Vacíos y majestuosos: los edificios abandonados más sensacionales de Estados Unidos

¡Ah, lo maravilloso que es ser un empresario de bienes raíces en los albores del siglo XXI! ¡Los estupendos recortes de impuestos! ¡El desprecio público! Pero, más que todo, ¡las infinitas oportunidades de vender como pan caliente y de reequipar las diversas y maravillosas propiedades vacantes de Estados Unidos!
Así que si dispones de un millón de dólares para entretenerte un rato, hoy puedes hallar un país plagado de notables edificaciones vacías, víctimas del deterioro y el olvido, esperando por acaudalados empresarios con grandes ilusiones. Aquí van cinco de nuestras favoritas.
El “Edificio Superman”, en Providence, Rhode Island

Reading Tom/Flickr
Construido en 1928 como el Industrial Trust Building, este precoz rascacielos estilo art déco ha sido por mucho tiempo conocido como Superman Building (Edificio Superman), debido a un (equívoco) rumor de que habría servido como el modelo de casa del Daily Planet Building (el periódico comúnmente asociado al héroe animado) en la historieta.
Con 428 pies de altura, es una referencia simpar en el centro de Providence. El edificio de oficinas, de unos 26 pisos, está rematado con un faro verde brillante que sobresale en una torrecilla decorada que, ciertamente, le confiere un aire de época dorada de los cómics (durante la crisis energética de 1973, el faro fue apagado para ahorrar electricidad). Pero la torre más alta de Rhode Island ha demostrado ser difícil de vender para High Rock Development , la compañía que la compró en 2008 por 33 millones de dólares.
El último arrendatario, Bank of America, migró en 2013, y, desde entonces, la instalación quedó vacía, aunque High Rock tiene una propuesta para transformarlo en un edificio de apartamentos de lujo, con negocios minoristas en la planta baja. Para ganar apoyo, la Sociedad de Preservación de Providence está gestionando una serie de recorridos públicos gratuitos a través del icónico edificio.
El edificio Longaberger, en Newark, Ohio

Barry Haynes/Wikimedia Commons
A la compañía Longaberger, fabricante de cestas, cerámicas vitrificadas, hierro forjado y artículos del hogar –y que emplea, para su venta, el marketing directo–, le iba tan bien a mediados de los noventas que construyó un colosal edificio en forma de cesta para que funcionara como su sede corporativa.
Esto resultó ser una mala apuesta: al poco tiempo las ventas mermaron, se hicieron recortes de personal y, ahora, pues tienen que lidiar con esta enorme cesta vacía de 7 pisos, de la que mi colega Mark Byrnes se maravilló hace ya varios meses.
Recientemente, la compañía Bloomberg se sumó a los esfuerzos por vender la relativamente nueva estructura y halló que tenía un precio de entrada de 5 millones de dólares, o dicho para que se comprenda mejor, de 28 dólares el pie cuadrado.
La forma “esencialmente de cesta” del edificio no es, después de todo, el mayor obstáculo interpuesto a su venta, según sostienen expertos en bienes raíces. Sí lo es, en cambio, su remota ubicación, a unas 40 millas de la ciudad más cercana: Columbus.
La Torre Martin, en Bethlehem, Pennsylvania

Robot Brainz/Flickr
Un similar de arrogancia corporativa debió de experimentar la empresa siderúrgica Bethlehem Steel en 1969, cuando el emporio industrial comenzó a construir sus oficinas centrales en un edificio de muchos pisos que dominaría totalmente el modesto horizonte de Bethlehem, Pennsylvania.
Sobria y austera edificación de estilo Internacional, la Torre Martin de 21 pisos sigue siendo la más alta del Valle Lehigh, aunque Beth Steel es cosa del pasado. Después de conseguir cifras récords de ganancias en los sesentas y setentas, el gigante de acero cayó en bancarrota en 2001 y desocupó la torre en 2003.
En vano han sido desde entonces los esfuerzos por atraer nuevos arrendatarios, y la rezonificación ha abierto las puertas a una futura y posible demolición, pese a la inclusión del edificio (en 2010) en el Registro Nacional de Lugares Históricos y el apoyo de los residentes que aman el enclave. ¿Se te ocurre alguna idea para reutilizarlo? Se aceptan propuestas en la página en Facebook “Save Martin Tower”.
La Estación Central de Michigan, en Detroit
Joseph Novak/Flickr
Acaso la más significativa de las estaciones abandonadas en un país repleto de este tipo de instalaciones, la descomunal Estación Central de Detroit fue considerada la más grande del mundo cuando abrió sus puertas en 1914.
De hecho, hubo un tiempo en que cerca de 3,000 personas trabajaban en la torre de oficinas que se levanta por sobre la terminal ornamentada al estilo Beaux Arts (francés para Bellas Artes). Pero fue condenada por una época nada propicia, por su mala ubicación y por los autos privados que la ciudad empezó a producir hasta el delirio: los constructores de la estación la diseñaron para ser accesible a los tranvías, de modo que quedaba bien lejos del centro de Detroit, lo que probó ser un error cuando estos tranvías desaparecieron.
Los últimos pasajeros de tren circularon en 1988 y, como en buena medida pasó también con el resto de la ciudad, la instalación inició una demorada decadencia hacia la decrepitud fotogénica. Sus propietarios actuales han asegurado que renovarán el edificio: recientemente, fueron reemplazadas las más de mil ventanas de la estructura, y varios planes de reutilización han venido sonando, incluidos el de un casino, un centro de convenciones y una estación de policía. Sin embargo, su papel hoy día consiste en modelar para el movimiento fotográfico conocido como ruin porn, los videos de Eminem y las distópicas películas de acción.
El Estadio Marino de Miami, en Florida
Bob B. Brown/Flickr
Las locaciones deportivas –estructuras colosales, construidas especialmente para la realización de algo, y solo de ese algo- se cuentan entre los grandes desafíos del reciclaje adaptable, razón de más para que la mayoría sean derrumbadas de inmediato, luego de que el equipo en cuestión se busque nuevo estadio.
El estadio Astrodome de Houston, por ejemplo, se aferra a la vida gracias a su histórico papel como el primer domo moderno propiamente dicho, autoproclamado Octava Maravilla del Mundo y otras alocadas propuestas de renovación que circulan por ahí, como Kriston Capps reportó aquí el año pasado.
Sin embargo, en materia de tranquilidad y frescura, es difícil superar al Estadio Marino de Miami, diseñado por el arquitecto cubano Hilario Candela y construido en 1963 para acoger carreras de lanchas. Presume de tener “el mayor tramo de hormigón armado en voladizo del mundo”, según la Fundación Nacional para la Preservación Histórica, la cual se ha mostrado activa en la lucha por rescatar la instalación costera, con aforo para 6,500 personas (aquí, un recorrido fotográfico formidable combinado con elementos históricos del complejo, ofrecidos por CityLab en 2012.)
Un plan (coliderado por la cantante Gloria Estefan) para la renovación y redesarrollo del área, por 121 millones de dólares, fracasó en 2014. Ahora la fabricante de cervezas Heineken ha reforzado su apoyo a los más recientes esfuerzos de convertir el lugar en una instalación de conciertos única de su tipo.
¿Alguna sugerencia o pista de otras edificaciones vacías? Déjanos saber en los sus comentarios.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.