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Cómo Carolina del Norte silenció a las ciudades y a las minorías por decreto

Utilizando técnicas específicas para redibujar sus distritos congresionales, los políticos de las zonas rurales han logrado la mayoría en el congreso estatal.
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18 Ene 2018 – 10:49 AM EST
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Un hombre corre con su perro en el frontis de la sede legislativa de Carolina del Norte, en Raleigh, durante el ciclón bomba de 2018. Crédito: Lance King/Getty Images

Cuando en 2016 se les ordenó a los líderes legisladores de Carolina del Norte que volvieran a organizar los 13 distritos congresales del estado, le dieron al cartógrafo electoral que contrataron una instrucción explícita: maximiza la ventaja electoral del partido republicano.

Carolina del Norte es un estado ‘morado’, lo que quiere decir que no es ni republicano ni demócrata, sino que puede ir hacia un lado y otro. Sin embargo, el congresista estatal David Lewis —presidente del Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre la Reordenación Electoral— quería ver más rojo en el mapa congresal, es decir, más republicanos.

“Reconozco sin reservas que esto sería un gerrymander político, lo cual no es ilegal”, dijo en el la reunión del comité, refiriéndose a la práctica de redibujar los distritos para el beneficio propio de un sector político. “Propongo que diseñemos los mapas para darles una ventaja partidista a 10 republicanos y a 3 demócratas, porque no creo que sea posible crear un mapa con 11 republicanos y 2 demócratas”.

Thomas Hofeller —el cartógrafo electoral— tenía claro cómo lograr esto: quitarles el poder electoral a las ciudades de Carolina del Norte.

Hay dos maneras principales para ejecutar el gerrymandering: ‘apretar y ‘esparcir’. Apretar un distrito significa llenarlo hasta el tope de votantes de actitudes parecidas, más de las que se necesitan para garantizar un puesto electoral seguro. Esparcir una comunidad significa extender los votantes a lo largo de múltiples distritos en donde representan el punto de vista minoritario. Al unir las dos estrategias “el efecto cumulativo es que diluye voces, entre ellas las urbanas”, dice Tomás López, el director ejecutivo de Democracy North Carolina [https://democracync.org/], una institución activista política sin fines de lucro.

Estas son las fronteras de los distritos congresales en Carolina del Norte lograron limitar la representación de los votantes urbanos. ( www.ncsbe.gov):

Eso fue lo que Hofeller hizo en cinco ciudades de Carolina del Norte, según un fallo emitido el martes pasado por un federal de tres jueces, el que derogó a los distritos congresales de Carolina del Norte. Los votantes en Raleigh y Durham fueron ‘apretados’ en el Distrito N°4 del demócrata David Price, mientras que los residentes de Charlotte fueron concentrados en el Distrito N°12 de la demócrata Alma Adams. Esto hizo que fuera más fácil que los distritos aledaños se mantuvieran republicamos. Mientras tanto, tanto Greensboro como Asheville —ambos con inclinaciones demócratas— fueron divididos entre dos distritos republicanos.

“Hay muchas maneras de neutralizar a los votantes urbanos y esta es una de ellas”, dice Terry Van Duyn, senadora estatal. Ella es de Asheville, una ciudad de montaña que es contracultural, que favorece actividades al aire libre y que es clara en cuanto a sus valores progresistas. “Mi voto simplemente no cuenta”, dice ella de las elecciones para la Cámara de Representantes. “Y dado que dividieron a Asheville a la mitad, contribuimos al hecho de que nuestra delegación congresal no es representativa de nuestro estado”.

Estas son las fronteras electorales reordenadas eficientemente dividieron a la base liberal de votantes de Asheville. ( www.ncsbe.gov):

La decisión del martes pasado —la cual fue escrita por James A. Wynn Jr., el juez del Cuarto Tribunal Estadounidense del Circuito de Apelaciones— fue la primera vez en que jueces federales declararon inconstitucional a un mapa congresal debido al gerrymandering partidista. En el pasado, los tribunales frecuentemente habían derogado mapas debido a la parcialidad racial, y, de hecho, fue un fallo de un tribunal federal con respecto a raza el que lo obligó la reordenación electoral del 2016 en Carolina del Norte (esa decisión fue afirmada por la Corte Suprema en mayo 2017), pero los tribunales han sido más permisivos con los distritos electorales creados solamente para beneficiar a los partidos políticos).


