Anthony Bourdain, el chef nómada que mostró cómo la comida nos ayuda a perderle miedo a lo desconocido
Anthony Bourdain, el de abdominales recios gracias al Jujitsu y a pesar de todo lo que comía, el que hasta sus 44 años no viajó por estar internado en las cocinas de Nueva York perfeccionando sus técnicas culinarias, el que luego decidió que, probando las comidas más extrañas y locales del mundo, y capturándolas en más de 250 episodios televisivos, se lograba entender algo esencial de lo que somos como seres humanos, se ha marchado en un cuarto de hotel.
¿De qué otra manera iba a morir Bourdain sino en un cuarto de hotel, si viajaba 200 días de los 365 que tiene el año?
“Viajo el mundo. Como mucha basura y básicamente hago lo que jodidamente se me da la gana”. La propia definición de su vida parecía una fórmula envidiable para la mayoría de los mortales. Sin embargo, en la mañana de este viernes, en Francia, Bourdain fue encontrado muerto por su amigo, el también chef Eric Ripert. CNN, cadena para la que estaba grabando el que sería el su último episodio de su programa ‘ Parts Unknown’ informó que fue un suicidio.
¿Qué falló en la 'fórmula Bourdain'? ¿Qué falló? Parece imposible no hacerse la pregunta; parece imposible no sentir la conmoción que se magnifica en los lamentos y condolencias que, de políticos a deportistas, de estrellas de cine a reputados chefs, inundan las redes sociales.
"Taburete de plástico bajo, fideos baratos pero deliciosos, cerveza fría de Hanoi. Así es como voy a recordar a Tony. Nos enseñó sobre la comida, pero más importante aún, sobre su capacidad para reunirnos. Para hacernos sentir un poco menos miedo de lo desconocido. Lo extrañaremos", escribió el expresidente Barack Obama.
Bourdain, el nómada incorregible de 61 años, el hombre que viajó por más de 100 países para desentrañar a través de la comida las formas cómo la gente de la calle, la gente de culturas desconocidas, la gente… vivía la vida a través de sus sabores, ya no estará más por ahí soltando malas palabras en la televisión antes de meterse a la boca algún pedazo de carne de procedencias impensables -del corazón de una cobra a los testículos de un toro-.
El amigo que lo encontró y que dio la noticia al mundo, Eric Ripert, fue el mismo que el año pasado en un extenso perfil que escribieron sobre él en The New Yorker había confesado que Bourdain era limpio, organizado, disciplinado, cortés, sistemático y que “si pasabas algún tiempo con él te dabas cuenta de que era controlador al punto de la neurosis”.
“Soy un tipo que necesita muchos proyectos. Quizás hubiera sido muy feliz siendo un controlador aéreo”, justamente bromeó alguna vez Bourdain que efectivamente además de producir y protagonizar su programa, seleccionaba sus locaciones, escribía las narraciones de los videos y supervisaba al detalle la cinematografía y la música de sus programas.
De la cocina a la TV y al mundo
Después de ser un reputado chef, de lidiar con adicciones a sustancias psicoactivas, de casarse y divorciarse dos veces, Anthony Bourdain se hizo famoso con su libro ‘Kitchen Confidential’ que reveló los secretos detrás de la cocina cuando nadie lo hacía. Luego, se convertiría en una estrella tras decidir ser una mezcla de cocinero, viajero y periodista que sobre todo tendría un gran talento: conversar. “Bourdain tiene un estilo increíblemente hermoso cuando habla, de erudito a brillantemente vulgar", describió alguna vez su amiga Nigella Lawson.
Bourdain comió y conversó con Obama en un pequeño y poco prolijo restaurante de Hanoi, Vitenam, probó bandeja paisa en Medellín, Colombia y choripán en la costanera argentina, y mientras comió con avidez platos exóticos repitió miles de veces una palabra: “interesante”, “interesante”.
Francia, el lugar de su muerte, no era un sitio extraño para él. Su padre había nacido ahí, y ahí mismo tuvo uno de sus primeros enamoramientos con la comida, cuando en unas vacaciones de verano, lejos de hamburguesas y sánduches de mantequilla de maní probó por primera vez las ostras y tuvo esa sensación adentro, esa punzada en la panza que cambia para siempre la vida. “Mi vida como cocinero, y como chef, había comenzado. La comida tenía poder. Podría inspirar, sorprender, impresionar, emocionar, deleitar e impresionar. Tenía el poder de complacerme a mí ... y a otros", confesó.
Su pasión por la comida, por comerse literalmente el mundo, sin embargo, hizo que su vida fuera muy particular. A sus amigos les advertía: “Francamente soy incapaz de dar el tipo de cuidado y alimentación que requieren los amigos. No estoy ahí. No voy a recordar tu cumpleaños. No voy a estar allí para los momentos importantes de tu vida. No vamos a pasar ratos íntimos sin importar lo que siento por ti. Durante quince años, más o menos, he estado viajando”.
Anthony Bourdain ha muerto, pero además de su gran pasión por los sabores y su devoción por las culturas del mundo una semilla ha dejado en todo aquel que vio sus programas, que lo oyó hablar o leyó sus libros: la de que el viajero puede alejarse del turismo homogenizado y limpio, aséptico y ¡lujoso. Bourdain le enseñó al mundo que comer en la calle es la mejor manera de entender el mundo. Como él mismo lo sentenció: "Si no puedes caminar en los zaptos del otro, al menos come su comida".
Si estás deprimido o tienes pensamientos suicidas busca ayuda. a de inmediato a la National Suicide Prevention Lifeline por el teléfono: 1-800-273-8255