Los hechos ocurrieron la noche del sábado durante un partido de fútbol entre dos equipos de la Liga de Indonesia. Miles de aficionados invadieron el campo de juego y comenzó el caos y la violencia. La policía trató de controlar la situación usando gases lacrimógenos y momentos después se desató una batalla campal que dejó como resultado decenas de muertos y heridos.
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