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Los estados donde las ciudades pierden poder por cambios en los límites electorales

A pesar de que uno podría pensar que para conseguir cambios políticos sólo se necesita conseguir más votantes, el fenómeno del gerrymandering hace que esto sea extremadamente difícil en Estados Unidos.
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13 Ene 2017 – 01:31 PM EST
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Es una verdad innegable que la capacidad de las ciudades de aumentar el número de votantes es increíblemente débil. Quizás hay muchas cosas que el sector urbano hace mejor que las áreas rurales y suburbanas, pero hacer que los votantes vayan a las urnas no es una de ellas. Hay muchas explicaciones por esto, pero no hay buena excusa por la que esta situación debe seguir así.

En su nota en The Philadelphia Citizen, Diana Lind (ex editora de Next City) ha prestado un gran servicio en no sólo recordarles a los urbanistas que tienen que mejorar sus esfuerzos de movilizar el voto, sino también en proveer soluciones valiosas. Desde ya se deben perseguir sus ideas sobre aumentar la capacidad de las corporaciones de desarrollo comunitario (CDC) y del sector de innovación urbana para tomar las riendas de la movilización de votantes y de la recopilación de datos sobre elecciones. El anuncio reciente del Departamento de Seguridad Nacional de que ahora asumirá la ‘ infraestructura de elecciones’ como una de sus responsabilidades críticas debe alentar esto todavía más.

Incrementar la participación política sólo debe nutrir a esa aventura debilitada llamada democracia. Si las ciudades realmente son los laboratorios para la democracia, sus historiales de votación deben reflejar eso. El hecho de que el presidente entrante fue elegido gracias a los votos en áreas rurales, en pueblos pequeños y en los ‘ exurbios’ (zonas después de los suburbios y justo antes de zonas rurales) debe hacer que los votantes en ciudades se pongan las pilas. Y si la elección de 2016 logró algo, fue que sacó a la luz el resentimiento político, racial y económico que aquellos pueblitos tenían contra sus vecinos en ciudades costeras.

La única forma de contrarrestar eso es que los residentes de ciudades desborden las urnas, como escribe Lind: “Hay una manera relativamente más fácil de resolver el problema que está distorsionando la cultura política estadounidense: asegurar que los residentes urbanos voten al mismo nivel que sus homólogos suburbanos y rurales. Movilizar a los votantes no es un tema popular pero se volverá cada vez más importante a medida que el panorama político sigue cambiando. (…) Pero, a diferencia de determinar cómo se puede hacer que regresen las fábricas al Cinturón de Óxido o cómo revisar el código fiscal para mayor igualdad, estos son problemas relativamente fáciles de solucionar, particularmente en esta época de la innovación urbana”.

Definitivamente vale la pena invertir en esto pero no debemos tener la ilusión de que esta es una solución fácil. Hay un gran defecto inherente —el llamado gerrymandering— que dificulta la idea de que simplemente podemos lograr el progreso con más votación por parte de la gente de las ciudades.

El gerrymandering es un proceso mediante el cual los distritos legislativos se crean al clasificar y agrupar a los votantes de maneras en que dan ventajas a un partido mientras que debilitan a otro. Es una manera muy real de amañar las elecciones y ocurre todo el tiempo. Funciona no sólo para propósitos partidistas sino también para propósitos raciales. En el último caso, se amontonan a las poblaciones de minorías que votan en una pequeña cantidad de distritos o bien se dispersan a lo largo de distritos que no comparten sus intereses políticos para así debilitar su influencia política. Esto ha sucedido con los latinos en lugares tan diferentes como Chicago o el pequeño pueblo rural de Yakima, Washington, como relatamos en este artículo, situaciones que costó mucho revertir.

Y es debido al gerrymandering que las ciudades grandes no han disfrutado de mucha fuerza política dentro de los estados en que están. ¿Te has preguntado por qué no se arreglan los puentes de tu ciudad o por qué no se puede adquirir esa nueva flota de autobuses que usan energía limpia, pero sigues viendo que se agregan nuevas pistas a las carreteras de los suburbios? Probablemente sea porque tu ciudad está comprimida dentro de una minoría pequeña de distritos legislativos estatales en un grupo donde hay muchísimos más distritos que representan las áreas rurales y los suburbios de la periferia lejana.

Normalmente estos distritos fuera de ciudades están llenas hasta el tope de votantes conservadores a quienes les preocupa poco la densidad ni el transporte público ni la vivienda asequible. De hecho, muchos de ellos se mudaron a estas zonas específicamente para que no tuvieran que considerar tales pedidos urbanos.

