Las toxinas en el ambiente —en el agua, aire, envases de alimentos, productos de higiene personal y de limpieza del hogar, muebles o aparatos electrónicos— tienen un impacto en la epidemia mundial de obesidad, de acuerdo con recientes estudios que ponen el foco a los llamados “obesógenos” y cómo afectan a la forma en que el cuerpo controla el peso.