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    Manejar Uber y vender reliquias familiares: los testimonios de hispanos afectados por el cierre de gobierno

    Los contratistas y empleados federales reciben los golpes más severos de este cierre parcial de gobierno, el más largo de la historia. Las dificultades financieras y el daño que esto supone a su salud física y mental, a la educación de sus hijos y a su vivienda, los han sumido en el estrés ante la falta de solución a corto plazo.
    12 Ene 2019 – 11:27 AM EST
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    Las consecuencias del cierre parcial del gobierno en 15 fotografías

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    Algunos han tenido que recurrir a manejar Uber, vender artículos de casa, devolver regalos navideños y recortar lujos y gastos. Las mayores preocupaciones son, entre muchas cosas, el pago de hipotecas y los vitales seguros de salud.

    De los más afectados por el cierre parcial de gobierno, el más largo de la historia, son los empleados y contratistas federales y sus familias, quienes no han recibido pagos. El cierre entra en su tercera semana y ni el presidente Trump ni los demócratas en el Congreso ceden en sus posiciones.

    Mientras tanto, las dificultades financieras y el golpe que esto supone a la salud física y mental de estos empleados, a la educación de sus hijos y a su vivienda, los tienen sumidos en el estrés y la ansiedad de un futuro incierto, dicen.

    Jessé Vásquez, 42, criado en Chicago por padres puertorriqueños, es investigador para la istración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) desde hace 20 años. Recibió su último pago el lunes 31 de diciembre. Este viernes, no recibió ninguno.


    “Estamos nerviosos porque vimos que el presidente se salió de esa (reunión)”, le dijo Vásquez a Univision Noticias, refiriéndose a cómo Trump había terminado abruptamente una de las reuniones de negociación con los demócratas esta semana. “Parece que va a durar meses”.

    El pago que más le preocupa a Vásquez es el de 1,500 dólares mensuales de su hipoteca. Planea pedirle una extensión a la compañía de préstamos, “pero Dios mío, que no sea más de febrero”, dijo asustado, “he pagado a tiempo, pero no creo que me den más extensiones”.

    Lo más difícil llegó cuando Vásquez tuvo que escoger entre una cirugía de útero de 500 dólares para su perrita Soxy de 11 años o pagar su hipoteca. La cirugía tuvo que aplazarse.

    “Soy un empleado federal en suspensión de pago. Mi perrita Soxy necesitaba una cirugía urgente y no va a suceder. No soy rico como la persona que fabricó esta falsa emergencia en nuestro país. ¡No apoyo el muro! Me gustaría volver a trabajar para los contribuyentes", tuiteó.

    En otros casos, la salud y la educación de los hijos es lo que más corre peligro.

    Deborah Rodríguez, 44, trabaja desde hace 18 años para el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU en Puerto Rico. Con el salario de su esposo pagan lo básico - alquiler comida y gasolina - pero los gastos son varios e importantes, y se están acumulando.

    "Estas navidades fueron un poco difíciles”, le dijo Rodríguez a Univision Noticias. Empezaron por cortar lo no esencial, como la señal de cable de televisión, dijo. Luego solicitó beneficios de desempleo. Pero la situación de su familia de cinco no es fácil. Rodríguez dijo estar en remisión de cáncer de Linfoma de Hodgkin, y sufre de depresión. Acababa de regresar al trabajo por estas razones cuando el cierre comenzó, dijo.

    Ella tiene que hacer frente a las responsabilidades que significan mantener a un hijo de 17 años que cursa la secundaria y a dos hijas de 19 y 20 años que estudian en la universidad. Rodríguez dice que no va a poder hacer el próximo pago de esos estudios si el gobierno no le paga a ella pronto. Va a pedir prórrogas, y si el cierre continúa, pedirá un préstamo, dice, para sumar a los otros préstamos que ya tiene. Para esos le concedieron un periodo de gracia de 30 días.

    "Me estoy preocupando más cada día"

    Algunos empleados afectados han podido recurrir a trabajos de medio tiempo, pero Rodríguez aclara que eso no es tan fácil.

    “Sí, se puede tener otro empleo”, dijo, “pero he aplicado a otras posiciones y me han dicho que estoy sobrecalificada. Yo lo haría, pero además la agencia tiene que aprobar ese otro trabajo, que no haya un conflicto de interés”. También es difícil que contraten a un empleado federal en esta situación, apunta, porque es obvio que tendría que dejar el puesto con poco aviso en cuanto el gobierno reabra.

