Obama se despide de Merkel, la defensora de la democracia liberal que ya se ha plantado ante Trump

Los líderes europeos felicitaron a Donald Trump con palabras de cortesía y alguna invitación a visitar Europa. Angela Merkel, la canciller alemana, fue la única más clara en una declaración de intenciones para recordar los principios democráticos que el presidente electo ha despreciado durante su campaña.
“Alemania y Estados Unidos están conectados por los valores de la democracia, la libertad y el respeto de la ley y la dignidad del hombre, independientemente de su origen, el color de su piel, su religión, su género, orientación sexual y opiniones políticas”, dijo la líder de Alemania, la mayor economía y el país más poblado de la Unión Europea, en un comunicado. “Ofrezco al próximo presidente de Estados Unidos una cooperación estrecha sobre la base de estos valores”.
La larga despedida
Este miércoles por la noche, el presidente Barack Obama y la canciller cenaron en Berlín, en el último viaje del líder de Estados Unidos. La cena fue informal, en el hotel de Obama. Este jueves mantienen una reunión bilateral más formal, celebran una rueda de prensa conjunta y vuelven a cenar juntos.
La canciller alemana ha tenido una buena relación personal con Obama en estos ocho años que han compartido en el poder de los dos polos con más peso a los dos lados del Atlántico.
“Han trabajado juntos en casi cada asunto. Han desarrollado un respeto mutuo profundo, y creo que también una estrecha amistad”, explica Ben Rhodes, el viceconsejero de Seguridad Nacional, en un briefing sobre este último viaje.
Merkel también se lleva bien con Hillary Clinton y la elección de Trump ha sido una decepción para una política que evita las declaraciones grandilocuentes, suele ser mediadora entre conflictos, ha defendido la acogida de refugiados contra las embestidas del populismo en su país y no soportaba que Nicolas Sarkozy la tocara en sus saludos.
Las críticas de Trump
Como candidatos, tanto Clinton como Trump citaron a Merkel como líder que respetaban, pero el presidente electo criticó a la alemana varias veces durante la campaña.
“Lo que Merkel le ha hecho a Alemania es una vergüenza, es una vergüenza muy, muy triste”, dijo Trump en marzo por la política de Merkel de aceptar refugiados sirios en Alemania y pedir a los colegas europeos hagan lo mismo. Trump repitió varias veces que estaba “arruinando” Alemania.
Llegó a decir (y no como una alabanza) que Clinton sería “la Merkel de América”.
Tampoco le gustó que la revista Time escogiera a Merkel como "persona del año" en 2015.
I told you @TIME Magazine would never pick me as person of the year despite being the big favorite They picked person who is ruining
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) December 9, 2015
En septiembre, Trump dijo que Merkel le gustaba “como persona”, pero que estaba “decepcionado con el asunto de la inmigración”.
Trump, en general, ha mostrado poco interés en Europa, más allá de los nacionalistas británicos del UKIP que lograron que Reino Unido aprobara su salida de la Unión Europea, y de Vladimir Putin, cuyo antagonismo con el resto de Europa sólo se ha acrecentado con los años en el poder.
Trump definió a Bruselas como “un agujero del infierno” y a Alemania con “un lío lleno de crimen”.
Man shot inside Paris police station. Just announced that terror threat is at highest level. is a total mess-big crime. GET SMART!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 7, 2016
Pero más allá de la animadversión personal y la falta de química que puedan tener la canciller Merkel y el presidente Trump, la canciller alemana queda como casi la única representante fuerte en defensa de los valores de la democracia liberal en Occidente. Frente a Putin y posiblemente frente a Trump.
La guardiana de los principios
Francia está ahora concentrada en sus elecciones, que se celebrarán esta primavera y donde puede ascender el partido de ultraderecha de Marine Le Pen, que ya está vendiendo que el trío de ella, Trump y Putin podría “ser bueno para la paz mundial”.
Reino Unido está también concentrado en sí mismo negociando las condiciones de salida de la Unión Europea y tratando de aligerar el impacto económico de su repentino aislamiento de su principal mercado. La conservadora Theresa May ha evitado criticar a Trump y ahora intenta que no sea Nigel Farage, el líder del UKIP, quien lleve la relación con la nueva Casa Blanca.
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Así queda Merkel como la líder para velar por los principios básicos de tolerancia y apertura económica y cultural al mundo. Al menos mientras siga siendo canciller. Ella también tiene elecciones en 2017 y, aunque ahora es popular, su suerte dependerá de lo que suceda los próximos meses en Alemania y en el resto de Europa. Los comicios aún no tienen fecha, aunque deben ser en algún momento entre agosto y octubre.
La canciller alemana fue muy criticada especialmente en los países del Sur de Europa por su actitud exigente durante la crisis del euro, pero gracias a ella aún existe una moneda única y la Unión Europea rescató a las economías de Grecia, España, Portugal o Irlanda.
Durante años, Merkel ha ejercido como la presidenta de facto de Europa. La que llegaba en el último momento con una oferta para cerrar un trato sobre el cambio climático, la regulación bancaria o la inmigración.
Pese a las disparidades personales, Merkel hizo buen dúo con Sarkozy, lo que indica que la canciller podría conseguir una relación de trabajo eficaz también con Trump. Pero la diferencia esencial es que con el francés compartía los valores básicos.
El 9 de noviembre
El día que Merkel hizo su declaración sobre la victoria de Trump era especialmente simbólico en Alemania: el 9 de noviembre. Ese día, en 1989, cayó el muro de Berlín. Pero también es un aniversario amargo: el 9 de noviembre de 1938, la noche de los cristales rotos en que los militantes nazis asesinaron a docenas de judíos y asaltaron sus casas y sus negocios.
Merkel, que creció en la Alemania Oriental, sabe bien cómo es vivir sin la libertad de prensa o de circulación que ahora menosprecia Trump.
Su escepticismo sobre el próximo presidente de Estados Unidos es compartido en su país. Según una encuesta de la televisión ZDF, el 82% de los alemanes tienen una opinión mala o muy mala de Trump. El 65% creen que la relación entre su país y Estados Unidos se deteriorará con el nuevo presidente.