"Llegué a pensar que no saldríamos con vida": El peligroso viaje a los pueblos donde se cultiva la amapola
Pensé que no viviría.
Es quizás el trabajo periodístico más riesgoso de mi carrera. Cuando viajé arriba de La Bestia a lo largo de México para filmar mi documental del mismo nombre en 2008, y la segunda vez para la cobertura de Univision en 2014 cuando se dio el éxodo de madres y niños centroamericanos, pensé que nunca más me involucraría en un proyecto tan riesgoso, porque arriba de esos trenes sabes que subes pero nunca sabes si vas a bajar con vida.
Pero cuando me introduje a la sierra de Guerrero me di cuenta que ese peligro era aún mayor y en algún momento pensé si debía hacerlo o no, porque a diferencia de los trenes mexicanos que llaman La Bestia, acá íbamos literalmente con los ojos vendados a tierras controladas mayormente por el crimen organizado.
Los os para subir a los pueblos amapoleros de la sierra de Guerrero los hicimos a través de gente que no conocíamos pero que nos habían recomendado. Dos personas debían encontrarnos en Chilpancingo la Capitan de Guerrero y ellos nos llevarían a lo alto de la sierra donde conoceríamos los campos de amapola, los campesinos que la siembran y la cultivan y tendríamos a plantíos que seguramente no serían de campesinos regulares sino bandas organizadas.
Todo iba bien hasta que en vez de los dos os que debíamos conocer, llegó un joven que a mí parecer no rebasaba los 16 años, él era nuestro o y nuestro guía a la sierra. Éramos un equipo de 5 personas de Univision que estábamos poniendo nuestras vidas en manos de un joven que a primera vista tenía cara de adolescente.
Pero él nos aseguró que todo estaba bien y que si bien en esa región de Guerrero la violencia es alta, por esos días las cosas estaban tranquilas, y que allá arriba sabían ya de nuestra visita y había luz verde para ir y trabajar.
No hubo demandas, requisitos ni mucho menos algún tipo de petición o control sobre nuestro trabajo, con la excepción de ocultar nombres verdaderos de ciertos entrevistados por cuestiones de seguridad y de los poblados dónde estaríamos.
Mi equipo y yo, lo platicamos antes de salir y les di la opción de regresar a Ciudad de México si consideraban que era muy riesgoso, pero todos acertaron que ya estábamos ahí y que no la íbamos a jugar.
En algún momento llegué a pensar que no saldríamos con vida porque estábamos en pueblos que aunque parecían ser tranquilos como cualquier otra población mexicana, acá se cultiva la amapola de donde surge la goma de opio, la heroína, morfina, drogas de alto riesgos. Por este motivo la vida no es igual que cualquier otro poblado mexicano.
Son lugares donde sabíamos de antemano que el crimen organizado está involucrado de alguna manera. Lo que haces, lo que dices o lo que preguntas puede costarte la vida, por eso uno debe andar con pies de plomo.
Pero nos trataron de maravilla los pobladores. Esa gente de la sierra de Guerrero es maravillosa, nos abrieron las puertas de sus casas y sus corazones y nos contaron sus historias y vimos la pobreza tan enorme en la que están sumergidos.
Muchos han cultivado la amapola por décadas en pequeños cultivos como si se tratara de frijol y maíz, hablan de la amapola como platicar de cualquier cosa cotidiana en sus pueblos. Los niños están acostumbrado a jugar entre esos bulbos verdes con flores de de hermosos colores mientras sus padres o los adultos rayan amapola y juntan la goma de opio, muchos de ellos empiezan a trabajar en estos cultivos a edades tan tempranas como los 8 o 10 años, eso es ya normal para ellos.
Pero también están los plantíos grandes donde trabajan de una docena para arriba de amapoleros, porque ellos se dicen amapoleros y aseguran estar orgullosos de serlo.
Visitamos un sembradío que me pareció enorme donde un día domingo había 12 amapoleros rayando la goma de opio y cogiéndola en una pequeña, y digo solo 12 porque entre semana van hasta 20 más. Nunca supimos a quien pertenecía ese sembradío ni nos interesó preguntar. Hay cosas en la sierra que son obvias y preguntas que es mejor no hacer.
Lo que más me impresionó fue la pobreza tan profunda en la que vive la gente y que sino fuera por los cultivos de amapola no se de que vivirían porque allá no hay trabajos. Tampoco existen la mayoría de servicios públicos básicos que se ofrecen en cualquier otra parte.
Ante la impotencia por erradicar la siembra y cultivo de amapola en ese estado, el gobernador de fracción Priista, Hector Astudillo, propone legalizar dicha droga para usos medicinales, propuesta que algunos en la sierra ven con buenos ojos y otros como los jornaleros que rayan la amapola en los plantíos están en contra por temor a que los precios se abaraten y sus trabajos sean afectados.
Tratando de conocer a fondo esos detalles así como la forma de cultivar dicha droga y más aún saber de boca de los mismos amapoleros porque en esa región de Guerrero México la siembra y cultivo de ese enervante es algo de lo más normal.
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