El juego de tronos de Randall Stephenson, el hombre detrás de la compra de Time Warner

Primero hay que trasladarse a Martha's Vineyard. En el destino de veraneo de los más prominentes del who’s who de Nueva York y Nueva Inglaterra, en los primeros días de agosto, Glenn Hutchins, cofundador de la firma de capital privado Silver Lake y miembro del consejo de AT&T tuvo como invitados en su residencia a Peter Chernin, afamado banquero de Hollywood, y a Randall Stephenson, CEO de AT&T.
Lo que ahí se conversó, itido por el propio Chernin, desembocó en una travesía jurídica de poco más de dos meses para culminar en el reciente anuncio de adquisición de Time Warner por parte de AT&T por unos 85,000 millones de dólares. Chernin había conversado anteriormente con una persona muy allegada a Jeff Bewkes, CEO de Time Warner. Ahora se sabe que la urgencia de la negociación obedecía igualmente al temor de la firma de telecomunicaciones de que se le adelantara en la pretensión alguno de los gigantes californianos, como Alphabet (corporativo de Google) o Apple.
Stephenson puede tener una mente estratégica privilegiada o bien ser simplemente un funcionario corporativo muy habilidoso. Lo cierto es que, como apunta Bloomberg, en los últimos 15 años este personaje ha estado metido en acuerdos por unos 200 billones de dólares. Sí, leyó bien: $200 billones.
Pero más allá de las operaciones anteriores, con esta nueva aventura–sujeta aún a las autorizaciones pertinentes de las autoridades de competencia-, Stephenson, oriundo de Oklahoma, se transformará de la noche a la mañana no sólo en el mandamás de un gigante de las telecomunicaciones, sino en un glamoroso titán de los medios. Ciertamente, habrá que ver si la legislación les acompaña en la engorrosa parte final del proceso.
Y es que, como también subraya Bloomberg, hay un ambiente político que quizá no propicia el home run de Stephenson: las primeras noticias generadas de este potencial acuerdo se convirtieron en titulares nacionales y provocaron reacciones de ambos candidatos presidenciales. "Hillary Clinton urgió a los reguladores a escrutinar esta operación, mientras Donald Trump sugirió que la rechazará si él queda elegido". Y también lo hizo la competencia, como Walt Disney Co: "Una transacción de esta magnitud obviamente garantiza un escrutinio regulatorio muy cercano".
Lily y Rabbit se columpian entre Dallas y Nueva York
Al mejor estilo de las encomiendas corporativas que se pretenden mantener en el cajón de los secretos, tanto AT&T como Time Warner bautizaron con un nombre código a esta magna operación. Para el primero fue Lily; para el segundo, Rabbit.
Pero, ¿quién es realmente Randall Lynn Stephenson? Nació un 22 de abril de 1960 en Oklahoma City. Egresado de la University of Central Oklahoma y con un MBA de la Universidad de Oklahoma, inició su travesía profesional a comienzos de los 80 en la telefónica Southwestern Bell Co (SBC) en su propia ciudad natal. Luego de escalar peldaños, en los 90 tuvo una asignatura internacional en la Ciudad de México con esa misma compañía. Volvió a Estados Unidos a comienzos de este siglo ya como el timonel financiero de SBC en Dallas, Texas. Desde ahí, y ya a cargo de las operaciones completas de la firma, fue el gran orquestador de la adquisición de AT&T en 2005. Dos años después fue nombrado el sucesor de Eduardo Whiteacre como CEO del coloso de las telecomunicaciones.
Su trayectoria no está exenta de escándalos. El que más trascendió, pero que se desmintió a diestra y siniestra, tuvo que ver con un episodio en el que incluso se habló de que había muerto tras estar en coma, luego de una gran fiesta en su mansión de Mississippi con strippers masculinos y una sobredosis de cocaína. La noticia era falsa, pero AT&T provocó que el sitio 4Chan, desde donde el tema llegó incluso a CNN, estuviese fuera de línea por algún tiempo.
Lo que sí sabemos ahora, y no es un rumor, se debe también a otra investigación de Bloomberg: esos años en México, a mediados de los 90, le acercaron (y mucho) al hombre adecuado: el magnate Carlos Slim.
¿Mentor y protector mexicano?
"Para entender qué condujo a Randall Stephenson a hacer el acuerdo de su vida, uno tiene que retroceder dos décadas a una oficina en la Ciudad de México. Ahí estaba Stephenson, la estrella en ascenso de SBC, a un lado de Carlos Slim. Se volvieron amigos. Y Stephenson le aprendió al mexicano el hábito de mirar obsesivamente la lista-target, rutinariamente actualizada en valores de mercado, de potenciales adquisiciones”, dicen en un artículo Geri Smith –periodista estadounidense con larguísima trayectoria en medios financieros y sede continua en México- y Scott Moritz, periodistas de Bloomberg.
Era la famosa libreta de Slim. Uno de los tesoros más preciados de su oficina, que suele mostrar –sin lujo de detalle, por supuesto- a invitados especiales y periodistas que logran llegar hasta ahí, sobre todo para confirmarles que, siendo apenas un adolescente, mientras sus amigos jugaban en las calles con una pelota, él maquinaba todo lo que debiera hacerse para poder comprar un banco. Ese banco era Banamex. Y aunque el magnate nunca lo adquirió, la base de sus análisis fue valiosa para la creación de su propio grupo financiero: Inbursa.
Slim fue su mentor y su protector durante aquellos años. Mucho tiempo después, en 2015, Stephenson volvió por un instante a México, sólo para confirmar la adquisición de Lusacell, Unefon y Nextel, triunvirato de telefónicas que le pretendían –casi inútilmente- competir al Telcel de Slim.
¿Continuó la buena relación? Por la propia historia de Bloomberg en cuestión sabemos que Slim estuvo presente hace unos años en la boda de la hija de Stephenson. Pero de ahí en fuera nada. Y el propio timonel de AT&T lo confirma: "Extraño a Carlos Slim. Muy pocas veces en la vida uno está en o con personas tan filosamente inteligentes y que son grandes emprendedores. Uno aprende muchísimo de gente así. Y cuando ya no lo tienes al lado, es evidente que lo extrañas".
El protegido, el aprendiz, ahora hace una movida temeraria. Slim, por supuesto (que dicho sea de paso, ha sido mencionado por Trump como alguien que está metiendo las manos en la elección presidencial de modo ilegal a través del diario The New York Times), ya no está a prueba. Pero estará por verse en el futuro cercano si Stephenson se encuentra en esas grandes ligas.
Nada mal para un chico de Oklahoma.
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