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CityLab Medio Ambiente

Cómo la falta de información ambiental puede ser mortal para las comunidades rurales

Un reporte del Instituto de Recursos Mundiales investiga lo que sucede cuando los datos sobre la calidad del agua son, desafortunadamente, inaccesibles.
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22 Dic 2017 – 02:03 PM EST
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Noi Jaitang –quien fue entrevistado como parte del reporte del World Resources Institute– riega su jardín en Tailandia. Crédito: Laura Villadiego

Los vaqueros de la Cuenca del Río Tuul en Mongolia no pueden usar celulares –la única tecnología fácilmente disponible– para acceder a los portales en línea de su gobierno donde se publican datos sobre la contaminación. Los vaqueros se quedan a oscuras en cuanto a los efectos que los proyectos mineros están teniendo en su tierra, en sus aguas subterráneas y en su ganado. Esta falta de accesibilidad no es sólo un problema mongol. En un reporte reciente, el World Resources Institute (Instituto de Recursos Mundiales) ha encontrado que la información sobre la calidad de agua no se está difundiendo de manera en que las comunidades vulnerables puedan encontrarla o utilizarla fácilmente.

El reporte se titula Thirsting for Justice: Transparency and Poor People’s Struggle for Clean Water in Indonesia, Mongolia, and Thailand (Con sed de justicia: la transparencia y la lucha de la gente pobre por conseguir agua limpia en Indonesia, Mongolia y Tailandia). Es el resultado de una investigación realizada durante tres años sobre la eficiencia de los enfoques de los gobiernos de estos países en cuanto a la divulgación de datos sobre la calidad de agua. Aunque algunos países como Tailandia tienen leyes sobre la libertad de la información y el derecho de ser informado, con frecuencia su aplicación es fallida.

“Vemos a la información como la primera etapa hacia la responsabilidad”, dice Carole Excell, coautora del reporte y directora interina de la práctica de Democracia Ambiental en el World Resources Institute. “Es un mecanismo que permite que ocurran la participación y la responsabilidad. Existen grupos en todo el mundo que han usado su derecho a agua limpia para decir ‘Mi río está contaminado y el gobierno me ha fallado’. [Pero ellos] necesitan usar [documentos] del gobierno para mostrar cuán contaminada está el agua”.


Según el reporte, 400 millones de toneladas de desperdicios dañinos de instalaciones industriales se echan a las aguas del mundo cada año. Las enfermedades y muertes causadas por la contaminación hacen que los países en vías de desarrollo pierdan entre un 2% a un 4% de su PIB cada año. Para las comunidades rurales que dependen de fuentes naturales de agua para pescar y cultivar, así como actividades diarias como bañarse y cocinar, una falta de información puede ser mortal.

Elizabeth Moses –coautora del reporte y una analista investigativa en la práctica de Democracia Ambiental del World Institute– ha observado las repercusiones cuando las comunidades no son informadas sobre los riesgos ambientales. Los vaqueros mongoles observaron que el Río Tuul –cada vez más contaminado– estaba enfermando sus vacas y sus clientes se quejaban de que su carne sabía extraña. En Serang, Indonesia, los aldeanos dijeron que el Río Ciujung estaba causándoles picazón en la piel y que el agua –llena de desechos industriales tirados por industrias de papel y pulpa– se había vuelto tan sucia que había reducido drásticamente la cantidad de camarones que podían cosechar.

“En Tailandia, [donde] hay aglomeraciones de cáncer, el gobierno les ha dicho [a los aldeanos] que el agua contiene arsénico y mercurio”, dice Moses. Pero l os residentes no saben si deben dejar de usar el agua, cómo le entró el arsénico y el mercurio o qué deben hacer para responder ante esta situación.

Moses y Excell piensan que los gobiernos tienen que colaborar con las comunidades locales para identificar necesidades específicas en cuanto a la información. “El próximo paso para el gobierno es discutir con la comunidad lo que se debe hacer para solucionar al problema”, dice Moses. “Al no enfrentarlo, permite un sistema en donde las personas siguen siendo lastimadas por el agua que toman”.

En un mundo cada vez más conectado, usar soluciones de baja tecnología quizás parezca ilógico. Pero “para las comunidades en donde trabajamos, nuestro hallazgo es [que] decididamente las maneras no técnicas son las formas de llegar a la gente”, dice Excell. Cuando los vaqueros mongoles trataron de acceder al sitio web de su ministerio, encontraron que era difícil usar y entender las bases de datos, ya que había poca información sobre sus fuentes específicas de agua. “Mucho de lo que dijeron era: ‘Realmente queremos que [el gobierno] tenga un diálogo con nosotros’”, dice Excell. Centralizar los datos en portales en línea puede ser útil para examinar un asunto en una escala nacional –dice–, “pero los datos específicos de una instalación tienen que ser entregados de manera en que las personas puedan entenderlos”.

El reporte enumera alternativas que otros gobiernos han usado para difundir la información a los residentes: reportes en medios locales, alertas por radio y aplicaciones móviles diseñadas específicamente para funcionar con la tecnología local. En pueblos pequeños en Sudáfrica y en el Reino Unido, el gobierno pone letreros advirtiendo sobre la contaminación de agua y los riesgos para la salud. Colombia registra las descripciones de los s en cuanto a la manera en que quieren ver los materiales ofrecidos sobre estos asuntos.

A Excell y Moses también les preocupa cómo el cambio climático empeorará los problemas causados por la falta de información. “Resulta todavía más urgente [que los residentes] reciban estos mecanismos en su debido puesto para compartir información, dado que poco a poco habrá menos agua disponible para el uso de los seres humanos”, dice Excell.

Este artículo fue originalmente publicado en inglés en CityLab.com

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