La opinión de Wynn —la cual podría ser apelada antes de la Corte Suprema Estadounidense— puede abrir un nuevo camino legal. De los 24,518 mapas posibles que fueron generados por Jonathan Mattingly —un matemático de la Universidad Duke— el juez observó que más de un 99% de ellos les dieron a los republicanos menos de los 10 puestos en la Cámara de Representantes que actualmente tienen en Carolina del Norte. “Esto refleja un esfuerzo intencional de subordinar los intereses de los votantes no republicanos”, escribió.

“El gerrymandering partidista va en contra de numerosos principios democráticos fundamentales y de los derechos individuales consagrados en la Constitución”, continuó. “La práctica histórica antigua o extendida no inmuniza a la acción gubernamental del escrutinio constitucional”.

***

La legislatura de Carolina del Norte nunca ha sido favorable a las ciudades. En los años 90, cuando estuvo controlada por los demócratas, un cabildero de la Asociación Nacional de Rifles agasajó a los legisladores con fiestas de mariscos y regalos navideños y los convenció a invalidar a las ordenanzas sobre el control de armas, algo que favorecían ciudades como Durham.

Cuando los republicanos tomaron control de la legislatura en 2011, apuraron la aprobación de medidas prohibitivas. En 2016, después de que la ciudad de Charlotte aprobó una ordenanza que protegía a los residentes LGBTQ (lesbianas, gay, bisexuales, transexuales y queer), los legisladores aprobaron la bien conocida House Bill 2 (Proyecto de Ley N°2 de la Cámara de Representantes), la cual obligó a las personas transgénero a usar baños en edificios públicos que correspondieran al género indicado en sus actas de nacimiento. La ley —la cual ha sido revocada parcialmente pero no totalmente— también les prohibió a las ciudades a promulgar ciertas normas laborales y protecciones de derechos civiles.

A nivel mucho más específico, la legislatura persiguió a ciudades individuales. Cuando el Concejo Municipal de Durham se negó a anexar tierra en una cuenca para acomodar a un promotor inmobiliario, la legislatura extendió las fronteras municipales por decreto.


Lo que no sorprende es que ninguno de los integrantes del liderazgo legislativo actual son de un área metropolitana grande. Los líderes republicanos a menudo pintan a las ciudades de Carolina del Norte como existieran fuera de la corriente política principal, la cual definen como conservadora y rural. El antiguo gobernador Pat McCrory —un republicano— invocó a los “valores de Carolina del Norte” para justificar tanto House Bill 2 como otra ley que prohíbe las ciudades santuario. Y en una audiencia legal en agosto 2017 —la cual se organizó para obtener reacciones públicas sobre los mapas de los distritos legislativos estatales— Dallas Woodhouse (director ejecutivo de partido republicano a nivel estatal) sugirió que la victoria aplastante de Donald Trump en cuanto a la población blanca y rural de Carolina del Norte debe señalar la dirección política del estado. Trump ganó un 50.5% de la votación en Carolina del Norte, pero perdió en los siete condados más poblados, todos los cuales son urbanos.

“No es la responsabilidad de este comité de hacer competitivo a un partido que perdió 76 [de 100] condados en Carolina del Norte porque no son competitivos en franjas enormes, áreas enormes, del estado”, dijo Woodhouse. “El partido minoritario en este órgano [legislativo] tiene un problema geográfico”.

Nadie ha sugerido que el mapa congresal de Carolina del Norte fue creado con el propósito abierto de hacerles daño a las ciudades. Pero tanto el gerrymandering como la legislación preventiva sugieren una disposición de parte de los líderes legislativos para disminuir el poder de las ciudades al servicio de sus metas electorales y políticas.

Al final, el tema del gerrymandering partidista lo resolverá la Corte Suprema, la cual oyó un caso en Wisconsin en octubre 2017 y más recientemente acordó en oír un caso de Maryland. El caso de Carolina del Norte también podría ir a parar delante de la Corte Suprema. (los demandados legales ya han pedido un aplazamiento). Si la Corte Suprema coincide con Wynn y declara ilegal al gerrymandering partidista extremo, se volverá mucho más difícil justificar el hacer caso omiso de las ciudades a la hora de reordenación electoral.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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