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Drogas y Adicciones

La silenciosa crisis de los opioides en los latinos: abuelos adictos y peligrosas pastillas regaladas entre vecinos

El elevado consumo de analgésicos elaborados con heroína es cada vez más común entre los migrantes hispanos. También aumentaron de manera alarmante las muertes por sobredosis. Compartir medicamentos entre familiares, automedicarse por la falta de seguro médico y la desinformación son algunos factores que han expandido este problema, según expertos.
6 Dic 2019 – 09:30 AM EST
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LOS ÁNGELES, California.- Evite que le roben las pastillas que le recetó el doctor para los achaques. No tome más de lo indicado. Cierre con llave el gabinete donde las pone. No las regale a su comadre, tampoco las almacene si ya se siente bien y revise sus fechas caducidad. Por último, jamás las tire en un bote de basura.

Estos consejos suelen escucharse en las charlas que da Socorro Chacón, una organizadora comunitaria del grupo Social Model Recovery Sistems (SMRS), en barrios hispanos del sur de California. Su trabajo consiste en educar a inmigrantes latinos sobre la peligrosa adicción a los opioides, una epidemia que sigue creciendo sigilosamente en Estados Unidos.

Al final de sus eventos, dice ella, muchos adultos le hacen este comentario: “Yo no sabía nada de esto”.

Es la falta de información sobre esta crisis de salud pública una de las razones por las cuales se está expandiendo el consumo excesivo de analgésicos entre hispanos, asegura Chacón.

A ella se le han acercado abuelos que no sabían que ya son farmacodependientes. Algunos han sido referidos a sitios de rehabilitación. “Me han compartido que se tienen que tomar una pastilla con Coca-Cola todas las mañanas para poder ‘funcionar’. Ocurre especialmente en personas de la tercera edad. No lo ven como una adicción, pero lo es”, advierte Chacón en una entrevista con Univision Noticias.

La palabra narcotráfico es muy familiar entre los migrantes porque es un grave problema en sus países de origen, pero cuando les preguntan acerca de los opioides no saben exactamente qué son, ni qué consecuencias acarrea su consumo. Asocian la drogadicción solo con fumar, inhalar o inyectarse alguna sustancia ilícita.

Pocos saben que esos analgésicos que les receta el médico contienen fuertes dosis de heroína, una sustancia que termina enganchándolos en un consumo cada vez mayor, lo cual puede matarlos.

“Tienden a ser muy adictivas porque muchas medicinas usan la heroína como base y la usan en una porción más alta que la heroína que se vende en las calles”, explica el doctor Roberto Cancio, de la SMRS. “Estamos preocupados”, dice.

Se estima que más de 200,000 jóvenes hispanos ingirieron opioides de forma indebida el año pasado, según un reporte que publicó a mediados de octubre la istración de Servicios para el Abuso de Sustancias y Salud Mental (SAMHSA). En total, 1.1 millones los consumió al menos una vez en 2018.

La cifra es más alarmante respecto a la tasa de mortandad por sobredosis. Los opioides, principalmente los sintéticos, son ahora la principal causa de fallecimiento por consumo excesivo de narcóticos. Estos ocasionaron 47,600 muertes en 2017, un incremento del 45% comparado con un año anterior, de acuerdo con cifras de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Se cree que el 20% de las personas que mueren por ese motivo son hispanos y negros. Lo peor es que esa cifra sigue aumentando y podría estar ligada a pastillas falsas mezcladas con fentanilo. Las están produciendo y trayendo los carteles mexicanos de la droga, advirte la DEA.

Los datos disponibles muestran que los aumentos significativos en muertes por sobredosis de opioides en todos los grupos étnicos se registran en ocho estados de EEUU, incluyendo los tres con la mayor cantidad de población hispana: California, Texas y Arizona.

Por el momento hay pocas estadísticas sobre los latinos y los peligrosos analgésicos, pero las que hay son escalofriantes. Por ejemplo, las autoridades en Massachusetts revelaron que los fallecimientos de latinos por opioides aumentaron un 52.5% de 2014 a 2016. Para las personas blancas ese incremento fue de 45.8% de ese período y para los negros el salto fue mucho mayor, de 83.9%.

“No hay comunicación entre padres e hijos”

Algunos creen que al compararlos con otras comunidades, los migrantes están en desventaja. Maritza Álvarez, encargada del proyecto de prevención para latinos de la Comisión Hispana para el Abuso de Alcohol y Drogas de California (CHCADA), describe que la falta de seguro médico, la pobreza, el alto costo de los medicamentos, los malos hábitos y la desinformación, están ampliando esta crisis.

“Uno de los problemas más graves es que nuestra comunidad comparte mucho las medicinas. Les piden pastillas a los vecinos, a los compadres, o ellos las regalan. Es muy común porque son personas de bajos recursos. No se deshacen de las pastillas pensando que las van a necesitar, lo cual es un peligro porque puede que el nieto las encuentre, las use o las venda”, advierte Álvarez.

Una encuesta que realizó CHCADA en 2016 y 2017 con jóvenes hispanos de 15 a 23 años que viven en el este y sureste de Los Ángeles reveló que el 90% reconoció que existe “un problema” de consumo de opioides. Mientras que solo el 60% de los adultos latinos lo consideró así.

