Hameed Darweesh, el iraquí que ayudó a EEUU en la guerra y al que Trump le cerró la puerta
Hameed Khalis Darweesh, iraquí, de 53 años, aterrizó la tarde de este viernes en el aeropuerto John F. Kennedy (JFK), en Nueva York, con su esposa y sus tres hijos. De inmediato, fue detenido. Su vuelo llegó justo después de que el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que –entre otras cosas– suspendía por 90 días la entrada a Estados Unidos de ciudadanos de Siria, Irak o cualquier país que hubiese apoyado actos terroristas.
Tras 19 horas de arresto e interrogatorios fue puesto en libertad.
"¿Qué le hice a este país? Me pusieron las esposas", contó con la voz quebrada Darweesh a la prensa a las afueras del JFK. Luego, agradeció a decenas de manifestantes que llegaron al lugar esperando su liberación y la de al menos otras 11 personas nacionales de países de Oriente Medio. "Esta es la humanidad, esta es el alma de Estados Unidos. Esto es lo que me motivó a venirme, a dejar mi país y venir", agregó. "Estados Unidos es una tierra de libertad, de derechos".
Darweesh no es extraño para el gobierno estadounidense. Resultó beneficiado con una visa especial de inmigrante (SIV, por su sigla en español) y –tras años de espera– recibió el permiso de entrada al país el mismo día que Trump tomó el poder, el 20 de enero. La ayuda es parte de un programa que fue aprobado por el Congreso en 2007 para refugiar a ciudadanos iraquíes o afganos que hubieran brindado un "valioso" servicio a Estados Unidos y que ahora se vieran amenazados en sus países. Él y su familia venían para quedarse.
Un inmigrante... de la casa
Este iraquí se formó y trabajó en Irak como ingeniero eléctrico. Pero dedicó 10 años de su vida a Estados Unidos, entre el 20 de marzo de 2003 y el 30 de septiembre de 2013. En ese tiempo sirvió a gobiernos republicanos (de George W. Bush) y demócratas (Barack Obama) por igual en distintos puestos que "lo pusieron en un riesgo sustancial", se lee en el documento de la demanda que fue publicado por el diario The New York Times.
Sus servicios incluyeron: intérprete para el Ejército en Bagdad y Mosul entre abril de 2003 y enero de 2004; también para la Unidad de Ingeniería en el aeropuerto de Bagdad entre enero y agosto de 2004; ingeniero de proyecto para la Oficina de Contratación de Proyectos Petroleros en el norte de Irak, entre diciembre de 2005 y diciembre de 2006; y contratista entre 2006 y 2011.
El estadounidense Brandon Freeman trabajó con Darweesh en 2003. Al mostrar en su cuenta de Twitter una foto con el equipo de infantería en la que aparece el iraquí, resaltó su labor. "Hoy Trump abandonó a intérpretes iraquíes y afganos que salvaron la vida de miles de soldados estadounidenses", escribió Freeman, ahora CEO de una agencia de relaciones públicas.
Por su trabajo y relación con las Fuerzas Armadas estadounidenses, Darweesh fue víctima de agresiones en dos oportunidades: en una ocasión la Policía de Bagdad –vinculada con las milicias antiestadounidenses, dice la demanda– entró a su casa, asegurando que Darweesh era buscado por terrorista. Poco después de este incidente –ocurrido entre 2004 y 2005– dos de sus compañeros de trabajo fueron asesinados al llegar al trabajo. Por miedo a ser el próximo, decidió mudarse a Kirkuk, una ciudad al norte de Irak.
Allí, en julio de 2009, supo por conocidos que, nuevamente, era buscado por personas que preguntaban por él y la dirección de su casa. Presumía que se trataba de terroristas. Y entonces, volvió a mudarse, ahora para Erbil, también al norte.
Todo lo anterior, motivó a Darweesh a solicitar la visa en octubre de 2014.
"Llamen al señor Trump"
Con la visa en la mano, Darweesh y su familia tomaron el primer vuelo que partiría desde Erbil, pasaría por Istambul y llegaría a Nueva York este viernes. De allí, se suponía que el plan era viajar a Charlotte, en Carolina del Norte, donde recibirían los beneficios como refugiados.
"Con el señor presidente, llamen al señor Trump".
Sus detenciones y las de otras 10 personas con nacionalidades cuestionadas en la orden ejecutiva, generaron que centenas de personas se acercaran a las puertas del aeropuerto en Nueva York a protestar por considerar el decreto una medida "racista" y discriminatoria". "Los cristianos están en contra de la prohibición a los musulmanes", se leía una de las pancartas. "Esta mierda es ilegal", se lee en otra.
Más tarde, las organizaciones de derechos civiles denunciaron que eran "docenas de docenas" las personas detenidas en las terminales del JFK.
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