Cómo el aluvión de órdenes ejecutivas de Trump limita la capacidad de respuesta del poder judicial de EEUU
Gobiernos estatales, grupos comunitarios, organizaciones sin ánimo de lucro y ciudadanos de a pie han presentado un gran número, cada vez mayor, de demandas federales contra el aluvión de órdenes ejecutivas y declaraciones políticas del presidente Donald Trump. Algunas de sus medidas han sido suspendidas por los tribunales federales, al menos temporalmente.
Como estudioso de las cortes federales espero que los tribunales sean de ayuda limitada para navegar a través de este complicado nuevo panorama político.
Uno de los problemas es que, en los últimos años, la Corte Suprema de Estados Unidos se ha inclinado claramente hacia la derecha y ha aprobado anteriores intentos de ampliar los poderes de la presidencia.
El problema de confiar en la ayuda de los tribunales va más allá de la ideología y de que los jueces de derecha acompañen a un presidente de derecha, como ocurrió en el primer mandato de Trump.
Uno de los problemas es la velocidad: la istración Trump se mueve mucho más rápido de lo que lo hacen, o incluso pueden hacerlo, los tribunales. El otro es la autoridad: la capacidad de las cortes para obligar al gobierno a actuar es limitada, y también lenta.
Y eso sin tener en cuenta las declaraciones de Trump, el vicepresidente JD Vance y el “empleado especial del gobierno”, el multimillonario Elon Musk. Los tres han indicado que están abiertos a ignorar las sentencias judiciales e incluso han amenazado con buscar la destitución de los jueces que dictaminen de forma que no les guste.
La velocidad con la que actúa el gobierno, una complicación para detener a Trump
Musk ha sido puesto al frente de los esfuerzos de la Casa Blanca por recortar los servicios gubernamentales, tanto en cantidad de gasto como en alcance.
El derecho constitucional es claro: el poder ejecutivo no puede, por sí solo, cerrar o clausurar una agencia federal que haya sido creada por el Congreso, ese es el trabajo del Congreso, pero Trump y Musk están tratando de hacerlo de todos modos, incluso declarando que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), establecida por el Congreso, será cerrada y echando a los empleados de las oficinas de la agencia en Washington, D.C.
La estrategia de la istración, al parecer, es el viejo mantra de las empresas tecnológicas: “muévete rápido y rompe cosas”. Los tribunales estadounidenses no se mueven con la misma rapidez, ni pueden hacerlo por diseño.
Un caso puede tardar años en pasar por los tribunales inferiores hasta llegar a la Corte Suprema. Esto es así por diseño.
Las cortes son de naturaleza deliberativa. Tienen en cuenta múltiples factores y pueden participar en varias rondas de deliberación e investigación antes de llegar a una resolución final. En cada fase, los abogados de ambas partes tienen tiempo para exponer sus argumentos. Incluso cuando un caso llega a la Corte Suprema,como probablemente ocurrirá con muchas de estas demandas, puede tardar meses en resolverse por completo.
En cambio, las acciones de Trump y Musk se producen en cuestión de días. Para cuando un tribunal resuelva finalmente un asunto que ocurrió a finales de enero o principios de febrero de 2025, la situación puede haber cambiado sustancialmente.
Por ejemplo, consideremos el intento de cerrar la USAID. En el espacio de una semana, la istración Trump puso a la mayoría de los trabajadores de la agencia en licencia istrativa y detuvo los ensayos médicos en el extranjero, lo que incluyó la pausa de tratamientos que salvan vidas.
En el momento de redactar este texto, un juez de distrito bloqueó temporalmente la orden que ponía a los trabajadores de USAID en licencia, pero incluso si los tribunales finalmente concluyen dentro de varios meses que las acciones de la istración Trump con respecto a USAID fueron ilegales, podría ser imposible reconstituir la agencia como solía ser.
