"Debemos salvar el alma de los demócratas", dice el hombre que quiere crear el Tea Party de la izquierda

¿Deben adoptar los demócratas progresistas una estrategia similar a la que el Tea Party adoptó justo antes de las elecciones legislativas de 2010? Algunos activistas perciben la derrota de Hillary Clinton como una oportunidad para hacer girar el partido a la izquierda y apartar al partido de los intereses de los grandes donantes de Wall Street.
Varios veteranos de Bernie Sanders crearon el grupo Our Revolution con el objetivo de respaldar a candidatos progresistas después de 2016. Ningún miembro puede aportar a la causa más de 5.000 dólares al año y cualquiera puede someter a un candidato al criterio de sus responsables, que lo examinan antes de decidir si debe recibir el apoyo de la organización.
Our Revolution tiene un programa prolijo que se puede consultar aquí. Por ahora sólo ha respaldado a estos cuatro candidatos. Entre ellos el congresista Keith Ellison, que aspira a presidir el Comité Nacional Demócrata, cuyos responsables recibieron muchas críticas durante la carrera presidencial.
Muchos demócratas sueñan con un Tea Party que renueve la energía de la izquierda y ayude a sus a combatir el ascenso de Trump. Pero es difícil trazar una analogía entre lo que ocurrió en 2010 y lo que está ocurriendo en 2016.
Barack Obama ganó las elecciones con autoridad y Trump ha llegado a la Casa Blanca después de perder el voto popular. Los demócratas son un partido mucho más fuerte que los republicanos de 2009 y los republicanos tienen un problema que no tenían sus rivales hace ocho años: el presidente no es uno de sus líderes sino un intruso que llegó a la Casa Blanca criticando a demócratas y republicanos por igual.
Los demócratas no lo tienen fácil para emular el éxito de los republicanos en las elecciones legislativas de 2010. Entonces el entusiasmo del Tea Party ayudó a sus candidatos a recobrar el control de la Cámara de Representantes y a ganar el control de decenas de legislaturas estatales del país.
El diseño de los distritos electorales hacen muy difícil que los demócratas puedan arrebatar el control de la Cámara de Representantes a sus rivales en 2018. Tampoco lo tienen fácil en el Senado, donde hasta 10 demócratas se enfrentan a la reelección en estados que ganó Trump en 2016.
Estos detalles no arredran a activistas como Cenk Uygur, creador del canal de YouTube The Young Turk Network e impulsor de un grupo llamado Justice Democrats, que aspira a elegir a más políticos progresistas y a sacar del Capitolio a representantes que reciben donaciones de Wall Street.
Los Justice Democrats presentaron este martes este programa que incluye propuestas como subir el salario mínimo, llevar a las entidades bancarias a los tribunales o convocar una convención para reformar la Constitución.
Por ahora la organización está formada por apenas 12 personas pero Uygur es un rostro muy conocido entre la audiencia joven. Su canal de YouTube tiene más de 5.000 millones de visionados y llegó a recaudar más de un millón de dólares para financiar periodismo de investigación después de la derrota de Hillary Clinton.
Este martes hablé por teléfono con Uygur sobre su proyecto y sobre las opciones de los demócratas después del ascenso de Trump.
Ustedes han presentado el programa de lo que llaman los Justice Democrats. ¿Cómo describiría ese movimiento?
Nosotros queremos unos demócratas fuertes y por eso queremos candidatos que no reciban donaciones de empresas. Ha llegado la hora de salvar el alma de los demócratas y lograr que vuelvan a ayudar a la gente corriente.
¿Cuándo perdieron los demócratas el alma?
Puedo decirle exactamente cuándo. Ocurrió en 1978 cuando el Supremo adoptó una decisión que permitió a las empresas donar dinero a iniciativas políticas. Eso convirtió a los demócratas en un partido en deuda con los millonarios y las grandes corporaciones y diluyó su defensa de las clases medias.
Antes de esa fecha, los demócratas sí representaban a la gente corriente. Aprobaron programas como Medicaid o Medicare o la legislación en defensa de los derechos civiles. Incluso empujaron a Richard Nixon a aprobar leyes progresistas. Nunca hubo tanto crecimiento ni tan poca desigualdad como en las tres décadas anteriores a 1978. Fueron unos años muy buenos y creo que podemos hacerlo otra vez.
