Oficializan triunfo de Ortega en Nicaragua en elecciones que muchos consideran "una burla"
El suspenso habitual de la jornada electoral no existió el domingo. Los nicaragüenses esperaron hasta las primeras horas del lunes para que se anunciaran los primeros resultados oficiales de las presidenciales, que no arrojaron sorpresas en unos comicios cuestionados dentro y fuera del país.
El Consejo Supremo Electoral anunció resultados parciales con aproximadamente la mitad de las papeletas escrutadas, dando a la alianza sandinista de Daniel Ortega alrededor del 75% de los votos. La entidad electoral dijo que la participación fue del 65%.
No fue inesperado ya que todos los principales candidatos de la oposición están en la cárcel o bajo arresto domiciliario.
La elección ha dividido a América Latina, ya que algunos líderes se unieron al llamamiento para denunciar la farsa mientras otros respaldaban a Ortega. En una declaración el lunes, el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, fue enfático, diciendo: "el actual gobierno nicaragüense ya no es democrático".
Sólo cinco candidatos poco conocidos, en su mayoría de partidos pequeños aliados a los sandinistas de Ortega, se presentaron a las elecciones. También fueron detenidos opositores y empresarios, y el gobierno elimino a partidos rivales y criminalizo la disidencia en un proceso que empezó meses atrás.
En contraste con los datos del Consejo Supremo Electoral, grupos que monitorearon el proceso informaron que los colegios electorales se mostraban. Testigos dijeron a esos activistas que la participación fue baja y las fotos mostraban colas en algunos recintos, pero en su mayoría policías sin uniforme esperando para votar.
En un esfuerzo desesperado por aumentar la participación, el gobierno suspendió la tradicional 'ley seca', la prohibición de vender alcohol durante la jornada electoral.
La organización de observatorio ciudadano Urnas Abiertas informó de que, según sus 1.450 observadores repartidos por todo el país, la abstención fue de un promedio de 81,5%.
Los grupos de la oposición se unieron en un llamamiento a los votantes para que se quedaran en casa para socavar la legitimidad de las elecciones, aunque en privado muchas personas expresaron su temor a las represalias si no acudían a votar.
La realidad alternativa
Sin embargo, en la realidad alternativa del gobierno sandinista, fue una jornada pacífica en un proceso democrático totalmente normal y con una participación entusiasta.
Los medios de comunicación oficiales, dirigidos por Ortega y su familia, informaron de largas colas y mostraron imágenes de colegios electorales abarrotados, que según algunos opositores estaban manipuladas, utilizando ángulos de cámara cerrados para ocultar la ausencia de votantes.
Al mismo tiempo, los medios independientes, como Confidencial, 100% Noticias o Divergente, transmitieron imágenes de calles desiertas.
La mayoría de los medios independientes informan ahora desde el exilio, pero siguen en estrecho o con su audiencia gracias a Internet y al cambio de publicaciones en línea y emisiones en YouTube.
Miedo en las calles
Oficialmente el voto es secreto, pero la gente teme ser denunciada por los vecinos y no confía en la privacidad del sistema electoral. Según los informes, grupos de paramilitares patrullaban las calles de Managua tomando fotos y grabando en vídeo los movimientos de cualquiera que se atreviera a hablar. El Frente Sandinista tambien empleo a trabajadores del Estado y simpatizantes como 'movilizadores' para “garantizar el voto sandinista”, segun el media digital Confidencial.
Entre el viernes y el domingo fueron detenidas 21 personas, según el Observatorio Ciudadano y la organización Urnas Abiertas, que vigilaron el proceso.
La coalición opositora Alianza Cívica denunció "acoso, vigilancia, intimidación, agresión, ataques, detenciones ilegales y arbitrarias" de algunos de sus dirigentes. Cuatro de ellos fueron liberados horas después, pero 16 seguían encarcelados al final del domingo.
¿Camino hacia la dictadura?
La victoria de Ortega consolida el modelo político cada vez más represivo que ha construido en los últimos años.