Cada diez años, después de que se publican las cifras del Censo, al partido político que reina en tu estado se le permite tomar esos datos para crear los distritos legislativos a su gusto y antojo. Esto también sucede con los distritos del concejal de la ciudad y del comité escolar. Lógicamente, el partido político que controla el proceso de crear nuevos distritos marcará nuevas fronteras de distrito para clasificar a más de sus propios votantes leales en una mayoría de distritos mientras que restringen a los votantes ‘enemigos’ a menos distritos, todo en nombre de mantener el poder en lugar de llevar a cabo políticas.

Con frecuencia las ciudades son perdedoras en estos procesos. Quizás tengan la ventaja en cuanto a población, pero no puede igualar la cantidad de tierra en los suburbios y en zonas rurales en donde el jueguito con las fronteras es muy ventajoso. Actualmente los republicanos controlan las legislaturas estatales en 32 estados con mayorías en tanto la cámara estatal de representantes como en el senado estatal. Las ciudades grandes en estos estados tienen una influencia limitada, ya que normalmente son istradas por demócratas.

En rojo, los lugares donde los republicanos controlan ambas cámaras legislativas. En azul, donde dominan los demócratas. El amarillo es donde las cámaras están divididas y el gris es donde no está decidido o no existe dominio de uno de los dos partidos. (National Conference of State Legislatures)

Este tipo de gerrymandering partidista sólo está empeorando, según dice Campaign Legal Center, una organización independiente basada en Washington DC que recientemente ganó un caso judicial precedente sobre gerrymandering contra el estado de Wisconsin. En aquel caso, en 2012 los republicanos crearon mapas del distrito que los premió con 60 de los 99 puestos legislativos de Wisconsin, aunque sus candidatos sólo ganaron un 49% del voto del estado. La ciudad de Milwaukee quedó aislada en ese mapa. Se dividieron a sus suburbios norteños del aro interior de comunidades alrededor de la ciudad. Estas fueron absorbidas por nuevos distritos republicanos, lo cual efectivamente eliminó un puesto sólidamente demócrata de esa área.

Esto se puede ver en la imagen abajo. El Distrito 22 antes era un puesto azul (demócrata) en la costa del lago Michigan en 2008, pero en 2012 fue tragado por los distritos 23 y 24. Luego, de alguna manera termina al oeste lejano de Milwaukee y ahora es rojo debido al gerrymandering. Los jueguitos de frontera como estos ayudan a debilitar la influencia política general de Milwaukee en la legislatura de Wisconsin.

Un reporte del 9 de enero del Campaign Legal Center que analizó al impacto de gerrymandering a lo largo de todos los estados en 2018 condujo a su hallazgo que “los planes de reordenación en el ciclo después de 2010 demuestran más gerrymandering partidista extremo que cualquier otra década en la historia moderna estadounidense”.

El artículo de Lind argumenta que “cantidades mayores de votantes urbanos tendrían efectos dramáticos en la representación a nivel estatal, como los cargos de senador y gobernador, lo cual a su vez afectaría a las políticas nacionales, así como quién se elige como presidente”. Pero tal como muestra la experiencia de Wisconsin, no es así de sencillo.

“Es cierto que si habría mayor participación por parte de ciudades, esto podría afectar campañas en todo el estado... pero en Wisconsin no afectaría a la legislatura estatal precisamente porque el estado realizó gerrymandering para que fuera así”, dice Ruth Greenwood, directora adjunta sobre reordenación de distritos para Campaign Legal Center. “Entonces si señalas de que Milwaukee tuvo una baja participación de votantes, la mayoría de los distritos allá están agrupados hacia el centro o colocados a lo largo de los límites del condado de Milwaukee y otros condados. Podrías incrementar el nivel de votación todo lo que quieras pero no marcaria ninguna diferencia”.

Maximizar el voto urbano podría ayudar a elegir gobernadores, pero hasta los gobernadores se encuentran restringidos debido a gerrymandering porque las legislaturas los controlan. Consideremos la situación en Carolina del Norte en donde los poderes del recién electo gobernador Roy Cooper (un demócrata) han sido severamente restringidos por la supermayoría de los republicanos en la legislatura, y esta supermayoría se aseguró mediante gerrymandering.

Como si eso fuera poco, los legisladores republicanos de Carolina del Norte aprobaron varias leyes que ponen a las comisiones electorales del estado y del condado bajo su control, lo cual les permitiría crear todavía más reglas para moldear el electorado para que esté a sus órdenes. Los tribunales han bloqueado a esas leyes temporalmente, pero si al final se aprueban, ese es el tipo de dominio político que resulta difícil cambiar mediante votación por ciudades.

Y es un problema que está surgiendo a lo largo del Sur y limitando a los poderes de gobernadores demócratas como John Bel Edwards de Louisiana y Terry McAuliffe de Virginia. Así lo explica el blog Facing South (basado en Carolina del Norte):

“La consecuencia del gerrymandering en el Sur ha dado por resultado una infrarrepresentación significativa de demócratas entre los delegados del congreso de la región. En 2012 un 41% de los sureños votaron por un demócrata, pero los demócratas conformaron sólo un 29% de los representantes estadounidenses del sur. Esto significó que los votantes demócratas del sur tenían una probabilidad cuatro veces mayor de ser infrarrepresentados en el Congreso que el promedio nacional.