Ustedes dicen que su objetivo es sacar del Capitolio a congresistas que tienen el apoyo de las grandes empresas. ¿Me puede poner un ejemplo?
La inmensa mayoría de los congresistas aceptan donaciones de grandes empresas y por eso citar nombres quizá no tiene mucho sentido. Pero le daré un ejemplo razonable.
El senador demócrata Cory Booker votó a favor de las farmacéuticas, que no quieren que importemos medicinas mucho más baratas de Canadá. Booker hizo eso porque es el senador que recibe más dinero de las empresas farmacéuticas y en esa votación puso los intereses de esas empresas por encima de los intereses de sus votantes. En realidad, Booker no es un caso especial. La inmensa mayoría de sus colegas hace lo mismo. Nuestro objetivo es encontrar candidatos que compitan con todos en unas primarias.
Pero ustedes tienen recursos limitados. ¿Van a emplearlos en el Capitolio, en las legislaturas estatales o en otras carreras?
Al principio pondremos el foco en el Capitolio y financiaremos a candidatos que compitan contra senadores y de la Cámara de Representantes. Nuestro objetivo es financiar a decenas de candidatos en 2018 y a cientos de candidatos en 2020.
¿Piensan más en estados demócratas como New Jersey o California o en lugares que votaron por Trump como Missouri o West Virginia?
Nosotros seremos activos en todos los estados porque creemos que no hay un solo lugar donde un buen candidato no pueda ganar con una agenda progresista. Un buen ejemplo es lo que ocurrió con la primaria que perdió Eric Cantor en 2014. Su rival se presentó como un outsider y compitió con un mensaje contra los bancos. Si un demócrata hubiera competido con ese mensaje, habría ganado en ese distrito, que es un distrito muy conservador. Pero no compitieron con ese mensaje porque están en manos de los bancos.
¿Significa eso que emplearemos nuestros recursos de forma indiscriminada? No. Seremos muy prácticos.
En primer lugar, no hay ningún motivo por el que estados como Nueva York o California deban tener representantes demócratas apoyados por las grandes empresas. Para eso están las primarias. Esos representantes pueden aceptar nuestros principios o arriesgarse a perder el escaño.
En segundo lugar, no hay ningún motivo por el que estados en disputa como West Virginia no puedan tener un senador demócrata progresista. Usted ha citado al senador Joe Manchin. Yo no digo que Manchin no tenga ningún valor para los demócratas. Pero muchas veces su presencia es contraproducente porque repite los argumentos de los republicanos y les da un barniz bipartidista que no deberían tener. ¿Podríamos derrotar a Manchin en West Virginia? Claro que podemos.
¿Y cómo hacerlo en un lugar como West Virginia? Trump ganó ese estado por 41 puntos y muchos de sus habitantes están en contra de la legislación contra el cambio climático que ustedes proponen.
West Virginia ha tenido muchos representantes demócratas a lo largo de la Historia. ¿Significa que vayamos a lograr todo lo que queremos en ese estado? Claro que no. Pero uno de nuestros candidatos puede competir allí aunque no comparta nuestro programa sobre las armas o sobre el cambio climático. Lo más importante de nuestro programa es la renuncia a las donaciones de las empresas. Yo le garantizo que ésa es una premisa ganadora en cualquier estado y que cualquier candidato que la asuma puede ganar en cualquier lugar.
Algunas de sus propuestas son similares a las de Trump: la mejora de las infraestructuras o su oposición a los tratados comerciales. ¿Deben los demócratas colaborar con el presidente o deben bloquear sus iniciativas?
Si Trump está de acuerdo con nosotros, genial. El obstruccionismo en sí mismo no tiene sentido. Pero si no está de acuerdo con nosotros, lo combatiremos con más fuerza que demócratas en manos de las empresas como Hillary Clinton.
¿No deberían presentar los demócratas candidatos centristas en los estados donde ganó Trump en 2016?
