Otra razón para adorar a los espacios verdes urbanos: combaten el crimen

Hay muchas razones por las que se deben valorar las áreas verdes en las ciudades: los son bonitas, absorben las aguas de lluvia cuando hay tormentas y mejoran la salud. Y ahora existe evidencia de que su existencia en espacios urbanos afecta al crimen. Aparentemente la manera en que cuidamos a nuestros árboles, arbustos y céspedes marca una diferencia en cuanto a la seguridad de las áreas circundantes.
Se trata de un campo de investigaciones aún bastante joven, pero los estudios recientes han encontrado relaciones significativas entre el mantenimiento de espacios verdes y ciertos tipos de crimen en Filadelfia, Baltimore y Youngstown, Ohio. Se desconoce exactamente cómo funciona esto, pero una teoría al respecto recuerda la idea de Jane Jacobs de “ojos en la calle”. Es decir, céspedes mantenidos y huertos comunitarios alientan a la gente a pasar más tiempo afuera en estos espacios, lo cual conduce a un mayor grado de vigilancia informal en el área y así se previene el crimen.
En conjunto, estas investigaciones les dan motivos a ciudades para volver a evaluar sus políticas sobre la limpieza de los espacios abandonados, la posibilidad de arborizarlos, el desarrollo de parques en desarrollo y la evacuación de aguas de lluvia en instalaciones verdes. Más allá de los beneficios ecológicos y estéticos, dichas inversiones crean un ambiente más seguro para sus vecinos.
Espacios verdes reclamados versus tasas delictivas en Youngstown
La ciudad de Youngstown, Ohio, ha estado luchando contra el alto desempleo y el estancamiento económico desde que la desindustrialización arrasó con los puestos de trabajo locales. Con un 31% de la superficie terrestre de la ciudad vacante, Youngstown inauguró un programa para convertir esos espacios vacíos en una recursos positivos. Desde 2010 a 2014 se contrató a un equipo que se encargó de cortar la hierba en los lotes y cercarlos. Un año después, se añadió un programa que les dio fondos a comunidades locales para que pudieran mejorar los lotes de las formas que quisieran, entre ellas construyendo jardines, monumentos y árboles frutales.
Este programa funcionó como un experimento natural. La ciudad tenía distintos tratamientos (mejorías por contratistas y mejorías por comunidades locales) y un grupo control (los lotes que no fueron renovados). Cuando un equipo de investigadores examinó los datos delictivos alrededor de estos sitios para montar un estudio publicado en 2015 , encontraron que los lotes renovados tenían menores tasas de crímenes contra propiedades (robos y asaltos) y crímenes violentos. Sin embargo, los efectos no fueron idénticos. Las áreas con los lotes renovados por contratistas experimentaron un mayor descenso en crímenes contra propiedades, mientras que los lotes renovados por grupos comunitarios tuvieron un descenso mucho más pronunciado con los crímenes violentos. Los lotes renovados por contratistas a lo mejor tienen mayor visibilidad, lo cual impide el robo al eliminar vegetación que pueda esconder a delincuentes o a lo que hayan robado, dice Michelle Kondo, una de los autores del estudio e investigadora especializada en Ciencias Sociales del Servicio Forestal de EEUU. Por su parte, los jardines creados por la comunidad quizás atraigan más cuidado y atención de los residentes locales, lo cual crea un ambiente que impide violencia repentina que ocurre en el ardor del momento.
Para asegurarse que las mejorías no estaban desplazando el crimen hacia otras áreas, los investigadores también evaluaron la situación de la zona alrededor pero algo más alejada de estos sitios mejorados. Los datos indican que, en realidad, las tasas delictivas también descendían en las áreas circundantes y no sólo en ese lugar específico del área verde.
Sin embargo, no sólo se encontraron con buenas noticias. Hubo un incremento significativo en los robos de vehículos en los lotes renovados en comparación con los lotes que permanecieron vacantes. Los autores creen que las mejorías tal vez alentaron a más personas a dejar sus autos alrededor de los lotes renovados que antes, lo cual brindó más oportunidades para los ladrones. Por lo general, el estudio sugiere que las ciudades deben priorizar la revitalización de los lotes vacantes no sólo por razones estéticas o económicas sino también para combatir el crimen .