“La brecha persiste en 2016 en muchos estados sureños, según un análisis de Facing South de los resultados de las elecciones. Por ejemplo, en Virginia Occidental un tercio de los votantes del estado votaron por un candidato demócrata pero no hay demócratas entre los tres representantes del estado. Mientras tanto, en Carolina del Sur casi 4 de cada 10 votos en campañas para la Cámara de Representantes eran por un demócrata, pero sólo uno de los siete representantes del estado (14%) es demócrata”.

La mayor parte de esos votos demócratas provienen de ciudades, lo cual significa que no están recibiendo la representación que merecen en esos cuerpos legislativos sureños. Esto a su vez significa que — tal como ciudades como Charlotte se están dando cuenta— el gobernador no siempre puede salvarlas. Además, el gerrymandering es un culpable causante de la disminución en participación por votantes: cuando las personas sienten que las campañas no son competitivas o que son injustas, deciden que su voto no significará nada de todos modos, y por ende se quedan en sus casas.

Votos vs representación real: donde el sur debería tener más representantes demócratas
En muchos estados del sur de EEUU, los demócratas obtuvieron millones de votos. Pero, a pesar de esto, tendrán casi nula representación, debido a cómo se han configurado los distritos electorales.
Estado Puestos en total % de votos demócratas % de puestos logrados por los demócratas % de votos republicanos % de puestos logrados por los republicanos
Virginia Occidental 3 33% 0% 65% 100%
Carolina del Sur 7 39% 14% 59% 86%
Carolina del Norte 13 47% 23% 53% 77%
Missouri 4 38% 25% 58% 75%
Kentucky 6 29% 17% 71% 83%
Virginia 11 48% 36% 48% 64%
Tennessee 9 34% 22% 63% 78%
Georgia 14 39% 29% 61% 71%
Arkansas 4 10% 0% 71% 100%
FUENTE: Facing South | UNIVISION

Pero incluso sin gerrymandering, incrementar la participación de los votantes urbanos aún no es una tarea fácil. Ya hay bastantes instituciones que intentar movilizar votantes: iglesias, sindicatos, fraternidades y muchas sucursales de la Liga de Mujeres Votantes y la NAA (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color). La organización ACORN, estuvo en la mira de todo el país y luego fue desmantelada específicamente porque estaba movilizando la votación.

No es que estas organizaciones sean ineficaces, porque no tienen una implementación lo suficientemente sofisticada. En realidad, son los problemas intricados de la desigualdad económica y el racismo los que siguen interponiéndose. Cuando los estados recortan los periodos de votación temprana o siquiera los ofrecen, esto reduce las oportunidades del votante urbano que tenga dos o tres trabajos de llegar a las urnas. Cuando los estados y condados cierran los lugares de votación o reducen la cantidad de ellos, esto hace que la votación sea más difícil para el trabajador urbano que no tenga auto. Cuando las iglesias crearon campañas de movilización de votantes como ‘ Souls to the Polls’ (Almas a las Urnas), las legislaturas estatales socavaron sus esfuerzos al prohibir la votación en domingo antes del día de las elecciones. Las leyes que requieren que la gente muestre identificación en las urnas—pero no cuando votan por correo— de nuevo favorecen a los votantes blancos no urbanos.

La raza está totalmente involucrada en todo esto. La privación del derecho de votar de los que han sido condenados por un delito grave saca de manera desproporcionada a más votantes de las listas de ciudades que de listas en otras área. Al mismo tiempo, esta privación aumenta el poder político de condados rurales y exurbanos donde las prisiones están ubicadas. De por sí el racismo mata y encarcela a cantidades enormes de votantes potenciales e impacta los resultados de las elecciones de maneras que ni siquiera podemos ver.

Ahora bien, con esto no se quiere decir que fortalecer la determinación de las ciudades en tratar de incrementar la participación de votantes es un objetivo indigno. Hay mucho que las corporaciones de desarrollo comunitarios y los innovadores urbanos puede aprender de grupos como la NAA en cuanto lo que funcionado (y lo que no) en cuanto a movilización… y debemos echar esto a andar desde ayer.

Pero los urbanistas no pueden empezar con estas actividades pensando que será fácil, aunque únicamente sea porque el poder político no alcanza su máximo nivel en la frontera de la ciudad. El gerrymandering actúa para asegurar que no alcance ese máximo nivel y que no lo alcanzará. Hasta eso se resuelva —junto con los demás virus clasistas y racistas implantados en el sistema electoral—, la votación de la ciudad estará en peligro.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com

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