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    El símbolo en el que Trump quiere convertir a Harvard

    En su enfrentamiento con Harvard, la universidad más antigua y prestigiosa del país, el gobierno de Donald Trump ha evidenciado que quiere que sirva de "advertencia" al sector de lo que les puede pasar si no se alinean con los deseos de la Casa Blanca.
    Publicado 29 May 2025 – 05:31 AM EDT | Actualizado 29 May 2025 – 10:27 AM EDT
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    El gobierno de Donald Trump quiere hacer de Harvard un símbolo, una "advertencia" de lo que puede suceder a universidades y otros centros educativos si no cumplen con las exigencias de cambios istrativos y académicos que les hacen con el argumento de combatir el supuesto antisemitismo que, asegura, se ha adueñado de esas instituciones.

    Al comienzo de su segundo gobierno, Trump ordenó la creación de una unidad para “eliminar” lo que asegura que son actividades antisemitas en las universidades estadounidenses y puso a varias de ellas bajo supervisión por supuesta violación de la Ley de Derechos Civiles, entre ellas Harvard y Columbia.

    Las protestas del año anterior en los campus de esas universidades en solidaridad con la población palestina que desde octubre de 2023 está sometida a indiscriminados bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza generaron indignación entre los republicanos, que convocaron a varios directivos de universidades a tensas interpelaciones en el Congreso. Eso puso el asunto en el radar de la campaña de Trump.

    Con el argumento de combatir el antisemitismo, el gobierno exigió las universidades identificar a todos los estudiantes extranjeros que participaron en las manifestaciones, hacer cambios al sistema de isiones y contrataciones, además de alterar sus programas de estudios para erradicar lo que considera que son enseñanzas antisemitas, antiestadounidenses y promotoras de políticas diversidad, equidad e igualdad, que considera discriminatorias.

    "Harvard tuvo muchas oportunidades de hacer lo correcto"

    Mientras la Universidad de Columbia ha acogido algunas de las solicitudes de la Casa Blanca y ha logrado bajar su perfil en la polémica en un intento por negociar el restablecimiento de los fondos federales que le habían sido congelados, Harvard decidió plantarse en defensa de su autonomía académica, la que asegura que está en peligro por las acciones del gobierno.

    En consecuencia, la istración congeló más de $2,000 millones en becas y contratos de investigación en abril y, más recientemente, ordenó revocar la autorización de la universidad para matricular estudiantes internacionales. La universidad ha demandado al gobierno federal por ambas acciones.

    “Harvard tuvo muchas oportunidades de hacer lo correcto. Se negó. Perdieron su certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio por no cumplir con la ley. Que esto sirva de advertencia a todas las universidades e instituciones académicas del país”, se lee en el comunicado de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, anunciado la medida, que fue bloqueada temporalmente por un juez federal.

    Como indica el comunicado de Noem , las acciones del gobierno contra Harvard buscan servir de "advertencia" al resto del sector educativo. El presidente quiere hacer de Harvard un símbolo, aunque no está claro por qué escoge para eso a la universidad más antigua y prestigiosa del país.

    Lo de Harvard no tiene nada que ver con Barron Trump


    En redes sociales circuló una teoría de que el empeño del mandatario se debe a que su hijo menor, Barron, no fue aceptado en la universidad, algo que fue negado por la oficina de la primera dama, Melania Trump, explicando que "Barron no solicitó ingreso a Harvard, y cualquier afirmación de que él, o alguien en su nombre, lo haya hecho es completamente falsa".

    Para algunos, el desafío de Harvard le viene bien a la Casa Blanca para reforzar su retórica populista con la que alimenta a la base de seguidores de Trump, mientras sigue presionando al resto del sector para que se alinee con las políticas que busca imponer.

    "No conozco del todo las motivaciones, pero sí sé que hay personas que están librando una batalla cultural. No sé si eso es lo que impulsa a la istración. No les gusta lo que ha sucedido en los campus, y a veces no les gusta lo que representamos", dijo esta semana el presidente de Harvard, Alan Garber, en una entrevista con la Radio Pública Nacional (NPR).

    Garber toma por buena la "explicación" que se entiende del comunicado de Noem, afirmando que se trata de una advertencia para todo el sistema educativo.

    "Bueno, lo dijeron y tengo que creerlo, y lo he repetido yo mismo. Y así lo entienden los demás líderes de otras universidades con los que he hablado. Es una advertencia. Lo interpretan como un mensaje: si no cumplen con lo que exigimos, estas serán las consecuencias", dijo Garber.

    Harvard, ese elitista símbolo de la "resistencia"

    La pelea con Harvard y otras instituciones de la llamada "Ivy League" (las universidades más prestigiosas del país, ubicadas en la costa del noreste y que son conocidas por su proceso de isión altamente selectivo, su excelencia académica) se enmarca también en la "guerra cultural" que enfrenta a liberales y demócratas en EEUU.

    Harvard es la más prestigiosa y antigua de todas (adoptó su nombre en 1639, es decir, 137 años que la fundación de EEUU).

    Aunque gracias a su sistema de isiones y becas, las Ivy League reciben estudiantes de todos los sectores sociales, al final son consideradas "elitistas", alejadas de las preocupaciones de la población general, sobre todo de quienes viven en el centro del país, que tienden a ser más conservadores que quienes habitan en las costas.

    Quienes critican a la academia afirman que se inclinan mucho hacia la izquierda. En el caso de Harvard, más del 77 % del profesorado se identificó como "muy liberal" o "liberal", un 4% como conservador y 20% moderado, según la encuesta anual que realiza la Facultad de Artes y Ciencias y publicada por The Harvard Crimson, el diario de la universidad.

    Es una característica que aprovecha la Casa Blanca al explotar el posible rechazo o la indiferencia que genera la pelea entre las universidades y el gobierno para quienes sienten que es un sector cuya suerte no les incumbe y cuyo trabajo no perciben que los beneficie.

    “Necesitamos más aprendices, electricistas, fontaneros en nuestro país y menos graduados LGBTQ de la Universidad de Harvard, y esa es la postura de esta istración”, dijo a Fox News la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, al explicar una supuesta estrategia de la Casa Blanca de retirarle fondos a Harvard para usarlos en escuelas de formación profesional.

    Sin embargo, no está claro que esos dineros puedan trasladarse de esa manera y aunque Garber, el presidente de Harvard, reconoce que el Ejecutivo puede reasignar sus presupuestos, se pregunta quién hará el trabajo de investigación que el gobierno federal deja en manos de las universidades.

    "El dinero que se destina a las universidades de investigación en forma de subvenciones y contratos (...) se utiliza para financiar el trabajo que realizamos a instancias del gobierno. Por lo tanto, al reasignarlo a otro uso, como las escuelas de oficios, significa que el trabajo simplemente no se realizará. Por lo tanto, la pregunta correcta es: ¿es este el uso más efectivo de los fondos federales?", dijo Garber a NPR.

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