Por ejemplo, muchos trabajadores pueden haberse desmoralizado y buscado otro empleo. Habría que contratar y formar a nuevo personal para sustituirlos. Los contratos rescindidos, invalidados o caducados tendrían que renegociarse. Y los países y comunidades que habían recibido ayuda de USAID podrían estar menos comprometidos con los programas renovados, por temor a que los servicios volvieran a cortarse.
Trump intenta diferentes tácticas pese a bloqueos de las cortes
Cuando los republicanos no estaban de acuerdo con alguna de las medidas ejecutivas de Joe Biden, por ejemplo, su plan de condonación de la deuda estudiantil, acudían a los tribunales federales para obtener mandamientos judiciales de ámbito nacional que detuvieran la aplicación del plan.
Pero las medidas cautelares no serán tan útiles dado el reciente libro de jugadas de Trump. Un tribunal que bloquea una orden no es suficiente para impedir que la istración intente diferentes tácticas.
En 2017, las cortes bloquearon las dos primeras versiones de la prohibición de Trump de permitir la entrada a Estados Unidos desde países musulmanes, pero finalmente permitieron que entrara en vigor una tercera versión.
La estrategia de moverse rápido y romper cosas tiene éxito si la otra parte, o incluso el proceso de reparación, no puede seguir el ritmo de todas las diferentes estrategias. Los tribunales pueden formar parte de la estrategia para preservar la Constitución, pero no pueden ser sus únicos defensores.
Y si se bloquea un ataque contra una agencia, la istración de Trump puede intentar tácticas similares o diferentes contra otras agencias.
Los jueces ya están expresando su preocupación por que la istración Trump pueda incumplir las órdenes
Los investigadores han argumentado que las medidas cautelares emitidas por los tribunales funcionan principalmente para impedir que el gobierno haga algo, no para obligar al gobierno a hacer algo. Los jueces ya están expresando su preocupación por que la istración Trump pueda incumplir las órdenes de detener la congelación de fondos.
Por ejemplo, un juez federal de distrito de Massachusetts ha ordenado al gobierno no solo que se abstenga de aplicar cambios a la financiación federal de becas de investigación, sino que proporcione pruebas a la corte de que estaba cumpliendo la orden del tribunal, inmediatamente y cada dos semanas hasta que se resuelva el caso.
Otro juez federal ya ha dictaminado que la istración incumplió una orden judicial, pero hasta ahora no ha impuesto ninguna consecuencia a Trump, su istración o a otros funcionarios.
Tampoco está claro si Trump acatará las sentencias de la Corte Suprema de EEUU en su contra.
En campaña, el compañero de fórmula de Trump, JD Vance, comentó recientemente que “los jueces no pueden controlar el poder legítimo del ejecutivo”, insinuando una fuerte oposición a las sentencias con las que la istración no está de acuerdo.
Todo esto no significa que los tribunales sean inútiles, ni que la gente no deba demandar para impugnar acciones que considere ilegales o inconstitucionales.
Los tribunales, y la Corte Suprema en particular, existen en parte para arbitrar disputas de poder entre el Congreso y la presidencia.
Como dijo el expresidente de la Corte Suprema, John Marshall, en su histórica sentencia de 1803 en el caso Marbury contra Madison, “es enfáticamente competencia y deber del departamento judicial decir cuál es la ley”.
Sin embargo, las cortes por sí solas no serán suficientes. Los tribunales son como un antibiótico en una herida, que ayuda a cicatrizar y evita una mayor infección, pero no pueden mantener con vida a un paciente gravemente herido. Para ello es necesaria una estrategia política sólida. Está en manos de todos los estadounidenses asegurarse colectivamente de que la estructura constitucional no solo se cumpla, sino que se mantenga.
*Maya Sen, es profesora de Política Pública en la Harvard Kennedy School.
Este artículo fue originalmente publicado en The Conversation. Si desea leer la versión en inglés puede encontrarla en el siguiente enlace.
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