¿Podría la mejor planificación urbana prevenir incendios en California?

Recientemente hemos sido testigos de cómo el incendio Tubbs —impulsado por el viento— abrió un camino devastador por vecindarios densamente urbanizados en el norte de California, causando docenas de muertes y miles de pérdidas de casas. Este evento trágico fácilmente se puede calificar como el incendio más catastrófico en la historia moderna de California. Son impresionantes las historias sobre lo rápidamente que se extendió el incendio y el poco tiempo que la gente tenía para evacuarse.
A pesar de lo poco usual que parece la devastación, debemos reconocer que estas ‘conflagraciones urbanas’ han sucedido en el pasado y volverán a suceder. Sin embargo, estos incendios revelaron que tenemos brechas clave con nuestras políticas y planificación cuando se trata de evaluar riesgo en ambientes propensos a los incendios.
Lo que resulta cada vez más claro para los investigadores como yo es que las pérdidas del lado humano con frecuencia son impulsadas por dónde y cómo construimos nuestras comunidades. Esto significa que tenemos que aprender a coexistir con el fuego si vamos a habitar paisajes propensos a tener incendios, del mismo modo que nos adaptamos a otros peligros naturales. Un paso esencial es cambiar a nuestra perspectiva de centrarse en el peligro a una perspectiva que incluya más completamente las vulnerabilidades humanas.
Mapeando el riesgo
California está en la vanguardia de mapear el peligro que los incendios forestales presentan a las comunidades humanas y en particular en vincular los códigos de construcción a las severidades por fuego que se podrían esperar en una ubicación dada. Los Mapas de las Zonas de Severidad del Peligro de Incendio del estado son un paso esencial en reconocer al fuego como un proceso inevitable al que se tiene que acomodar del mismo modo en que planificamos para las inundaciones, los derrumbes, los terremotos y los huracanes.
Sin embargo, lo que les falta a estos mapas son patrones de tiempo extremo. Los vientos Santa Ana del sur de California son un ejemplo notable. Los episodios de vientos fuertes, calientes y secos están relacionados con casi todos nuestros incendios forestales más grandes y más destructivos, lo cual incluye el Incendio Hanley en el norte de California en 1964 que quemó por una ruta casi idéntica a la del Incendio Tubbs. Sin embargo, relativamente poco se sabe sobre qué tan frecuentemente ocurren estos vientos a lo largo de un paisaje.
Ahora se están volviendo disponibles nuevos métodos para mapear y crear modelos para los vientos. Por lo tanto, las versiones futuras de los Mapas de las Zonas de Severidad del Peligro de Incendio incluirán a tales condiciones de tiempo. También se necesitan mapas parecidos para áreas propensas a los incendios que quedan fuera de California.
A pesar de los avances técnicos, un problema clave con la mayoría de los enfoques con el mapeo de puntos peligrosos en cuanto a incendios es que se centran casi exclusivamente en describir el peligro —el largo de las llamas, los índices de extensión del incendio o las intensidades de un incendio forestal que está avanzando— y tratan mucho menos a las vulnerabilidades de lo que realmente queda expuesto. Por lo tanto, la “ interfaz urbana-forestal” —en donde las tierras desarrolladas se exponen a las áreas naturales e inflamables— con frecuencia se mapea y se supone que en esas áreas es donde termina la exposición al riesgo de incendio.
Evidentemente el caso no siempre es así. De manera análoga a cuando falla un dique, después de que un incendio forestal logra encender a las casas a lo largo de la interfaz urbana-forestal, muchas casas que quedan más al interior del vecindario rápidamente pueden quedar expuestas.
Dependiendo de los códigos establecidos cuando se construyeron, estas casas nuevamente expuestas quizás sean —o no sean— muy resistentes a los incendios. Su vulnerabilidad a la ignición también puede ser particularmente alta si están colocadas muy cerca unas a otras y si los vientos son fuertes, porque en ese punto es cuando la extensión de un incendio cambia a un efecto dominó de estructura a estructura.
Un mejor mapeo del riesgo de incendio significa que debemos poder pulir nuestra idea y enfoque cuando se trata de evaluar la vulnerabilidad.
Reducir la exposición humana
Hay numerosos reportes sobre lo difícil y mortífero que fue evacuar durante el Incendio Tubbs. Aparentemente muchas personas casi ni tuvieron una advertencia. Esto resalta la importancia de tanto la planificación para la evacuación como de los sistemas de comunicación sobre evacuaciones, dado que los estadounidenses dependen de escaparse a tiempo cuando se presentan situaciones con incendios forestales.
Si bien la preparación para la evacuación casi siempre se menciona en los Planes de Protección Comunitaria contra Incendios Forestales y la orientación estándar que se les da a los dueños de casa, el mensaje predominante es normalmente salga lo antes posible, siempre que se pueda.
