El retorno a Nixon: la animadversión de Donald Trump a la prensa rompe con décadas de transparencia

La rueda de prensa de este miércoles de Donald Trump es la primera desde el 27 de julio del año pasado. Han pasado 168 días en los que el presidente electo no se ha sometido a las preguntas en una sesión abierta con reporteros, algo inusual en la historia reciente de Estados Unidos.
La tradición de la transparencia y de la comunicación habitual y pública con la prensa la instauró el presidente Eisenhower gracias, en particular, a su portavoz, James Hagerty, que había sido periodista del New York Times e inauguró la práctica de las ruedas de prensa regulares y cuyo contenido se pudiera publicar libremente.
La transparencia tuvo sus momentos bajos por presidentes secretistas como John F. Kennedy y Richard Nixon pero al menos desde Ronald Reagan la responsabilidad de explicación pública de los presidentes ha sido una obligación más.
¿De quién es la rueda de prensa?
La desconfianza de Trump hacia los medios y las ganas de saltarse sus deberes de transparencia tienen como último precedente más claro a Nixon.
En diciembre de 1970, su director de comunicación, Herbert Klein, explicaba en un artículo en el New York Times cuál era la función de la rueda de prensa (o “ news conference”, como él las llamaba para enfatizar que el protagonista era el presidente y no la prensa).
“El objetivo esencial de una rueda es transmitir información del presidente a la gente. Nunca se planteó como un debate, o un espectáculo, o una arena para que el presidente o los reporteros enseñaran sus habilidades o su animadversión”, escribía Klein. “La conferencia es del presidente. Esto es incontestable”.
Klein también subrayaba que Nixon no necesitaba a los periodistas de intermediarios. Entonces no había tuits, pero sí “muchos otros métodos de comunicación fuera de cámara: mensajes, declaraciones, discursos, comentarios y cartas” que Nixon usaba “constantemente”. Las ruedas de prensa, según Klein, sólo eran “una de las muchas maneras en las que el presidente se comunica con la gente”.
Unos días después, dos periodistas, Stuart Loory, de Los Angeles Times, y Jules Witcover, del Washington Post, le contestaron en una carta al Times. Los reporteros defendían que las ruedas de prensa eran “el único mecanismo para que el público pida responsabilidades al presidente” entre elecciones. Criticaban en particular la afirmación de que las ruedas de prensa son “del presidente”: “El presidente tiene muchas maneras de informar al público, pero sólo las preguntas pueden sacar las aclaraciones necesarias para una comunicación exitosa”. También recordaban que no se trata de una “confrontación”, sino de la “búsqueda de la verdad, un objetivo al que la prensa y el gobierno están dedicados”.
Nixon y las patadas
Este intercambio sucedía más de un año antes del asalto del Watergate que acabaría llevando a Nixon a dimitir. Pero ya entonces la relación del presidente con la prensa era de desconfianza mutua.
El presidente creía que la prensa quería su fracaso ya desde que se presentó a gobernador de California en 1962. Cuando perdió, dijo que ésa sería su última rueda de prensa y les dijo un centenar de periodistas reunidos en un hotel de Beverly Hills: “Ya no tendréis a Dick Nixon para patearle”.
No fue la última rueda de prensa y ocho años después fue elegido presidente. Pese a su mala relación con la prensa, Nixon nunca utilizó palabras tan duras como Trump en público, no persiguió a periodistas concretos y no animó a sus seguidores a ir contra los reporteros. Su tono ante las cámaras solía ser sólo irónico.
En su intento de contraste con la era del Watergate, Jimmy Carter se volcó en las ruedas de prensa ( dio 52 en solitario en sus cuatro años en la Casa Blanca frente a las 29 de Nixon en sus seis). Ronald Reagan mantuvo las prácticas básicas de comunicación, pero fue menos comunicativo, sobre todo por la cerrazón de su istración en los últimos años de su segundo mandato.
Sobre todo desde George H.W. Bush todos los presidentes han aceptado las prácticas de comunicación habituales. Bush padre tiene el récord de ruedas de prensa en solitario, sobre todo considerando que sólo gobernó cuatro años: dio 89 en solitario en un mandato.
La nueva era
El presidente Barack Obama ha dado 64 ruedas de prensa individuales (las conjuntas con otros líderes suelen ser más cortas y con menos posibilidades de preguntas directas al presidente de EEUU). Sus conferencias han sido largas pero a menudo por sus respuestas de hasta 20 minutos cada una.
La relación con la prensa de Obama pasó del idilio de su primera campaña a la desconfianza con la que suelen acabar con los presidentes, pero ha respetado las prácticas de lo básico en la información de sus movimientos (con un pool que no le ha dejado ni en las cenas románticas con Michelle) y en las ruedas de prensa y entrevistas habituales.
Ya antes de que ganara Trump la prensa esperaba una nueva era más secretista que la de Obama.
Hillary Clinton desconfía de la prensa desde las primeras críticas que recibió como primera dama de Arkansas por no querer renunciar a su apellido (al final lo hizo) o no ser “tradicional” por tener un empleo y no tener hijos (antes de tener a Chelsea). Como primera dama, quiso trabajar el plan de reforma sanitaria con el máximo secretismo posible. Aunque su relación con la prensa se fue relajando con los años en la campaña de 2016 también mantuvo las distancias.
Como candidata, Clinton pasó meses sin dar ruedas de prensa y tardó en viajar junto a la prensa. Trump daba ruedas de prensa al principio de la campaña, pero acabó superando el récord de Clinton y hasta ahora nunca ha itido un pool de prensa que le siga como candidato o como presidente electo de manera consistente.
Trump ha amenazado a la prensa como nunca antes en la historia de la democracia estadounidense. También cosechó una animadversión editorial nunca vista incluso entre las publicaciones con una línea editorial conservadora. Entre los 100 principales periódicos de Estados Unidos, sólo dos pidieron el voto para él mientras que 57 lo hicieron para su rival. En 2012, por ejemplo, 35 pidieron el voto para Mitt Romney y 41 para Barack Obama.
La mayoría de las prácticas de comunicación son costumbre y el presidente no tiene ninguna obligación legal de cumplirlas. Pero la democracia se basa en la transparencia, algo en lo que hasta ahora Estados Unidos ha sido muy superior respecto a la mayoria.
Como recordaban los periodistas Loory y Witcover en 1971, “el interés profundo” es del “público, no sólo de la prensa”.
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