Un exrevolucionario, Ortega llegó al poder por primera vez en 1979 como parte de una amplia coalición, liderada por el izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional, que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza.
Fue expulsado del poder en las elecciones de 1990, tras una guerra civil que duro una decada década con los llamados insurgentes del ejército de la ' Contra', financiada por la istración de Ronald Reagan.
En 2006, Ortega regresó al poder, presentándose como un católico devoto y tratando de aliarse con la élite empresarial conservadora del país.
Desde entonces, ha eliminado los límites del mandato presidencial y ha nombrado vicepresidenta a su esposa, Rosario Murillo.
Estados Unidos
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una declaración emitida el domingo, dijo que Ortega y Murillo, habían orquestado una "pantomima de elecciones que no fueron ni libres ni justas".
Biden prometió en un comunicado el domingo aumentar la presión para incrementar la presión internacional sobre el gobierno sandinista.
"Estados Unidos, en estrecha coordinación con otros de la comunidad internacional, utilizará todas las herramientas diplomáticas y económicas a nuestro alcance para apoyar al pueblo de Nicaragua y hacer que el gobierno de Ortega-Murillo y quienes facilitan sus abusos rindan cuentas", dijo el domingo.
La elección de Ortega también pone de manifiesto la actual impotencia de Estados Unidos en la región a la hora de enfrentarse a regímenes autocráticos de izquierdas.
La declaración de Blinken el lunes incluyó una declaración un tanto futurista sobre las herramientas a su disposición, incluyendo el planteamiento del tema en la próxima reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington DC el 11 y 12 de noviembre.
"Seguiremos utilizando la diplomacia, las acciones coordinadas con los aliados y socios regionales, las sanciones y las restricciones de visado, según proceda, para promover la rendición de cuentas de los cómplices que apoyan los actos antidemocráticos del gobierno de Ortega-Murillo.
Las autoridades estadounidenses están estudiando la posibilidad de imponer nuevas sanciones a su gobierno y de revisar el papel de Nicaragua en un pacto comercial regional.
Pero, en Washington preocupa que un mayor descontento en Nicaragua pueda alimentar una mayor emigración hacia Costa Rica y Estados Unidos, donde este año se ha detenido a un número récord de nicaragüenses en la frontera.
Sin observadores
Las elecciones se celebraron sin observadores internacionales y a la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses -incluida Univisión Noticias- no se les concedieron visados para realizar una cobertura sobre el terreno.
Para mediodía del lunes Ortega aún no había pronunciado un discurso de victoria, aunque sí violó las normas electorales al salir el domingo en una cadena nacional durante 45 minutos, acusando a la oposición de conspirar para derrocarlo con financiación "terrorista" de Estados Unidos.
"Hay quienes optan por la guerra, la violencia, el terrorismo y las calumnias. Quieren que el país se vea envuelto en un enfrentamiento violento y en una guerra como la que se ha vivido a lo largo de la historia (...) Que el pueblo no se tiña de sangre. Ahí está el voto para evitarlo", advirtió Ortega.
"Las elecciones son un compromiso de los nicaragüenses de votar por la paz y no por la guerra", añadió.
Los expresidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; Laura Chinchilla, de Costa Rica; Juan Manuel Santos, de Colombia, y Ricardo Lagos, de Chile, pidieron desconocer los resultados de la elección y suspender a Nicaragua de la OEA.
Mientras tanto, el presidente Nicolás Maduro en Venezuela, se hizo eco de las palabras de Ortega al afirmar que "votar este domingo en Nicaragua es votar por la paz".
La Unión Europea también rechazó los resultados, diciendo que las elecciones "completan la conversión de Nicaragua en un régimen autocrático."
El canciller de España, el socialista José Manuel Albares, aseguró que el proceso fue "una burla al pueblo de Nicaragua, una burla a la comunidad internacional, y sobre todo, una burla a la democracia".
Pero el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, respaldó a Ortega, diciendo que los llamamientos de Estados Unidos para que los países no reconozcan el resultado eran "inaceptables".
