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    Trump confirma en su primer 'mitin de agradecimiento' que no hay otra versión de Trump

    Se desvanecieron las escasas esperanzas de que el presidente electo pudiera tener un tono más conciliador. Su evento de Cincinnati es un anticipo de cuatro años de conflicto.
    1 Dic 2016 – 09:03 PM EST
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    CINCINNATI, Ohio. Se suponía que era un mitin para dar las gracias, pero el presidente electo Donald Trump se pasó este jueves la mitad de su tiempo en el podio refregándole su triunfo a sus enemigos.

    En el primer discurso de su 'Gira de agradecimiento', Trump dio las gracías, sí. A sus votantes por elevarle a la victoria, a los veteranos, a la policía... e incluso durante la primera parte de su mitin quiso sonar inspirador. Habló de un futuro "sin límites" para Estados Unidos y pidió "soñar de nuevo". Pero Trump no podía pasar mucho tiempo frente al micrófono sin sacar los puños.

    Con su habitual descarga de ira cada vez que habla ante una multitud, Trump arremetió contra la prensa por dudar de su victoria, los republicanos que dudaban de él, los manifestantes liberales que le detestan y quienes queman banderas, entre otros. También volvió a azuzar el miedo con sus espantajos preferidos: "los inmigrantes que odian al país" y el islam radical.

    Este evento en el US Bank Arena de Cincinnati da pistas sobre cómo será el próximo presidente: Trump no puede concebirse sin adversarios. Su combatividad ha sido una seña de identidad durante toda su carrera, tanto como empresario como candidato. Han pasado 23 días desde que ganó la elección y este mitin, como sus últimos tuits y sus refriegas constantes, confirma que no habrá un "Trump presidenciable". Al frente de la mayor potencia mundial, Trump seguirá siendo Trump.

    No fue la única turbulencia del día. Como si la campaña no hubiera acabado, casi al mismo tiempo que hablaba esta noche en Cincinnati, su exdirectora de campaña y la directora de comunicaciones de su oponente Hillary Clinton protagonizaban una pelea a gritos en Harvard, en lo que tradicionalmente ha sido un foro para analizar diplomáticamente la carrera.

    Todo esto al mismo tiempo que Trump prometía en Cincinnati curar las heridas de la campaña: "Hemos estado divididos por mucho tiempo, siempre he unido a la gente". Y añadió: "aunque no lo crean".

    Maestro del dramatismo, como si estuviera revelando un secreto, confirmó en mitad de su intervención lo que ya se sabía desde horas antes por fuentes de su campaña, que su nominado para secretario de Defensa será el general James Mattis, conocido como 'Perro furioso', un feroz crítico de la política de Barack Obama en el Medio Oriente, especialmente en Irán.

    "No se lo digan a nadie fuera de la sala", pidió burlonamente a los asistentes al US Bank Arena. Trump no consiguió llenar este estadio que lucía a la mitad de su aforo para más de 17,000 espectadores.

    El presidente electo volvió a lo largo de sus 51 minutos de alocución a los temas que le garantizaron el éxito en las elecciones: el ultranacionalismo y el populismo.

    "Lo global es maravilloso pero ahora nos vamos a centrar en nuestra comunidad nacional", dijo. "No hay himno global, no hay moneda global, no hay certificado de nacimiento global; juramos fidelidad a una bandera y esa bandera es la bandera estadounidense".

    Y como si estuviera previendo acabar con el censo: "Por mucho tiempo Washington ha tratado de ponernos en compartimentos, dividiéndonos por raza, edad, ingresos, geografía, lugar de nacimiento; ha llegado la hora de aceptar la cosa que de verdad nos une, ¿saben cuál es? Estados Unidos, Estados Unidos".

    Antes del presidente electo habló el próximo vicepresidente, Mike Pence, quien sí se dedicó a dar las gracias y sonó como lo hacían los ganadores diplomáticos de otros tiempos. Pero -claro- él no será el que mande a partir del 20 de enero.

    La noche bien podía haber tenido otra temperatura. El público lucía nueva mercadería de campaña con mensajes celebrando al que será el presidente número 45 de Estados Unidos. Apenas se veían en las camisetas ataques contra Hillary Clinton.

