¿Putin o Biden?: de quién es la culpa del alto precio de la gasolina
“¡Son los precios de Joe Biden!”, acusan desde el Partido Republicano. “¡Es el alza de Vladimir Putin!”, replican desde la Casa Blanca para explicar por qué desde principios de año esas pantallas de las estaciones de servicio que informan del precio del combustible cambian a diario y con números cada vez mayores.
La paternidad de los altos precios de la gasolina es un asunto de suma importancia para los políticos en Washington que buscan cómo sacarle el máximo provecho (o minimizar el daño) de cara a las elecciones de mitad de periodo en las que se definirán las mayorías en ambas cámaras del Congreso.
Pero a pesar de la fogosidad del debate político, el precio de los combustibles no depende de un solo factor, como Biden o Putin, y de hecho, casi muy poco de lo que el presidente de EEUU pueda hacer o dejar de hacer, porque se trata de un mercado internacional sometido a múltiples variables que están más allá del control de la Casa Blanca.
Biden ha anunciado medidas, como etanol E15 en los meses de verano. Pero el propio gobierno reconoce que el impacto de esas iniciativas es limitado.
La "culpa" de Biden
Los precios de la energía venían creciendo sostenidamente desde 2021 debido a la recuperación económica, tras el frenazo que significó la pandemia del coronavirus en todo el planeta.
Con la economía reactivada y muchos controles sanitarios que limitaban la movilización -y que ya fueron desactivados o relajados- empezó a moverse de nuevo el transporte de personas y de mercancías, lo que reactivó el consumo de combustibles.
Pero la pandemia había generado un bajón en la demanda que sacó a muchos productores del mercado y forzó el cierre de fuentes de energía en todo el mundo. La reactivación económica tomó por sorpresa a muchos de esos productores, que meses después, no han podido adaptarse a la demanda.
Además, el sector energético se ha visto afectado por una baja en las inversiones, problemas en la cadena de suministro y la escasez de mano de obra.
Del lado republicano se afirma que la decisión de Biden de revocar el permiso al oleoducto Keystone con el que se transportaría crudo canadiense a puertos en el Golfo de México ha influido en el alza. Sin embargo, ese oleoducto no estaba en servicio, su construcción era menor al 10% y solo habría estado en funcionamientos para fines de 2023, por lo que su suspensión no impacta el mercado actual.
Otros señalan que las inversiones en el sector de hidrocarburos están contenidas porque hay dudas sobre la futura viabilidad de proyectos energéticos tradicionales. Estamos en tiempos en los que los cambios en patrones de consumo y la inclinación por fuentes de energía “limpias” son más favorecidas desde el gobierno federal.
La "culpa" de Putin
El precio del petróleo está determinado por factores internacionales. La estabilidad global es uno de ellos, y por estos días, la invasión de Rusia a Ucrania la ha alterado completamente, al punto que algunos se preguntan si estamos a las puertas de la Tercera Guerra Mundial.
EEUU prohibió la compra de petróleo ruso, aunque solo consume una fracción de ese crudo. Otros países, sobre todo europeos, dependen de esos suministros. Si ellos dejaran de comprar petróleo ruso, deberán entonces suplirse en un mercado donde la oferta está más reducida, lo que presionará los precios al alza.
Por eso, la invasión a Ucrania tuvo un impacto en los precios internacionales, pero el aumento del precio de la gasolina tras la movilización militar de Putin representó una fracción del aumento general de los precios de la gasolina que ya venía subiendo desde mediados de 2020 y ya con mayor ritmo a partir de marzo de 2021.
Marzo de 2020 marcó el punto más bajo para los precios de la gasolina, cuando se cotizaba a $1.17 el galón, de acuerdo con la Agencia de Información del Departamento de Energía.
En marzo de 2021 el precio del galón estaba en un promedio de $2.71. Para la tercera semana de febrero, previa a la invasión rusa, había subido a $3.53, tras un aumento de 82 centavos. Para la última semana de marzo había llegado a $4.23, otros 70 centavos.
El grueso del aumento, 54%, se produjo en el año trascurrido antes de que empezara la acción militar contra Ucrania y por tanto no puede ser atribuido a las acciones. Pero tomó solo cuatro semanas para subir otro 46%.
La renuencia de la OPEP
Desde el año pasado, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y su versión ampliada, que incluye a Rusia, México y otros productores que cuentan por cerca del 50% de toda la producción petrolera, se ha negado a aumentar la producción.
Arabia Saudita, cuyo crudo liviano solía ser el recurso para nivelar el mercado, en esta ocasión no ha atendido los reclamos de Washington para que ejerza su liderazgo en el grupo y aumente la producción, colectiva o unilateralmente.
Las negociaciones de la Casa Blanca con Irán para un eventual restablecimiento del acuerdo nuclear que rompió Donald Trump, el retiro del apoyo a la coalición militar que los sauditas encabezan en Yemen y las restricciones a las ventas de armas impuestas por Biden a su llegada al poder, han deteriorado la comunicación entre ambos países.
“Potencialmente podríamos ver la pérdida de más de 7 millones de barriles por día de las exportaciones rusas de petróleo y otros líquidos, como resultado de las sanciones actuales y futuras”, dijo el lunes pasado el secretario general de la OPEP, Mohammad Barkindo, según reseña la agencia Reuters.
"Considerando la perspectiva actual de la demanda, sería casi imposible reemplazar una pérdida de volúmenes de esta magnitud", dijo Barkindo, tras una reunión en Viena con representantes europeos que exigían a la organización un aumento mayor al de medio millón de barriles por día que ha ofrecido para principios de mayo.