunta que sigue rondando es los beneficios a largo plazo para los vecindarios relativamente desfavorecidos que rodean el estadio. Un nuevo estudio revela una verdad algo descarnada: para los residentes en estos barrios, los Juegos fueron un fracaso.
Publicado por el Comité de Restauración de la Asamblea de Londres, el informe es bastante negativo desde el principio:
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Ahora bien, el informe tampoco muestra a esa área capitalina como un sombrío páramo. Sin embargo, observando el plan de 2010 del gobierno británico para el legado olímpico y paralímpico, es claro que las mejoras previstas en las condiciones de vida locales no se han materializado, al menos no abrumadoramente.
El citado documento mide estos objetivos a partir de una evaluación de convergencia: esto es, la proporción en que los seis distritos sede se comparan con toda la ciudad. En específico, el estudio se enfoca en una serie de indicadores que van, desde la educación y la vivienda, hasta la salud y la esperanza de vida.
Hay, por supuesto, algunos hechos positivos que destacan . Todas las metas educativas para los distritos en cuestión fueron satisfechas ya, y las que no, lo serán para 2020. Entretanto, la brecha referida a los resultados en los exámenes y en etapas educativas clave se ha reducido, al tiempo que los niveles educativos y de desarrollo de estudiantes con edades comprendidas entre 5 y 11 años son ahora tan próximos a la media de la ciudad que la brecha, alguna vez anchísima, será pronto tan estrecha como el ojo de una aguja. Si los Juegos constituyeron un catalizador de este mejoramiento es, sin embargo, discutible, dado que se está dando una mejoría educacional a lo largo de todas las áreas de bajos ingresos de Londres.
En otras zonas, en cambio, hay síntomas de mejora, aunque muy por debajo de lo esperado. Así como con la pobreza y la educación, esta zona tiene brechas en materia de esperanza de vida y en el número de personas sin habilidades profesionales. Ambas mejoraron, pero muy por debajo de lo que se había previsto. Otros indicadores clave, como el desempleo, los niveles de ingreso y la propia esperanza de vida sugieren lo que el informe denomina ‘efecto yo-yo’, es decir, fluctuaciones anuales pero verificándose en un cambio aparente y pequeño en la dirección de las mejoras permanentes.
Y, en ciertas áreas, las cosas son incluso peor. La brecha en cuanto al ingreso medio entre los seis distritos y el resto de la ciudad se ha ampliado. Mientras, la proporción de residentes en estos vecindarios no vinculados a actividades deportivas ha crecido, como lo ha hecho la preponderancia a la obesidad entre los niños.
Entonces, ¿cómo podemos explicar estas deficiencias? ¿Pudiera ser que algún aspecto clave del plan para el legado olímpico y paralímpico fuera modificado a través del tiempo, alterando los resultados? ¿O es solo que los cambios que están teniendo lugar en el Este de Londres –tanto malos como buenos– pudieron haber sido acelerados por la celebración de los Juegos pero no alterados, de forma notable, después de celebrados los Juegos?
Esto último parece probable. Si nos alejamos del caso específico de Londres 2012, la evidencia sugiere que los grandes eventos deportivos nunca logran, realmente, capitalizar las promesas de impulsar las economías locales. Investigaciones de la entidad What Works Centre For Local Economic Growth, perteneciente al gobierno británico, examinó 36 evaluaciones de impacto relativas a ciudades anfitrionas de eventos deportivos en países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). Aquí va una conclusión:
No es que estos eventos no generen efecto alguno. De hecho, con frecuencia han creado un aumento de las exportaciones y el turismo, aunque básicamente a corto plazo. La construcción de las instalaciones incrementó el valor de las propiedades locales, un beneficio para los dueños, pero un desastre para los arrendatarios locales de bajos ingresos. Ese fue justamente el caso de los habitantes del Este de Londres, muchos de los cuales se vieron obligados a desplazarse por el aumento de las rentas desde 2012. Pero, en general, el efecto de un evento en ámbitos como el empleo indirecto es comúnmente menos dramático de lo previsto. Es por ello que las promesas y el entusiasmo que suelen acompañar a los proyectos para desarrollar eventos deportivos son, las más de las veces, palabras vacías, sugiere Tom Forth, analista principal de datos en The Data City:
Ahora bien, si aceptamos esta hipótesis, el mensaje es duro. L os eventos deportivos pueden traducirse en mejores servicios de transporte público, en una más abarcadora infraestructura deportiva y en un aumento de los índices de empleo a corto plazo. Pero cuando los anfitriones comiencen a blasonar de la transformación social de sus ciudades, jurando acabar con la pobreza y prometiendo disparar la tasa de empleo, tenemos ahora más razones para permanecer escépticos. El caso de Londres puede ser frustrante, pero no debería sorprender a nadie.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.