Aunque esto es absolutamente correcto, este consejo minimiza la importancia de la planificación de evacuación antes del incendio y el período breve de tiempo que quizás exista para escapar. ¡Toma bastante pensamiento y esfuerzo para anticipar estar en tal tipo de situación de crisis!
¿Qué uno se debe llevar y adónde realmente podría ir uno? Con poca anticipación, ¿cómo uno toma en cuenta a las mascotas, a los niños o a los ancianos? ¿Existe un lugar adónde uno puede huir si las ordenes de evacuación llegan demasiado tarde o nunca llegan?
Esta última pregunta quizás sea la que recibe la menor cantidad de atención y las múltiples muertes en el incendio Tubbs sugieren que requiere una consideración mucho más profunda. A los bomberos con frecuencia se les da capacitación específica sobre lo que se debe hacer con opciones limitadas de evacuación. Sin embargo, para los dueños de casa la orientación al respecto puede ser escasa.
Cuando es demasiado tarde y demasiados peligros para evacuarse con seguridad, hay que considerar alternativas de último recurso y estas se tienen que comunicar con antelación. En una situación con una conflagración urbana, los detalles locales determinan si las ‘ zonas de seguridad’ realmente existen como lugares en donde uno pueda refugiarse. Dado el potencial verdadero para tales desastres, muchas comunidades deben considerar la identificación (o construcción) de estructuras ‘endurecidas’ clave que puedan actuar como refugios a escala local.
Reducir la exposición humana conlleva más atención a lo que la gente debe hacer durante un incendio forestal o incluso durante la conflagración urbana rara. La evacuación segura merece tanto énfasis como la reducción de combustibles, tal como la creación de espacio defendible alrededor de casas o cortafuegos de combustibles a mayor escala al podar la vegetación alrededor de las comunidades.
Un ambiente construido más seguro
Desde la escala de la construcción de casas individuales hasta la ubicación y la configuración del desarrollo en un paisaje, nuestras comunidades deben poder mejor sobrevivir los peligros naturales que ocurren allá. Esto requiere estrategias de tanto corto como de largo plazo para así lograr un ambiente construido más seguro.
Como punto de partida, tenemos que reconocer que actualmente tenemos décimos de miles —tal vez hasta cientos de miles— de casas construidas de acuerdo con códigos de construcción que dejan a estas estructuras vulnerables a la ignición. Sin embargo, asombrosamente hay muy pocos ejemplos de programas de subvenciones para mitigar tales vulnerabilidades mediante programas modernizadores que, por ejemplo, podrían reemplazar techos de tejas de madera o renovar los conductos en desvanes (áticos) y los sótanos de poca altura ( crawlspaces) para así bloquear a las ascuas para que no puedan entrar a las casas.
Por contraste, hay millones de dólares en fondos públicos que se gastan anualmente en proyectos de reducción de combustibles a escala comunitaria. Estas son actividades comunes que persiguen los Fire Safe Councils (Concejos de Seguridad contra Incendios) en California y organizaciones parecidas en otros estados.
El mismo nivel de apoyo debe estar disponible para la mitigación de vulnerabilidades estructurales relacionadas con los incendios como existe para los peligros de incendios.
A largo plazo, la planificación del uso de tierra probablemente sea la herramienta más eficaz disponible para crear comunidades más seguras. Debemos ser más deliberados sobre la manera en que desarrollamos en paisajes con propensión a incendios, aprovechando las técnicas emergentes de mapear peligros.
Aquí la meta no es necesariamente construir menos casas, sino emplear diseños y desarrollos de sitios que eviten las regiones de mayor peligro y concentrar el desarrollo en las áreas del peligro más bajo. En grados variantes esta lógica aplica a restringir el desarrollo con respecto a otros peligros naturales.
A pesar de la aversión que algunos tienen en cuanto a la planificación sobre el uso de tierra, esta estrategia es simplemente sentido común. También salvará vidas y cantidades masivas de recursos públicos a largo plazo.
Donde sí optemos desarrollar y habitar ambientes con propensiones a presentar peligros, quizás sea necesario diseñar comunidades al tomar en cuenta la ‘ supervivencia pasiva’, es decir, la capacidad de soportar el evento y tener agua y electricidad durante unos cuantos días. Esto provee a tanto el ambiente construido como a las personas dentro del mismo alguna protección básica durante un tiempo limitado.
Las estrategias existen para reducir el riesgo de incendios en la existencia actual de viviendas y de diseñar y desarrollar más cuidosamente los sitios de desarrollos futuros en donde los incendios forestales son posibles. Con la expectativa de un aumento en extremos a medida que el clima sigue cambiando, el reconocimiento oficial de este vínculo y la creación de un ambiente construido más seguro sólo se convertirán en asuntos más urgentes.
Este post originalmente fue publicado en inglés en The Conversation y en CityLab.com.