    Sin embargo, el mitin encendió de nuevo los viejos rensentimientos. Los asistentes cantaron "enciérrenla", además de los otros gritos de guerra de la campaña: "sequen el pantano", "construyan el muro" y "USA, USA".

    "Nos lo pasamos bien combatiendo contra Hillary, ¿verdad?", se regocijó el presidente electo.


    Adicto a la masa

    Trump debía estar echando de menos el calor de la campaña. Se pasó 17 meses dando mítines multitudinarios por todo el país y era patente que al republicano le hacía feliz subirse a un podio y ser aclamado por una multitud.

    "¿Hay un lugar más divertido que un mitin de Trump?", solía preguntar a los asistentes durante sus eventos masivos, saltándose el guion del teleprompter.

    Los mítines fueron la columna vertebral de la heterodoxa campaña de Trump. El republicano restó valor a la publicidad, el trabajo de campo y otras herramientas del manual básico de campaña.

    Sus mítines revolucionaron la vida del Estados Unidos rural y de otros lugares olvidados por Clinton como el Cinturón Oxidado, que le acabaron devolviendo el favor en las urnas. De paso sus eventos le garantizaban publicidad gratuita gracias a la cobertura en directo de las cadenas nacionales de noticias.

    La gira todavía es un trabajo en desarrollo. El equipo del presidente electo aún no ha anunciado dónde ni cuándo realizará las siguientes paradas aunque algunos reportes indican que Trump podría visitar Carolina del Norte, Iowa, Michigan, Pennsylvania y Florida.

    Aquí en Cincinnati estaban algunos de sus seguidores más acérrimos, como Richard Snowden, que ha ido con éste a 38 mítines de Trump. Snowden era el primero en la cola del evento. Había llegado más de 18 horas antes, a las 12:40 am y tenía el recibo del parking para mostrarlo.


    En la calle no faltaban los vendedores de mercadería electoral que siguieron al republicano durante año y medio.

    Los vendedores, para quien Trump ha sido una mina de oro, no podían desaprovechar la oportunidad de seguir haciendo caja. Tim Engels, que lleva acompañando a las caravanas de candidatos desde 1992, aseguraba que ni siquiera con Barack Obama había vendido tanto. "Podría pasar tres años de vacaciones con lo que he he ganado este año de campaña", decía satisfecho.

    Trump había hecho a media tarde una parada previa en Indianapolis donde buscaba colgarse la medalla por impedir el cierre de la fábrica de aires acondicionados Carrier, que él y el izquierdista Bernie Sanders convirtieron durante la campaña en un símbolo de los males que aquejan a la clase obrera estadounidense.

    Después de todas las amenazas de sanciones de Trump contra la compañía, el presidente electo acabó recompensándola con incentivos fiscales a cambio de evitar el cierre. Carrier ni siquiera conservará todos los trabajos en riesgo.

    Más allá del mitin, lo que no está tan claro aún es si el presidente electo disfruta de la rutina de su nuevo trabajo. Que haya vuelto a activar el modo de campaña ha hecho pensar que no es así.

    Ha pasado buena parte de las últimas tres semanas enclaustrado en su rascacielos de la Quinta Avenida de Nueva York haciendo entrevistas de trabajo a los aspirantes a ocupar un puesto en su futura istración.

    En al menos un par de ocasiones en ese tiempo se ha esfumado del radar, viajando sin avisar a su pool de prensa, una práctica sin precedentes recientes.

    También ha seguido dedicado a su trabajo de empresario, al frente de la Trump Organization y aunque ha dicho que tiene un plan para distanciarse de su negocio, parece incapaz de comprender que la presidencia es incompatible con la dirección de una multinacional.

    Cuando se subió al escenario en Cincinnati, con casi media hora de retraso, pareció querer excusarse, confesando su ignorancia sobre lo que acarrea su nuevo cargo para él y los que le rodean: "No sabía que cerraban las carreteras alrededor del estadio por una hora y media. Tenemos que trabajar en un nuevo acuerdo con el Servicio Secreto. Pero los queremos ¿verdad?".

    Vea también: Las 29 fotografías que detallan una campaña irrepetible

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