La lección que el sur le puede dar a California sobre incendios forestales

Hay tres cosas que le alegran la vida, dice Johnny Stowe: "La cerveza, mis nietos, y el fuego".
No habla de una fogata de campamento o un incendio en una casa, sino el fuego que Stowe ordena y controla en las áreas silvestres de Carolina del Sur. Como de las reservas naturales para el departamento de recursos naturales del estado, Stowe trabaja con equipos para quemar franjas de tierra predeterminadas en todo el estado, quemando cuidadosamente la maleza con fuego de baja intensidad, siguiendo líneas de control cuidadosamente establecidas. Cada año, en invierno y primavera, en los días en que el clima y el viento son adecuados, Stowe incendia de esta forma miles de acres. Y disfruta cada momento.
"Ayer tuvimos un índice de calor de 105 °F (40.5 ºC), me bebí tres galones de agua, y me sentía totalmente en el cielo", me dice por teléfono. Mientras hablamos, Stowe se encuentra en la Reserva de Longleaf Pine en el condado de Lee, a la espera de que disminuya la humedad para comenzar otra quema. El día terminó siendo excelente para la quema controlada, escribió posteriormente en un correo electrónico.
Los foráneos pueden alarmarse al ver las reservas o las tierras de cultivo en llamas, pero en gran parte del sur de Estados Unidos, la quema controlada sigue siendo bastante común, sobre todo en las propiedades privadas. Cada año, según el Servicio Forestal de Estados Unidos, se queman de forma controlada aproximadamente 8 millones de acres de tierra en el sureste, más que en el resto de las regiones de Estados Unidos combinadas.
En cierta medida, el entusiasmo de Stowe se deriva de las deslumbrantes cualidades estéticas del fuego. Y le encanta la conexión con la historia. Durante su infancia en el sur de Georgia, Stowe aprendió con su familia y vecinos cómo y por qué quemar de forma controlada. "Simplemente era parte de la cultura", dice. "Todos lo hacían".
Pero, sobre todo, está obsesionado con la infinidad de beneficios ecológicos que tiene la quema controlada cuando se realiza correcta y cuidadosamente. Al eliminar cada pocos años la vegetación más joven de rápido crecimiento en áreas del suelo del bosque, la quema controlada protege la salud de los árboles de mayor edad al reducir la competencia por los nutrientes. Las investigaciones revelan que esto puede ayudar a restaurar la biodiversidad de los ecosistemas, y mejorar el hábitat de las especies amenazadas. En el sureste, el resurgimiento de los bosques de pinos de hoja larga que habían sido devastados se le ha atribuido al aumento del uso de la quema controlada.
Sorprendentemente, la quema controlada también puede reducir el riesgo de graves incendios forestales a medida que avanza el año. Aproximadamente 45,000 incendios forestales ocurren en el sureste cada año, más que en cualquier otra parte del país. La quema controlada ligera mantiene a raya el potencial destructivo de los incendios forestales al reducir el crecimiento natural que los alimenta. Por supuesto, las quemas controladas producen mucho humo, y pueden reducir la visibilidad. Pero, según Ed Smith, un ecólogo forestal que trabaja para The Nature Conservancy, "un poco de humo producto de las quemas controladas es mejor que el humo de la temporada de incendios forestales".
Durante un siglo, lo habitual para los que combaten los incendios en California ha sido tratar de apagar los incendios lo más rápido posible. La extinción es a menudo muy necesaria en un estado tan densamente poblado. Pero a medida que los incendios forestales en California se vuelven más frecuentes, intensos y destructivos, la supresión de incendios se hace cada vez más insostenible en términos de costo y mano de obra necesarios. De hecho, en conjunto con el raleo irregular de árboles, la extinción de incendios ha aumentado el riesgo de grandes incendios, pues ha provocado una densidad anormal de los bosques de California.
