El caso Lewinsky: cómo entender hoy ese escándalo sexual que aún persigue a los Clinton y a los demócratas

Siempre será una herida abierta. El caso Lewinski es una sombra permanente para los demócratas que aún están en el Congreso, así como lo fue en la campaña de Hillary Clinton. Hoy más que nunca, la ola de escándalos sobre acoso sexual, pone bajo los focos a quienes defendieron al expresidente y victimizaron a la becaria.
La senadora demócrata por Nueva York Kirsten Gillibrand removió el piso de su partido este mes al decir que Bill Clinton debió haber renunciado a la presidencia luego del escándalo que rodeó a Mónica Lewinsky.
Él, de entonces 49 años, era presidente de Estados Unidos. Ella, de 22 años, era sólo una pasante en la Casa Blanca. Ambos tuvieron relaciones sexuales entre 1995 y 1997. En una de aquellas ocasiones Clinton manchó un vestido azul de Lewinsky con semen, que ella nunca limpió y luego se convirtió en el "famoso vestido azul". El que incluso está bosquejado como una sombra en el retrato oficial de Clinton.
Lewinsky confió su secreto a su amiga Linda Tripp, quien comenzó a grabar las conversaciones con la practicante, donde ella le contaba detalles de su relación con Clinton.
Tripp le comentó lo que estaba ocurriendo a la agente literaria Lucianne Goldberg, quien en 1997 comentó a reporteros sobre la existencia de las grabaciones.
El 17 de enero de 1998 el medio sensacionalista Drudge Report aseguró que la revista Newsweek estaba aguantando la historia donde exponía la relación extramarital del presidente con Lewinsky.
Clinton dijo en un discurso televisivo: "No tuve relaciones sexuales con Mónica Lewinsky". Pero la investigación oficial resultó en un cargo de perjurio en contra del presidente, lo que motivó un juicio político en la Cámara de Representantes que buscaba su destitución.
Gillibrand se ha posicionado como una figura política en contra del acoso sexual y abuso de poder, pero no fue una de los 535 legisladores que en ese momento debieron juzgar a Clinton en el Congreso. Al contrario, Gillibrand llegó al Capitolio en 2007 para representar al distrito 20 de Nueva York.
"Al hacer ese comentario se está posicionando bien, está elevando su perfil para una potencial candidatura en 2020", señaló Robert Guttman profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Johns Hopkins.
Para los demócratas que sí vivieron el juicio político de Clinton y aún trabajan en el Congreso -un total de 48- las palabras de Gillibrand son un balde de agua fría y pueden tener consecuencias mucho mayores que un simple mal rato.
Votos a favor de Clinton
En diciembre de 1998, cuando la Cámara de Representantes votó a favor del juicio político a Clinton -el impeachment- quienes ahora son líderes en el Capitolio dieron su total y completo apoyo al expresidente.
Por el lado de la Cámara Baja, la líder de la minoría demócrata Nancy Pelosi votó en contra de los cuatro artículos del juicio político: dos por perjurio, obstrucción a la justicia y abuso de poder.
Lo mismo ocurrió con el demócrata Steny Hoyer por Maryland, actual presidente del caucus en la Cámara de Representantes.
El actual líder de la minoría en el Senado, Charles Schumer, demócrata por Nueva York, (antes congresista del mismo estado), también votó en contra de todos los artículos.
Sólo cinco demócratas le negaron su respaldo a Clinton, todos eran de la Cámara de Representantes, pero ninguno de ellos está en el Congreso en la actualidad.
¿Por qué lo apoyaron?
Los 48 legisladores demócratas que vivieron esa época y aún siguen en sus cargos, ahora están sujetos al escrutinio público y a preguntas cómo ¿fueron indiferentes frente a un hombre que pudo aprovecharse de su posición política y tomar ventaja con una persona que trabajaba para él en el gobierno federal?
"Eran otros tiempos. Se conocía que Clinton era mujeriego, pero todos se centraron en linchar a la pasante y salvarlo a él, como también al partido", comentó Guttman.
"Había mucho más en juego que un escándalo sexual. El control del Congreso y la Casa Blanca, todo estaba pendiendo de un hilo. Esto además de la lealtad partidista", agregó.
Pelosi, la única mujer entre el liderazgo demócrata dijo recientemente que "nunca ha experimentado una situación de acoso sexual", pero hace pocos días hizo un llamado para realizar una investigación ética sobre el congresista demócrata de Michigan John Conyers por acusaciones de acoso hacia su personal. Conyers fue uno de los legisladores que votó a favor de Clinton en el juicio político.
Hoyer apoyó la posición de Pelosi y dijo que “claramente el sistema debe ser reformado”, mientras Schumer dijo que donaría el dinero a organizaciones de caridad para mujeres que otro acusado de acoso sexual, el productor de cine Harvey Weinstein, dio a su campaña y aseguró que ese tipo de abuso es inisible.
En el caso Lewinsky nadie nunca cuestionó un posible acoso sexual por parte del presidente. Sobre todo porque la pasante nunca presentó una acusación formal y porque siempre aseguró que la relación fue consensual.
“Seguro, mi jefe tomó ventaja de mí, pero siempre me mantendré firme en este punto: fue una relación consensual. Cualquier abuso vino después, cuando fui el chivo expiatorio para proteger su poderosa posición. El gobierno de Clinton, los abogados, los operadores políticos en ambos partidos y los medios me marcaron y esa marca quedó, ya que fue grabada con poder”, escribió Mónica Lewinsky en un ensayo publicado en Vanity Fair.
Expertas como Jennifer Lawless, profesora del Departamento de Gobierno de la Universidad Americana en Wasgington DC, dudan que la relación entre Lewinsky y Clinton haya sido completamente consensual "considerando que ella era una pasante y él presidente", aseguró.
"La forma en que los medios y políticos trataron ese tema en la época fue que Lewinsky era la culpable, ella lo pidió, con la intención de romper un matrimonio", agregó.
Impacto político
Durante la campaña presidencial de Hillary Clinton salieron a la luz las grabaciones donde Donald Trump describe a mujeres con palabras vulgares. Esto además de las diversas acusaciones de acoso sexual que recibió durante la campaña. Actualmente la productora Brave New Films recopiló todos los casos en su contra y -según su cuenta- suman 16.
"Hillary Clinton no pudo atacar tan fuerte como hubiera podido a Trump durante la campaña presidencial por miedo a que lo que pudiera salir respecto a su marido terminara dañando más su candidatura", explicó Lawless.
Pero si la bola sigue creciendo y más personas poderosas siguen cayendo, entonces este tema sí puede convertirse en un problema para las elecciones legislativas de 2018. Una donde el voto femenino juega un rol clave.
En 2014, un 43% de las mujeres elegibles para votar participaron en las elecciones. En general este grupo supera a los hombres en alrededor de 2 puntos porcentuales en cuanto a su participación, de acuerdo a datos de Center for American Women and Politics.
Para los comicios de 2016 había más de 83 millones de mujeres registradas. Un número que puede dar vuelta a cualquier elección, si algo es suficientemente atractivo para convocarlas masivamente.
Según Emily’s List, que hace activismo a favor de la elección de mujeres en la política, tras los comicios de 2016, el rechazo a Trump sí tuvo repercusiones entre las mujeres demócratas. La organización aseguró que más de 20.000 mujeres han expresado interés en postularse para cargos públicos.
¿Cuántos más caerán antes de noviembre de 2018? Todavía es una incógnita, pero el movimiento '#metoo' parece imparable y llegó a la política para quedarse.