en diciembre del 2012 en unaescuela primaria de connecticut.poco a poco siguen saleniágenes que reflejan la olladel dolor, comoéstas.es el momento ás amargo que unpadre puede vivir, ser elrostro de la desesperacón, unaterrible angustia que seapodera de las madres de losniños que estaban en suescuela, en uvalde, texas, unlugar donde la ás imaginaronque se enfrentaían cara a caracon la muerte. donde nuncaesperaron ver tan de cercaestas carrozas únebres.hugo cervantes, quien residecerca de la primaria dondeocurró la masacre que haenlutado ás de una decena defamilias hispanas capó estasdesgarradoras iágenes afuerade una escuela. son segundosque narran la agoía de lasfamilias amordazados por lasleyes de un estado que permiteportar de manera visible lasarmas de fuego, sonescalofriantes losinterminables instantes deánico, incluso para losde la poliía de uvalde quellegaron al epicentro de unaterrible tragedia, teían quecontener la incertidumbre delos padres de familia no saberquén suceía en el aula dondesus hijos estaban inseguros,detalles que marcado sus vidaspara siempre, nunca volveá aser igual.