Eso, según los expertos, exige una nueva forma de abordar los incendios, quizás una forma que tome en cuenta los consejos de personas como Stowe. "Podemos aprender más del sur de lo que itimos", dijo el otoño pasado Scott Stephens, experto en incendios forestales de la UC Berkeley. "Durante décadas, han tenido una conexión más sostenible con los bosques y el fuego que en cualquier otro lugar del oeste".
Por muchas razones, el oeste y el sur han tenido relaciones muy diferentes con los incendios. Durante siglos, los nativos americanos en ambas regiones usaban el fuego de manera deliberada para mejorar las condiciones de forrajeo y visibilidad para la caza. Según el historiador de incendios Stephen J. Pyne, los primeros colonos europeos en el sureste, especialmente en la Florida, imitaban la práctica. Los leñadores descubrieron que la quema ayudaba a los árboles a crecer más fuertes y derechos, y los ganaderos descubrieron que volvía más exuberante el pasto para el ganado.
Con los años, la quema se convirtió en parte de la cultura sureña. Incluso después de que una repentina oleada de incendios tremendamente destructivos en las montañas occidentales en 1910 orientó las políticas del naciente Servicio Forestal de EstaSmith es uno muchos los ecólogos que piden que más áreas regiones estadounidenses imiten las quemas controladas del sur, especialmente California, donde los catastróficos incendios de los últimos veranos han captado la atención nacional. Este año, la temporada de incendios forestales del estado llegó más temprano que nunca, y con mucha intensidad. Desde hace dos semanas, una docena de grandes incendios forestales ardieron en el estado de extremo a extremo, quemando decenas de miles de acres, amenazando un sinnúmero de hogares y estructuras, y cobrando la vida de cuatro personas. La persistente sequía, las altas temperaturas, y las plagas de escolitinos (escarabajos cuyas larvas destruyen las cortezas de los árboles) han convertido los bosques en polvorines. A medida que cambia el clima, estas condiciones están empeorando.dos Unidos casi en su totalidad hacia la extinción —condenando la quema controlada como una tontería retrógrada— la tradición regional se mantuvo. Mientras aumentaba la presión política para prevenir los incendios forestales de cualquier tipo en las décadas de 1930, 1940 y 1950 especialmente con la campaña del oso Smokey, cierto número de propietarios sureños aún seguía utilizando las quemas controladas. Actualmente, muchos estados del sur tienen leyes que apoyan a quienes practican las quemas controladas y su uso con fines de restauración ecológica. Pyne le llama a Tallahassee, Florida, el "Silicon Valley" de las quemas controladas, por toda la investigación, promoción y enseñanza de la práctica que se desarrolla allí.
Por el contrario, los viajeros que fueron hacia el oeste y se establecieron en California no siempre estaban a favor del uso de la quema. Aunque algunos propietarios de tierras utilizaban la quema controlada —e incluso la defendían con pasión, según Pyne— durante el siglo XIX y principios del XX, el fuego era ampliamente considerado una amenaza, especialmente mientras California se industrializaba y urbanizaba. El aumento de la densidad de población obligó a las agencias estatales y regionales de bomberos a usar tácticas de extinción, incluso en áreas silvestres despobladas. "En California, si el uso principal del suelo es la expansión urbana, tiene sentido [la extinción]", dice Pyne. "Pero en cualquier otro lugar, no. Cada incendio que se extingue en la ciudad es un problema resuelto, pero en las áreas silvestres es un problema que simplemente se pospone".
Y, a pesar de sus ventajas, la implantación de las normas de calidad del aire en California durante las últimas décadas ha hecho que realizar quemas controladas sea aún más difícil. Por todas estas razones, salvo unas pocas excepciones en algunos de los parques nacionales del estado, el uso de la quema controlada ha sido relativamente poco frecuente, a pesar de las peticiones de los ecologistas, historiadores y partidarios.
