"Que vengan los gringos o la mujer maravilla pero que nos ayuden": la represión frustra la entrega de ayuda a Venezuela
CÚCUTA, Colombia. - Cientos de voluntarios con banderas de dirigirán a los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander de Cúcuta, otros esperan entre música su turno para intentar ingresar la ayuda humanitaria, un esfuerzo coordinado por el equipo del presidente interino Juan Guaidó.
Falta poco para el mediodía del sábado y, entre los opositores al gobierno de Nicolás Maduro que se han presentado voluntarios para acompañar los cargamentos, siguen los sentimientos de esperanza y alegría contagiosa de la víspera cuando decenas de miles de personas asistieron a un concierto con una treintena de artistas internacionales para recaudar fondos para su país.
En primera fila de los voluntarios de Tienditas, una mujer en silla de ruedas y que se ayuda de una bombona de oxígeno para respirar grita 'Sí se puede'. Se trata de Elizabeth Salazar, una paciente de cáncer de 65 años que el año pasado conmocionó al país cuando, en una protesta en el Ministerio de Salud, mostró un seno necrosado para mostrar las consecuencias de la falta de quimioterapias en Venezuela.
El verano pasado, la mujer tuvo que mudarse desde Caracas a Cúcuta porque está enferma de cáncer y en su país no podía tratarse. Así que este sábado se presentó de voluntaria porque quiere que “Venezuela no siga sufriendo” lo que ella sufrió.
Poco antes, Guaidó había informado en una rueda de prensa junto con los presidentes de Chile, Colombia y Paraguay de la llegada del primer camión de ayuda por la frontera de Brasil en un discurso en el que había pedido que la jornada se desarrollara en paz.
También se conocieron a primera hora las primeras deserciones de militares venezolanos. Pero el optimismo de los voluntarios tardó pocas horas en esfumarse.
El optimismo se esfuma con la violencia
Primero llegaron las noticias de que en la ciudad venezolana de San Antonio, las fuerzas de seguridad de Maduro respondieron con gases lacrimógenos y balas de goma a quienes se dirigían al puente Simón Bolívar para buscar la ayuda.
Después, las malas noticias comenzaron a llegar de Ureña, otra ciudad fronteriza con Cúcuta, donde se registraron múltiples enfrentamientos en los que los manifestantes fueron repelidos con perdigones y gases lacrimógenos de la Guardia Nacional.
Además, dos camiones de ayuda humanitaria fueron incendiados en el puente Francisco de Paula Santander, cuando los militares venezolanos bloqueaban el paso de la caravana.
En un día marcado como vital para el ingreso de la ayuda humanitaria, la jornada se saldó con al menos dos muertos y casi 300 heridos por la violencia de los cuerpos de seguridad y los colectivos armados afines al gobierno de Maduro y con buena parte de los alimentos y kits de higiene para donar regresados a las bodegas.
Según la ONG Foro Penal, los fallecidos son un menor de 14 años y un adulto que murieron por impacto de bala en Santa Elena de Uairén, en el estado Bolívar. Esa organización tiene al menos otras dos víctimas pendientes por confirmar.
Mientras tanto, Maduro, en un combativo discurso ante sus seguidores en el centro de Caracas, anunció la ruptura de relaciones políticas y diplomáticas con Colombia y les dio 24 horas para que retiren a sus representantes.
“La paciencia se agotó”, dijo el gobernante. “No podemos seguir soportando que se preste el territorio de Colombia para una agresión contra Venezuela”, afirmó. Pero pese a que Bogotá alega que Maduro no puede romper relaciones diplomáticas porque no lo reconocen, decidieron sacar a sus diplomáticos por seguridad.
El gobernante también arremetió contra la ayuda humanitaria que Guaidó intenta ingresar al país e insistió en que es "una trampa boba" para enmascarar una supuesta invasión de EEUU.
¿Intervención militar?
Al final de la jornada, en una conferencia junto al presidente colombiano Iván Duque, Guaidó pidió a sus seguidores "confianza, avanzar, resistir" y señaló a Maduro de asesino "por acción u omisión" por impedir la entrada de alimentos y medicinas a Venezuela y por haber permitido la quema de camiones con insumos.
“No le den lealtad señores de las fuerzas armadas a alguien que quema comida en frente de hambrientos, vimos a un hombre quemar medicinas enfrente de enfermos”, dijo el presidente interino. En total, al menos 60 militares de las Fuerzas Armadas desertaron y le declararon lealtad a Guaidó.
Después, el presidente dijo que evaluará "todas las opciones" para lograr la liberación de Venezuela, abriendo de nuevo las especulaciones sobre una posible intervención militar estadounidense en el país.
En el momento en el que Guaidó lanzó ese mensaje, la etiqueta #IntervencionMilitarYa era tendencia mundial, un mensaje que también se escuchaba entre los voluntarios del puente de Tienditas que estaban esperando su turno para salir a llevar la ayuda humanitaria pero que se quedaron sin poder cumplir la misión. Los organizadores decidieron que, en medio de la violencia con la que habían recibido los insumos en los otros puentes, era una decisión demasiado arriesgada.
“No tenemos instrucciones de pasar. Si llegáramos a pasar nos matan”, les decía, a través de un megáfono, un organizador subido a un camión a los voluntarios que llevaban horas bajo el sol esperando para llevar la ayuda y que se estaban empezando a desesperar por la falta de información.
“Llevamos 20 años luchando por el fin de este régimen. Por un día más no me voy a rendir”, le respondió uno de los voluntarios que también estaba subido al camión después que anunciaran que se abortaba la misión.
Los hombres y mujeres que habían llegado desde diferentes partes del país a Cúcuta para ayudar al ingreso de la ayuda humanitaria se debatían entre quienes mantenían la calma, conscientes de que la transición no va a ser fácil y quienes pedían una intervención militar.
Entre los últimos está Hector Berti, un extrabajador petrolero de Táchira. Para explicar por qué decidió ir a Cúcuta como voluntario, el hombre sacó un bolígrafo con insulina: "Soy diabético, no tenemos medicinas, no nos alcanza la plata. Somos los propios esclavos", lamentó.
Pero ahora, después de la jornada marcada para la entrega de la ayuda humanitaria en la que no pudieron cumplir su cometido, decidió regresar a Venezuela decepcionado: “Lo único que pido a Dios es que vengan los gringos, que venga la mujer maravilla, pero que venga alguien y nos ayude porque estamos desesperados”.