    Además, el estado de la isla complica las cosas, dice Rodríguez. “Puerto Rico todavía se está recuperando del huracán. Aquí no hay buen transporte público aún… tenemos muchas cosas que no ayudan”.

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    Aunque pueda parecer que la situación de los empleados federales como Rodríguez es crítica pero pasajera, porque el gobierno les pagará eventualmente lo que les debe, Rodríguez y otros empleados federales ados por Univision Noticias advirtieron que este pago diferido no está garantizado. Hasta este viernes el Congreso aprobó pagarle a los empleados en furlough, o suspendidos, por el cierre .

    Pero quizá de los más afectados por el cierre son los contratistas federales, quienes ni siquiera recibirán pagos atrasados por estas semanas en vilo.

    Michael Leguea, 35, es ingeniero de sistemas con una compañía que contrata el Departamento de Agricultura en El Paso, Texas, donde nació y creció. Recibió su último cheque el 15 de diciembre.

    Ha tenido que recurrir a manejar Uber, Lyft y Door Dash, un servicio de domicilios de comida, le dijo Leguea a Univision Noticias. Él y su esposa de 31 años vendieron boletos que tenían para un concierto de Metallica, ropa y zapatos en eBay, y hasta unas monedas de plata antiguas que su abuela le había regalado. Incluso devolvieron los regalos que él y su esposa se dieron para Navidad.

    “Ha sido bastante duro, y este mes será todavía más duro”, dijo Leguea. “Esto ha creado mucho estrés y mientras más pasa el tiempo más me preocupo”.

    Aunque su esposa trabaja para una compañía asociada con el ejército estadounidense y no ha sido afectada por el cierre, no es suficiente para pagar la casa a la que se mudaron a finales de diciembre, sus préstamos estudiantiles y de un carro, y muy importante, el seguro de salud y gastos para su bebé de 1 año y 8 meses. Como no han podido pagar la guardería, Leguea se está encargando de cuidar a su niño.

    En caso de que el cierre se alargara, creó una campaña de GoFundMe que luego borró. “Es muy difícil para mí hacer esto”, dijo con voz cortada, “pedir ayuda”. Mientras tanto, planean vender más artículos de casa y este miércoles aplicó para recibir beneficios de desempleo. Su último recurso es usar dinero de su jubilación, pero “no quisiera hacerle daño a mi familia a largo plazo”.

    Este es el tercer cierre que le afecta como contratista. ¿Es este diferente? “Sí, definitivamente. Ni siquiera parece como que estuvieran llegando a un acuerdo”, dijo. “Me estoy preocupando más cada día”.

    "La gente está siendo maltratada"

    Para muchos, a finales de esta semana fue cuando el miedo comenzó a asentarse. En la familia de cinco de Sean Ghazala, 31, guardabosques y neoyorquino, de madre puertorriqueña y padre egipcio, son dos los que han dejado de recibir pagos. Él trabaja en el Cementerio Africano en el sur de Manhattan desde hace siete años y su madre Noemí trabaja en el Departamento del Interior. Ninguno de los dos ha podido trabajar desde el cierre, le dijo Ghazala a Univision Noticias.

    Han tenido que usar ahorros, tarjetas de crédito y buscar trabajos informales en Craigslist, como pintar casas o plomería. Pero “yo no pienso que pueda simplemente aparecerme y hacer esas cosas”, dijo, “yo tengo otras habilidades y no me están dejando usarlas”.

    Este jueves, Ghazala participó en una protesta de trabajadores federales y dreamers contra el cierre en Staten Island, organizada por el Dream Action Coalition, grupo que aboga por los jóvenes indocumentados que recibieron amparo de la deportación por a la acción ejecutiva del expresidente Barack Obama.

    “Es importante que esta discusión no se separe de los temas más amplios", dijo Ghazala. "Hablan de la amenaza de inmigrantes indocumentados, y yo pienso que la evidencia no está ahí... La gente está siendo maltratada, les están reteniendo su pago por una amenaza distante”.

    Ghazala dice que sus compañeros, otros trabajadores federales, le han dicho que sienten que “la importancia de su trabajo no se refleja en cómo nos tratan. Es un grupo enorme de personas bajo mucho estrés”.

    “Es un teatro”, dijo exasperado, “la situación se está poniendo tensa, desesperada...Te sientes como un rehén. No tienes control sobre la situación”.

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