Sin embargo, poco a poco California está reconsiderando el uso de la quema controlada. "Estamos intentando aumentar la cantidad que podemos usar", dice Jamie Tripp, una especialista en operaciones de combustibles de la región del sudoeste del Pacífico del Servicio Forestal de Estados Unidos, el cual gestiona la mayor parte de los bosques de California. Tripp ayuda a supervisar las actividades para la reducción de incendios en todo el estado, como el raleo de árboles y la quema. En el año 2015, la agencia aplicó quemas controladas en aproximadamente 38,000 acres en todo el estado, cifra considerablemente mayor que en los tres años previos, según datos del Sistema de Supervisión de Actividad del Servicio Forestal. Además, dice que de vez en cuando, si es acorde a los objetivos predeterminados para una zona forestal en particular lejos de los seres humanos, la agencia permite que partes de un incendio forestal continúen ardiendo, casi como si hubiera sido una quema controlada.
Pero no es una directiva sencilla incendiar más terrenos. Según Tripp, los objetivos de gestión y las limitaciones ambientales son diferentes en cada bosque. Las ventanas para las quemas controladas—en términos de requisitos de humedad, viento, temperatura y calidad del aire—cambian constantemente. En general, duran menos y son menos frecuentes en los ecosistemas más secos de California que en el sudeste húmedo. La seguridad humana sigue siendo el interés principal de las agencias de incendios forestales de California, y dado que más personas se mudan cerca de las áreas silvestres, las quemas controladas pueden resultar peligrosas.
"No podemos simplemente recurrir a la misma historia de que es demasiado difícil hacerlo", dice Smith, el ecólogo forestal de The Nature Conservancy. "Hay grandes oportunidades para reintroducir las quemas controladas. Tenemos que empezar a ver cómo controlar todas las variables involucradas".
Eso ya está comenzando a suceder. En febrero, líderes del Servicio Forestal, de la agencia estatal de lucha contra los incendios forestales CAL FIRE, y del Servicio de Parques Nacionales se reunieron con grupos de conservación y consejos locales de bomberos para comenzar a trabajar en un memorando de entendimiento con vistas al uso de la quema controlada. Al existir una generalizada mortalidad de los árboles e incendios forestales más intensos, "tenemos que apostarle a una mayor protección y educación de la comunidad, y a la vez reconocer que las quemas controladas juegan un papel clave en la reducción de la intensidad de estos incendios", afirmó el jefe Ken Pimlott, director de CAL FIRE y encargado forestal del estado de California. "El uso de más quemas controladas puede ayudar a renovar los ecosistemas y ayudar a los propietarios de tierras a reducir la acumulación de vegetación inflamable".
Estas medidas son alentadoras, pero aún puede tomar algún tiempo convencer a los californianos, especialmente a aquellos que viven cerca de los bosques, de que el fuego puede ser bueno. Si se leen los titulares, es comprensible que estén nerviosos.
Del mismo modo, en el sureste, conforme aumenta la expansión urbana, el apoyo político a la quema controlada está disminuyendo un poco, según varias fuentes. "Se están mudando más personas desde el noreste, y están cuestionando las quemas controladas", dice Stephens, ecólogo de la UC Berkeley. Según Stowe, el encargado de la gestión forestal de Carolina del Sur, el problema es el "rurbanismo", el hecho de que las personas buscan vivir fuera de las ciudades, fuera de los suburbios, y acercarse cada vez más a las áreas silvestres. "Quieren la experiencia de vivir cerca de la naturaleza, pero a la vez no quieren oler la orina del ganado o el humo de los incendios", dice.
Aunque la quema forme parte de las tierras y la cultura sureñas, Stowe aún debe explicar sus beneficios, e incluso su significado más profundo. "El fuego nos ha formado, y nosotros hemos formado el planeta con fuego", escribió en una reciente presentación, compartida con CityLab. Aunque Estados Unidos se urbaniza cada vez más, la relación humana con el fuego sigue siendo importante.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.