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Trump le pone el freno al plan contra el cambio climático de Obama, pero aún hay un largo camino por delante

Le tomó mucho tiempo a la istración de Obama formular algunas de las leyes principales sobre el cambio climático que ahora son el blanco de la istración de Trump, y tomará años tratar de cambiarlas.
5 May 2017 – 05:33 PM EDT
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Desesperadamente buscando una victoria política que cumpliera con algunas de las promesas de campaña a sus partidarios políticos y que satisficiera las demandas de los republicanos en el Congreso, el presidente Trump firmó en marzo una extensa orden ejecutiva de Independencia Energética y Crecimiento Económico.

La orden ejecutiva señala un cambio brusco en las leyes federales sobre el cambio climático, los estándares y los procedimientos de trabajo. Esto se esperaba basado en la retórica de la campaña de Trump y la elección de los y asesores de su gabinete. Pero como con otras iniciativas de Trump en la Casa Blanca, no está claro cuántos de estos cambios la istración puede emitir y a qué ritmo.

Le tomó mucho tiempo a la istración de Obama formular algunas de las leyes principales sobre el cambio climático que ahora son el blanco de la istración de Trump, y tomará años tratar de cambiarlas. La firma de la orden ejecutiva es sólo el bombardeo inicial de la istración en lo que está destinado a convertirse en una batalla prolongada y de alto riesgo.

El ataque de Trump

Cubierta en una retórica “pro crecimiento” no corroborada, la orden ejecutiva tiene como blanco el Plan de Energía Limpia de la istración de Obama. También se enfoca la orden de poner límites a las emisiones de metano, parece aumentar el apoyo para la extracción y el uso de carbón y otros combustibles fósiles, y cambia la manera en la que las preocupaciones por el cambio climático se incorporan a las acciones por parte de las agencias federales (incluyendo tomar en consideración el costo social del carbón).

El Plan de Energía Limpia fue diseñado para contener las emisiones de dióxido de carbono de las plantas de energía a carbón existentes, así como promover la producción de energía renovable y una mayor eficiencia energética. La istración de Obama también estableció estándares de emisiones para las plantas de energía nuevas. Estas y otras medidas fueron emitidas en respuesta a la negativa por parte del Congreso de los Estados Unidos para pasar cualquier legislación independiente sobre el cambio climático.

Anunciado en agosto del 2015, el Plan de Energía Limpia fue inmediatamente cuestionado en la corte por un grupo de 29 estados y agencias de estado con el apoyo de varias empresas y organizaciones industriales, incluyendo a Oklahoma cuando el actual de EPA, Scott Pruitt, era el fiscal general. Los opositores argumentaban que EPA había sobrepasado su autoridad regulatoria con las nuevas leyes y por eso deberían ser derogadas.

La Corte Suprema, en una decisión sin precedentes tomada en febrero del 2016, ordenó a EPA a detener temporalmente la implementación del Plan de Energía Limpia hasta que una corte menor hubiera hecho un fallo contra la autoridad de EPA para establecer dichos estándares. Se llevaron a cabo audiencias orales en la Corte de Circuito en D.C. en septiembre de 2016, pero la decisión todavía está pendiente.

La orden ejecutiva altera la dinámica legal porque EPA, bajo el mando de Pruitt, revisará el Plan de Energía Limpia y echará para atrás otras iniciativas de Obama. Ahora, las demandas que se estén llevando al sistema de la corte cambiarán. En lugar de cuestionar las leyes de Obama, las peticiones tendrán el objetivo de forzar a la istración de Trump de mantenerlas o tomar otras formas de acciones regulatorias significativas.

Muchos estados y grupos ambientalistas que apoyan el Plan de Energía Limpia y otras medidas existentes están listos con un grupo de abogados para contraatacar. Argumentarán que el gobierno federal debe actuar basado en la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos del 2007 que clasifica el CO2 como contaminante bajo la Ley de Aire Limpio y el Hallazgo de EPA sobre Situación de Peligro del 2009 que dice que las concentraciones atmosféricas actuales y proyectadas de los gases de efecto de invernadero amenazan la salud pública y el bienestar de las generaciones actuales y futuras.

¿Siempre tendremos a París?

La orden ejecutiva guarda silencio en cuanto al intento de la istración de Trump de vérselas cara a cara con el Acuerdo de París del 2015, en el cual cerca de 200 países acordaron reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero eso lanzó una gran sombra en la capacidad de Estados Unidos para cumplir su meta acordada en París y en el futuro del liderazgo internacional de Estados Unidos en el cambio climático.

