Una expansión de más de 600 millones de dólares espera convertir a Nome, con una población de 3,500 habitantes, en el primer puerto ártico de aguas profundas de la nación, que albergará no solo a cruceros de hasta 4,000 pasajeros, sino también a buques de carga y a embarcaciones militares, con el fin de contrarrestar la presencia de barcos rusos y chinos en el Ártico.