México es el epicentro del tráfico humano en América Latina y en sus fronteras pasa lo peor, según un informe
Varios niños vendían artesanías en el centro de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas. Parecía algo 'normal' en un lugar donde la pobreza obliga a que los menores participen en el comercio informal para contribuir a la economía familiar. Todo dio un giro cuando desapareció un indígena de dos años en junio de 2020. Durante el operativo de búsqueda, las autoridades descubrieron que varios niños eran obligados a trabajar a punta de golpes.
Un total de 23 menores, entre ellos tres bebés, fueron rescatados durante un operativo que encabezó la Fiscalía de Chiapas. La mayor de las víctimas tenía 15 años. Varios presentaban signos de violencia física, desnutrición y maltrato psicológico. Estaban bajo el control de tres mujeres, quienes fueron detenidas.
Este caso no es único en México, un país que ha sido catalogado como el epicentro latinoamericano de una actividad criminal que a veces se muestra como explotación sexual y otras como laboral, pero que también incluye el transporte de inmigrantes hacia el norte.
“El mercado de tráfico de personas de México es el más grande y sofisticado de la región, ya que es un país grande y sirve como nación de origen y tránsito, principalmente hacia Estados Unidos”, concluye un reciente informe de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional.
Este análisis identifica que sus fronteras son los sitios más conflictivos. Uno de esos lugares es el estado de Chiapas, paso obligado de las caravanas de centroamericanos. Ese éxodo a causa del desempleo, la violencia y la pobreza se exacerbó con la pandemia del coronavirus, advierte el estudio.
Las restricciones en los cruces fronterizos debido al covid-19 interrumpieron las operaciones de tráfico de personas, “lo que resultó en menos víctimas, pero a un valor más alto”, agrega.
La Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional coincide con varios otros reportes: que los carteles están involucrados de alguna u otra manera en el tráfico de personas en México. “Los contrabandistas suelen tener vínculos con grupos criminales transnacionales, carteles de la droga y funcionarios corruptos”.
El modus operandi no es el mismo en todo México: mientras en el sur suelen ser de la comunidad local “que trafican individuos en vehículos, autobuses o remolques”, los del noreste típicamente integran “grupos organizados más grandes que controlan las redes de contrabando”.
Al referirse a los carteles, en particular, el análisis destaca que “se encuentran entre los grupos mafiosos más sofisticados del mundo”, con redes internacionales y una cartera de actividades ilícitas que incluyen el robo de combustible, la tala ilegal, el secuestro, la extorsión y la trata de personas.
“Controlan el territorio de gran parte de México, cooptando al Estado mediante el soborno y la intimidación, con el objetivo de facilitar la actividad ilícita e influir en el proceso democrático”, indica.
Los carteles y la trata
El gobierno mexicano cree que la trata de mujeres ya es el tercer ingreso más importante del crimen organizado, después del tráfico de drogas y armas.
Los grupos que rescatan a estas víctimas lo explican así: un cargamento de narcóticos se vende una vez, pero una esclava sexual se vende varias veces.
Incluso grupos delictivos emergentes se han sumado al lucrativo tráfico humano. Es el caso del Cartel Santa Rosa de Lima y La Unión Tepito, que incursionaron en el narcotráfico y el huachicol (robo de combustible). Ahora dirigen grupos dedicados a la explotación sexual, advirtió Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de México, en una reunión virtual en junio de 2020.
Nieto aseguró entonces que José Antonio Yépez, alias ‘El Marro’, el detenido jefe del Cartel Santa Rosa de Lima, tenía clubes nudistas con “decenas de jovencitas” en Celaya y la región de los Apaseo, en el estado de Guanajuato.
La UIF detectó múltiples actividades financieras sospechosas relacionadas con La Unión Tepito en focos rojos de la trata de personas, como Guerrero, Oaxaca y el Estado de México.
En Puerto Vallarta, considerado por expertos en crímenes ligados al tráfico humano y trata de personas como un “paraíso” de pedófilos, criminales pagaban derecho de piso al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Eso se descubrió tras un operativo policial encubierto que en junio de 2018 liberó a 40 mujeres, la gran mayoría de entre 13 y 15 años. Las habían invitado a una fiesta juvenil, pero las estaban esperando adultos extranjeros que bebían licor, de acuerdo con la denuncia.
“El perfil típico de las víctimas es de entre 12 y 16 años, dependiendo su apariencia y el ‘mercado’ que atienden los traficantes”, dijo a este medio un investigador de una fundación que atiende a víctimas de tráfico sexual, quien pide no publicar su nombre porque participa en operativos encubiertos en México y Estados Unidos. “Las ofrecen en perfiles de Facebook y Twitter, o en anuncios que dicen ‘voy a la universidad’. O les pagan a taxistas para que lleven a clientes”, detalló.
Los carteles mexicanos se involucran de dos maneras en el tráfico sexual en sus territorios, detalló este experto. Ya sea controlando directamente la prostitución de niñas en burdeles y cantinas del cartel, o cobrándole un porcentaje a las células independientes que operan en sus ‘plazas’.
Al menos 15 zonas en México, casi todas ciudades turísticas y fronterizas, tienen una alta incidencia en este delito, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Esos lugares son Tijuana y Mexicali (en el estado de Baja California), Nogales (Sonora), Ciudad Juárez (Chihuahua), Acapulco (Guerrero), Cancún (Quintana Roo), Nuevo Laredo y Matamoros (Tamaulipas), Tapachula (Chiapas), Puerto Vallarta (Jalisco), Los Cabos (Baja California Sur), la Ciudad de México, Tlaxcala, Veracruz y Oaxaca.
Estas regiones son controladas por los carteles de Sinaloa, Jalisco, los Zetas, del Noroeste y de Juárez, así como por las células que surgieron del clan de los Beltrán Leyva.
“Los grupos del crimen organizado se han dividido y diversificado sus actividades delictivas, recurriendo a la extorsión, el secuestro, el robo de combustible, el tráfico de personas, el tráfico sexual, la venta minorista de drogas y otras empresas ilícitas”, detalla un análisis sobre los carteles mexicanos que en julio de 2020 publicó el Servicio de Investigaciones del Congreso de Estados Unidos.
De 2012 a 2017, las autoridades rescataron a más de 5,200 víctimas de tráfico sexual en México, de las cuales 3,308 eran mujeres adultas, 1,086 niñas (ambas son el 85% del total de casos), 492 hombres y 289 niños varones, de acuerdo con el informe más reciente sobre dicha problemática que elaboró la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
En ese período, el 69% de las denuncias se registraron en las fiscalías de cuatro estados: Ciudad de México, Chiapas, Puebla y Estado de México.
Si bien la mayoría de las víctimas eran mexicanas (84%), las autoridades también identificaron a personas de 28 países, incluso de África. El grupo más grande lo formaban 278 mujeres y niñas de El Salvador, Honduras, Guatemala, Cuba, Argentina, Venezuela, Brasil y Colombia.
Varias de estas mujeres son llevadas a México con la promesa de trabajar como modelos, pero terminan obligadas a laborar en prostíbulos, bares y clubes nudistas.
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