Los prejuicios que le impidieron a Vicente Fernández recibir un trasplante: "Ni sé si era homosexual o drogadicto"
Cada día en EEUU, reveló en una entrevista con el periodista Gustavo Adolfo Infante.
“Me querían poner el hígado de otro cabrón y les dije: ‘Yo no me voy a dormir con mi mujer con el hígado de otro güey. No sé si era homosexual o drogadicto”, relató el Charro de Huentitán, que ya tiene 80 años.
Contó que se retiró de las instalaciones del hospital sin autorización de los médicos. “No me querían dejar salir, me dijeron: ‘Es que ya encontramos su hígado compatible. Ya viene el oncólogo’. Me vestí y estaba por salir y me dicen: ‘Por favor, Don Vicente váyase en la silla de ruedas porque si le pasa algo nos cierran el hospital. Me subí en la silla de ruedas y llegando a la camioneta, me fui”.
Sus declaraciones ponen en evidencia cómo el estigma o los prejuicios pueden convertirse en una barrera para la sanación y también dejan entrever el dilema ético que enfrentan los médicos sobre si divulgar o no cierta información acerca de los donantes, sin quebrantar la confidencialidad requerida, así como su pertinencia.
Por suerte para Fernández, un equipo de médicos encontró otra solución para remover el cáncer de hígado que le fue diagnosticado al cantante en el año 2012 durante una gira en Houston.
“Me dijeron de una operación con un robot y yo ni supe cómo fue mi operación”, relató en el programa De primera Mano, tal y como refiere un artículo del diario mexicano El Universal.
El procedimiento al que hace referencia es una cirugía robótica de hepatectomía izquierda que le practicaron en la ciudad de Chicago y que le ha permitido mantenerse estable durante todos estos años.
Aun así miles de pacientes que esperan desesperadamente por un hígado compatible hubieran querido estar en su lugar y tener la oportunidad de recibir un esperado trasplante. Actualmente hay 113,626 pacientes en espera por un trasplante de órganos en EEUU según data del United Network for Organ Sharing.
Urgencia médica, compatibilidad, tipo de sangre, altura, peso, salud, distancia del hospital y tamaño del órgano son algunos de los factores que determinan la asignación de un órgano a un paciente. Ni la fama, ni el dinero inciden en la asignación de los órganos a los pacientes.
En el caso del hígado el tiempo máximo de preservación del órgano para ser trasplantado es de 8 a 12 horas.
En búsqueda del “hígado ideal”
El hígado ideal proviene de una persona joven y saludable que ha fallecido, explica la Universidad de California en su página web, advirtiendo que apenas un tercio de los hígados disponibles para trasplantes cumplen con estas condiciones.
En Estados Unidos los médicos no están obligados por ley a consultar a los pacientes en la lista de trasplantes para que acepten el órgano que se les ofrece, salvo en casos excepcionales: que el hígado o riñón provenga de un donante mayor (lo que implica que podría no ser duradero), o que el donante sea catalogado por el Servicio de Salud Pública como alguien de “alto riesgo” de portar hepatitis C o VIH.
Quienes se inyectan drogas, reos, trabajadores sexuales o personas en diálisis forman parte de esta última categoría, sin embargo, esto no quiere decir que el órgano sea defectuoso per se.
Todos los donantes son sometidos a numerosos exámenes de despistaje antes de que sus órganos sean considerados válidos para ser trasplantados, explica un artículo de Stat en torno al tema. No obstante, sí hay la posibilidad -aunque remota- de que si el individuo hubiera sido contagiado poco antes de su muerte, quizá el examen no lo detecte y es por ello que se requiere la firma de consentimiento del paciente que recibirá el trasplante.
A juzgar por el relato de Fernández, no queda claro si le pidieron ese formulario de consentimiento o no. En todo caso, l a orientación sexual no es un factor de riesgo que comprometa la integridad de un órgano que va a ser trasplantado.
Y muchos s de Twitter no le perdonaron al cantante sus declaraciones que sirvieron de inspiración para infinidad de memes.
Tal fue la polémica, que su hijo, Vicente Fernández Jr, salió en defensa de su padre a desmentir lo ocurrido –o más bien a poner en contexto lo dicho por su padre– y, en entrevista con el diario El Universal, de México, dijo: “Mi padre nunca declaró de acerca de ser homofóbico ni tener una preferencia sexual de alguna persona, lo único que dijo es que nunca iba a dormir con el hígado de otro cabrón”.
También aclaró que en realidad no hubo donantes, que se hubiera requerido de un lapso de espera de seis a siete meses y que el posible donante hubiera sido él, su primogénito, por lo que el padre se negó a que éste sufriera los posibles efectos secundarios de la cirugía.
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