La implementación del Plan de Energía Limpia es fundamental para cumplir con los compromisos de Estados Unidos bajo el Acuerdo de París de reducir las emisiones nacionales de GEI en un 26-28 por ciento debajo de los niveles del 2005 al 2025 y hacer mejores esfuerzos para reducir sus emisiones en un 28 por ciento. Para el 2014, las emisiones nacionales bajaron un 9 por ciento comparadas con los niveles del 2005.

Elegir dejar o ignorar el Acuerdo de París no aportaría a los Estados Unidos mayor independencia y flexibilidad, ya que reduce su influencia política y capacidad de dar forma a las futuras decisiones en las negociaciones sobre el clima global.

Hay otros tratados globales ambientales alrededor de la protección de la biodiversidad y del manejo de químicos peligrosos y desperdicios de los cuales Estados Unidos no forma parte. Como resultado, la capacidad de Estados Unidos para influir en las decisiones regulatorias bajo estos tratados está severamente limitada – por ejemplo, componentes químicos específicos donde hay una necesidad de proteger la salud humana y el ambiente o donde las compañías estadounidenses tienen intereses económicos. Esto presagia el tipo de estatus de exterior que Estados Unidos podría ganar si se arrepiente del Acuerdo de París.

Principalmente, ceder el liderazgo internacional en el cambio climático podría servir sólo para incentivar a otros países, incluido China, a tomar un papel más prominente a expensas de la influencia de Estados Unidos. Eso también incrementaría más la velozmente creciente frustración de muchos otros países con la istración de Trump.

Muchos diferentes accionistas, incluyendo a ExxonMobil, argumentan que es mejor para los Estados Unidos estar dentro que afuera cuando se dé la cooperación por el cambio climático en el futuro. El ex director ejecutivo de ExxonMobil y actual secretario de estado Rex Tillerson ha sugerido que Estados Unidos debería quedarse en el acuerdo.

¿Estados Unidos pagando por ayuda o municiones?

Incluso si los Estados Unidos se quedara con el Acuerdo de París, el presidente Trump y los republicanos en el Congreso han dejado claro que quieren limitar severamente, o quitar por completo, las contribuciones de Estados Unidos para el financiamiento en asuntos sobre el clima que apoya la mitigación y medidas de adaptación en los países en desarrollo. Los Estados Unidos hasta ahora ha brindado mil millones de dólares americanos de los 3 mil millones prometidos por la istración de Obama para el Fondo Verde del Clima.

Llevar a cabo estas declaraciones reduciendo significativamente la ayuda internacional de Estados Unidos mermaría efectivamente una importante base del liderazgo y la influencia política de Estados Unidos. Pero parece que ellas son parte de un gran cambio en el uso de instrumentos políticos extranjeros de medios no militares, como ayuda climática y de desarrollo, a medios militares.

El “débil presupuesto” de Trump propuso un rebajo del 31 por ciento del presupuesto de EPA y un 29 por ciento de reducción en los fondos del Departamento de Estado y otros programas de desarrollo. Hay muy pocas posibilidades de que el Congreso apruebe dichos dramáticos recortes, pero estas propuestas están ligadas con lo que parece ser amplios cambios en la estrategia política extranjera de Estados Unidos.

Al Trump proponer un aumento del 10 por ciento en el presupuesto militar, los expertos en política externa están preocupados de que una reducción significativa en recursos no militares vaya a debilitar severamente el liderazgo de Estados Unidos y la capacidad por parte del Departamento de Estado y otras agencias del gobierno para promover los intereses de Estados Unidos y la estabilidad política.

La corte de la opinion pública

Mientras la batalla sobre las políticas federales del cambio climático continuan, el presidente Trump se arriesga a perder la batallla contra la opinion pública sobre el cambio climático más allá de sus más apasionados partidarios.

Una reciente encuesta muestra que un 75 por ciento de los estadounidenses creen que el dióxido de carbono debería ser regulado como un contaminante y que el 69 por ciento cree que debería haber límites en las emisiones de las plantas actuales de energía a carbón.

Si tales números en las encuestas se mantienen fuertes, la istración de Trump estará en una lucha cuesta arriba en las salas de juzgado y la esfera pública.

*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Conversation. El autor es Henrik Selin, Profesor Asociado en la Escuela de Estudios Globales Frederick S Pardee, Universidad de Boston.

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