Áreas verdes para manejar la lluvia versus la posesión de drogas en Filadelfia
En 2000 Filadelfia inauguró un programa para convertir en lotes cultivados las áreas grises que bordean las calles. Éstas permitirían absorber mejor las aguas pluviales. Kondo y sus colegas del Servicio Forestal examinaron 52 sitios en toda la ciudad junto con sitios “de control” que no habían recibido ninguna mejoría. También rastrearon 14 tipos diferentes de crimen en esas áreas. Encontraron una reducción significativa a nivel estadística en cuanto a la posesión de narcóticos alrededor de los nuevos lotes verdes. La tasa delictiva fue de un 18 a un 27% menor que en los sitios de control, a pesar de que la tasa delictiva en toda la ciudad había aumentado en un 65%.
Kondo especula que la reducción en posesión de drogas quizás resulte del cambio visible a los espacios que anteriormente eran pavimentados y anónimos. Áreas sembradas o céspedes bien mantenidos tenderían a atraer más atención positiva y transmiten una presencia gubernamental más fuerte.
“Puede ser que tener algún tipo de instalación que pertenece a la ciudad y que es operada y mantenida por la misma, dando como resultado que vehículos del [Departamento de Agua de Filadelfia] pasen por ahí en cualquier momento, a lo mejor señale que lo mejor sería no andar por ahí [para cometer delitos]”, dice Kondo. Es posible que las áreas escogidas para las intervenciones verdes hayan representado un papel más significativo en el narcotráfico que con otros tipos de crimen.
Las ciudades necesitan espacios verdes de retención para evitar que las aguas pluviales abrumen a sus alcantarillados y arrojen aguas residuales contaminadas al ambiente circundante. Dichos espacios también ofrecen otros beneficios, como que sea más placentero pasar tiempo en ellos. Las investigaciones sugieren que podrían diseñarse como una herramienta en la política urbana contra las drogas. A fin de cuentas, ¿por qué conformarse con controlar las inundaciones cuando también se puede impedir el narcotráfico?
Céspedes bien mantenidos versus el crimen en Baltimore
Al cambiar el foco a la propiedad privada, las nuevas investigaciones sugieren que patios residenciales bien mantenidos se relacionan con menores tasas delictivas que los céspedes mal mantenidos. Los científicos llevaron a cabo encuestas detalladas de los céspedes en 1,000 casas a lo largo de la ciudad y del condado de Baltimore. Entonces las compararon con datos sobre crímenes reportados en 150 metros a la redonda de cada propiedad. Su análisis —publicado el otoño pasado en la revista Landscape and Urban Planning o Planeación de Paisajes y Espacios Urbanos— encontró diez características de paisaje que tenían significancia a nivel estadístico.
Los indicadores más poderosos de un descenso en crimen fueron tener un césped, la presencia de mangueras o rociadores, arbustos, el área cubierta por árboles, el porcentaje de área permeable y la presencia de árboles en los patios. Los factores con el vínculo más fuerte con un aumento del crimen fueron la cantidad de árboles pequeños en calles, basura, céspedes sin cortarse y céspedes secos.
Es difícil no observar las implicancias relacionadas con el ingreso familiar que tienen todas estas características decisivas. Si ganas lo suficiente para vivir en un vecindario frondoso y puedes mantener un césped con muchos arbustos y árboles, es muy probable que vivas en un lugar más seguro. Mientras tanto, esto es muy distinto si vives en una cuadra llena de basura con un patio seco, cuya hierba no se corta y con unos árboles de poco valor que abundan en los lados de las calles.
Pero hay más que tomar en cuenta, dice el autor Morgan Grove, quien también es un investigador con el Servicio Forestal. Los delincuentes tienden a buscar espacios donde puedan operar sin que los vean o lugares donde sí se les ve, no se les delata.
“El nivel del mantenimiento del patio es casi como un letrero de un grupo de vigilancia de vecindarios diciendo ‘Tenemos ojos en la calle y avisaremos’”, dice Grove. “Existe el hecho físico de que las personas pueden ver a los delincuentes, pero también está el significado simbólico que refuerza el orden social de que la gente actuará a su favor y al favor de los demás”.
Mientras que la teoría de “ventanas rotas” sugiere que delincuentes observan signos físicos de descuido al buscar blancos a atacar, el estudio de los patios en Baltimore respalda la teoría de “señales de cuidado”, es decir, que el mantenimiento visible de espacios compartidos presenta una “señal de capital social y cohesión que quizás impida a los criminales”.
En conclusión, los espacios urbanos verdes deben de desempeñar un mayor papel en los planes de las ciudades para reducir crimen. Un paso inicial a seguir sería poner más atención pública en el paisajismo en áreas con altos índices de crimen, así como ayudar a residentes a cuidar a sus propias áreas comunes y espacios vacíos. Esto le da más urgencia al mantenimiento de vegetación en terrenos públicos por parte de las ciudades. Un árbol muerto en una acera ya no es sólo un árbol muerto.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.