El alto precio de vivir en una típica residencia de comedia estadounidense

Los ultrafanáticos de la comedia familiar Tres por tres (cuyo nombre original en inglés es Full House) , de fines de los ochentas (o de su extrañamente popular secuela en Netflix, Fuller House), pueden ahora explorar los límites verdaderos de su amor por las "sitcoms" si arriendan la casa vitoriana de tres habitaciones en San Francisco, la cual fue utilizada en las tomas exteriores de la serie. El hogar está disponible por casi 14,000 dólares al mes, según un anuncio online (jardinero incluido).
La estratosférica renta de la casa, y la creciente improbabilidad de que sus “residentes” televisivos la puedan pagar, ha hecho ahora que sea algo así como un ícono del bullente auge de la vivienda en la Bahía de San Francisco. Su venta fue anunciada esta primavera, a 4.15 millones de dólares y luego fue vendida por 4 millones.
Pero el hogar de la familia Tanner no es el único que experimenta esta particular inflación. Echa un vistazo a la imponente y colonial casa de la familia de Richie Cunningham: en Días Felices ( Happy Days), esta se suponía que fuera la casa del dueño de una ferretería en Milwaukee por allá por 1955. Cuando se vendió la última vez, en 1995, la residencia de seis cuartos (ubicada de hecho en el súper-poblado barrio angelino de Mid-Wilshire) lo hizo en un aún asequible precio de 422,000 dólares. El estimado de su valor actual, aparecido en el sitio Zillow, es un tanto superior a los 3 millones de dólares.
Pero historias similares pueden ser encontradas en todo el universo televisivo. El pedazo de rancho al norte de Hollywood que “pertenecía” a Mike Brady (del show La Familia Brady) fue anunciado por 2 de dólares millones en 2008.
O veamos el caso de Mork and Mindy, sucedáneo del propio Happy Days, ambientada en Boulder, Colorado, en exteriores de una casa decorada al estilo Ana de Gran Bretaña –una histórica residencia privada conocida como McAllister House–, y que está valorada en Zillow, a día de hoy, en poco menos de 2 millones de dólares. Ese mismo precio se puede encontrar en la almohadilla de soltera de Mary Tyler Moore in Minneapolis, la cual está ya en el mercado (y luce espectacular) por 1,995,000 dólares.
Relativamente muy pocas y osadas muchachas pueden afrontar, con un sueldo único, vivir en el apartamento de Mary Richards en Minneapolis .
Alguien pudiera alegar: “Hey, me gustan los clásicos televisivos, pero no tengo 2 millones de dólares”. Entonces es probable que uno tenga que conformarse con el mundo obrero de los noventas representado en el éxito Roseanne, donde una modesta cabaña en Evansville, Indiana, proporcionó sus exteriores para el hogar de la familia Conner. Una relativa ganga en el mundo inmobiliario de las comedias de TV, la venta por 129,000 dólares en 2013, complementada con una sala de juegos en un sótano de nudosos es de pino. Aun así, los auténticamente reducidos entornos de Roseanne permanecen como una suerte de anomalía en las “ciudades” de la televisión norteamericana, donde afanados jóvenes urbanos residen en apartamentos ridículamente enormes e, incluso, la casa de Archie Bunker (de la serie All in the Family o Todo en Famiia) en Queens, New York, ronda los 600,000 dólares.
¿Cuál es la moraleja? Que, a pesar de que la mayoría de las ciudades de Estados Unidos siguen reportando una contracción del número de residentes con ingresos medios, en la tele, al menos, todos aún quieren parecer de clase media.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.