“Eso indica que no hay comunicación entre los padres y los hijos, y que hace falta que se brinde más información a los adultos”, dice Álvarez. “Cuando les preguntas qué tipo de pastillas contienen opioides mucha gente no sabe cuáles”.

Los jóvenes latinos encuestados que confesaron que se drogaban con píldoras revelaron que la mayoría las obtenía en sus propias casas, aunque también indicaron que las conseguían en fiestas, con amigos de la escuela y en las calles, por medio de narcomenudistas. “Todo se puede usar”, respondieron algunos. Más del 80% contestó que “fácilmente” podía encontrar medicamentos recetados.

También afirmaron que toman estas pastillas “para mantenerse despiertos” en períodos de exámenes, cuando se sienten tensos o para “poder dormir por un período más largo”.

Lo cierto es que los opioides están muy ligados a problemas mentales. El informe de SAMHSA advierte que el 92% de los jóvenes hispanos con un trastorno por uso de sustancias ilícitas no recibía tratamiento en un centro especializado y el 15% experimentó un episodio depresivo grave. Por su parte, alrededor del 17% de los adultos latinos en este país padecían enfermedades mentales por el alto consumo de narcóticos.

Abuelos: adictos, proveedores y afectados

Los abuelos hispanos son (muchas veces sin darse cuenta) los “proveedores” de sus nietos adictos, asegura Chacón, la organizadora de SMRS. Lo son porque consumen muchos medicamentos, guardan los que les sobran, no los dejan en sitios seguros, ni verifican si se los están robando.

“Las personas de la tercera edad son de alguna manera proveedores, porque tienen muchos medicamentos para sus dolores o golpes. Son expertos. Dicen: '¿Te duele la rodilla? Tómate esto'. Los jóvenes nos han dicho que sus fuentes (de suministro) son sus abuelos o mamás”, mencionó Chacón.

“Por eso nosotros hacemos énfasis en nuestros eventos de que se deshagan de las medicinas que ya no saben ni para qué sirven”, agregó.

Esta epidemia se ensaña con ellos, sin importar su étnia. Las organizaciones comunitarias que prestan servicios a adultos mayores reportan un aumento en los problemas relacionados con los opioides entre sus clientes. El 80% dijo que ellos les han comentado que sus familiares y otras personas les robaban sus pastillas para el dolor, según una encuesta que esta semana publicó el Consejo Nacional sobre el Envejecimiento (NCOA).

Algunos luchan con sus propias adicciones y el reabastecimiento de medicinas para aliviar dolores crónicos; otros asumieron la custodia de sus nietos porque sus hijos no pueden dejar de consumir dichas sustancias o son víctimas de “abuso financiero” porque se quedan sin píldoras.

“Los ancianos estadounidenses están siendo perjudicados por la crisis de los opioides por todos los lados”, dijo Anna María Chávez, vicepresidenta ejecutiva de NCOA.

“Algunos adultos mayores están luchando con la tragedia personal de la adicción a los opioides, mientras que otros tienen que apoyar económicamente a sus hijos adictos e incluso convertirse en cuidadores de sus nietos. Esto está perjudicando su salud, agotando sus ahorros de toda la vida y destruyendo su seguridad financiera”, enfatizó Chávez.


Como una prueba del enorme almacenamiento de medicinas en casa, ligado a la farmacodependencia, la DEA y otras agencias del orden recibieron en mayo de 2018 casi un millón de libras de medicamentos expirados, fuera de uso o no necesarios en casi 6,000 sitios del país. Es la entrega voluntaria más grande en la historia de EEUU.

Las madres hispanas también sufren

Los grupos que trabajan para reducir la drogadicción en la comunidad hispana también han notado que los migrantes se llenan de pastillas elaboradas con heroína porque las encargan a familiares que viajan a sus países. Otros, por la falta de seguro médico, acuden a las botánicas, donde se puede conseguir un medicamento llamado Magnopyrol, un opioide que se consigue fácilmente en farmacias de México.

“En las botánicas lo pueden conseguir. Una pastilla vale 10 dólares y no sabes si ya ha caducado o cuál es la dosis que necesitas tomar”, alertó Álvarez.

Las presiones de la vida cotidiana, accidentes automovilísticos o percances laborales están llevando cada vez a más hispanos al consumo excesivo de pastillas que los hacen sentir mejor.

Algunos han notado que ahora hay más madres hispanas adictas. “En conversaciones con la comunidad nos han dicho que estaban trabajando mucho o que se cayeron, pero no tienen tiempo ni dinero para ir a la acupuntura o al quiropráctico. Así que comenzaron a tomar pastillas para el dolor”, contó Álvarez.

“Otras están haciéndolo porque experimentan altos niveles de ansiedad y estrés por la actual situación política. Pero toman medicamentos en lugar de un té de siete azahares”, dice.

No hace mucho, una hispana de unos 40 años se acercó a Álvarez para confesarle que tomaba muchos analgésicos desde que se lastimó en un accidente de auto. “Me dijo que no podía dejar la pastilla. Nosotros la referimos para que recibiera ayuda médica”, contó.

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