Ricky Hurtado: educación para hispanos donde justamente es más difícil

Cuando llegó a Carolina del Norte, Ricky Hurtado conoció lo que era ser minoría. Nacido en Los Ángeles de padres salvadoreños, su familia se estableció en la ciudad de Sanford cuando él era pequeño, a mediados de los 90. Ahí vivió los radicales cambios que este estado ha experimentado. “El pueblo donde crecí tenía menos de un 5% de población latina. El mismo pueblo tiene hoy un 25% de latinos”, dice Hurtado. “Es un cambio dramático y el gobierno y el sistema educacional han tenido problemas para apoyar a este grupo”.
A pesar de esto, Hurtado logró conseguir sus diplomas de escuela, universidad e incluso un magister. Y hoy, a los 28 años, intenta apoyar a más latinos en el proceso de navegar por el sistema educacional de Carolina del Norte, como director ejecutivo de la organización North Carolina Scholars Latino Iniciative (NC Sli).
Como muchos estudiantes y padres saben, los costos universitarios para indocumentados suelen ser más altos que para los residentes, dependiendo del estado. En el caso de Carolina del Norte, la diferencia en las universidades estatales es alta. “En UNC, por ejemplo, la colegiatura cuesta 8,000 dólares, pero los estudiantes indocumentados deben pagar 26,000, incluso si han vivido toda su vida en el estado”, dice Hurtado.
Esta organización, en la que él comenzó ayudando como mentor cuando estaba en el college, apoya a estudiantes indocumentados a financiar sus carreras, pero además realizan un trabajo mucho más completo que solo dar dinero: desde acompañamiento de estudiantes a presionar a crear redes profesionales de jóvenes latinos. Y, además, trabajan a nivel político, presionando para cambiar las leyes y empoderando a la comunidad.
“Mucho del trabajo que en la actualidad nos preocupa son los proyectos de leyes antiinmigrantes que se han creado a nivel estatal”, explica el director ejecutivo de NC Sli. “Es muy difícil hacer nuestro trabajo, crear líderes jóvenes latinos en sus comunidades, cuando ellos tienen que preocuparse de sus familias”.
Además de las obvias preocupaciones por el tenso ambiente que viven las familias inmigrantes, Hurtado debe lidiar con la falta de recursos pedagógicos para padres hispanos. Porque, en Carolina del Norte –especialmente en las áreas rurales, con menos dinero– suele suceder que no hay staff preparado para lidiar con lo que viven los inmigrantes en el sistema educacional.
“Nuestras comunidades han evolucionado tan rápido que nuestros educadores tienen dificultades para conectarse con los padres y enseñarles a navegar en el sistema”, recuerda Hurtado. “Cuando hablas con consejeros escolares, no entienden las complejidades de los problemas migratorios y pasa que los estudiantes terminan, por ejemplo, llenando un formulario de manera incorrecta”.
Ahí es donde nuevamente aparece el trabajo de Hurtado y NC Sli. Es una labor dura, pero necesaria. Y luego de la elección hay más preguntas todavía. “Tuvimos que hacer una gran reunión comunitaria para hablar de esta situación, además del problema de los ataques raciales… Pero, afortunadamente, nosotros ya sabemos como se se siente esto, porque lo hemos vivido ya por años”, concluye Hurtado, sonriendo.