Esta pregunta es importante porque debemos acabar con los mitos del pasado. Muchos creen que un demócrata centrista es un demócrata que acepta donaciones de las grandes empresas y eso no es verdad. Defender rebajas de impuestos para las grandes empresas no es centrista porque la mayoría de la gente no está de acuerdo con eso. La mayoría está a favor de subir los impuestos de los más ricos y no deberíamos llamar centristas a los demócratas que se oponen a hacerlo.
Yo diría que nosotros somos los centristas porque defendemos propuestas con las que está de acuerdo la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Algunos analistas comparan lo que ustedes quieren hacer con lo que el Tea Party hizo en 2010. ¿En qué cosas se parecen y en qué cosas no?
Ambos son movimientos que desafían a demócratas y republicanos y comprendo por qué la gente hace esa analogía. Pero en mi opinión hay algunas diferencias importantes. El movimiento del Tea Party fue secuestrado casi desde el principio por los intereses de las grandes empresas. Sus líderes decían que querían protestar contra Wall Street pero enseguida los hermanos Koch les enviaron a protestar contra la reforma sanitaria de Obama, que era una ley que en realidad les habría ayudado. Al final un movimiento que nació como una protesta contra las elites fue una herramienta a su favor.
A mí no me importa debatir con activistas conservadores. Por desgracia, eso no ocurre por la influencia de las grandes empresas. El ejemplo perfecto es el congresista Tom Price, elegido ahora por Trump como secretario de Sanidad. Price aceptó donaciones de campaña de varias aseguradoras sobre las que legisla y luego invirtió su fortuna personal en esas empresas.
La otra diferencia con el Tea Party es que nuestras posiciones no son radicales: están de acuerdo con lo que piensa la mayoría de la población.
¿Usted cree que el ascenso de Trump es una reacción contra ese secuestro del Tea Party por donantes millonarios?
Creo que el ascenso de Trump es una reacción contra el establishment, que durante años nos dijo mentiras y manipuló el sistema a su favor. Las empresas daban a los políticos millones de dólares en donaciones. ¡Eso siempre se ha llamado soborno!
Por eso los votantes estaban listos para un candidato populista y habrían preferido un populista de izquierdas como Bernie Sanders. Pero los demócratas se equivocaron y eligieron a una candidata del establishment que perdió contra el aspirante más impopular de la Historia. Nosotros no permitiremos que los demócratas cometan de nuevo ese error.
¿Quién sería un buen candidato presidencial para 2020?
Es muy pronto para hablar de eso pero Bernie Sanders sería un gran candidato porque ha sido coherente durante cuatro décadas. Esa coherencia y esa autenticidad le ayudó a desafiar a Clinton. No sabemos si se presentará pero hay muchos otros buenos progresistas en nuestro país. Lo importante son los principios.
¿Qué le parece la presidencia de Obama?
Obama logró algunos cambios positivos pero cambios insignificantes. Llegó a la Casa Blanca con una mayoría muy amplia y toda la popularidad del mundo. Los ciudadanos estaban preparados para una tonelada de cambios y no los llevó a cabo. Es un político que quiere cambios graduales y eso no es lo que pedía el país. Demasiado a menudo Obama estuvo de acuerdo con las grandes empresas. Tuvo la oportunidad de ser un gran presidente y al final sólo fue un buen gestor.
Quería preguntarle por los medios. ¿Cree que los conservadores han tenido más éxito a la hora de crear un entorno mediático donde difundir sus ideas?
Ése es otro mito que merece la pena desmontar. Fox News ha tenido mucho éxito pero la inmensa mayoría de su audiencia es muy mayor. La edad media de la audiencia de Bill O’Reilly es 72 años. Pero si uno mira al futuro y no al pasado, nuestros rivales conservadores como Breitbart o Drudge tienen mucho menos éxito.
Trump ganó la Casa Blanca y muchos diarios examinan ahora los blogs conservadores como si tuvieran mucho éxito pero no lo son. Es cierto que extendieron noticias falsas pero Trump no ganó gracias a ellos. Ganó porque lanzó un mensaje populista. El nuevo mundo nos pertenece y la audiencia es la prueba de que lo que digo es cierto.
¿Los jóvenes quieren sus noticias en un tono menos aséptico y más informal?
Creo que siempre será necesario el periodismo objetivo. Al contrario que nuestros colegas conservadores, nosotros no queremos eliminar a los medios para reemplazarlos con propaganda. Nosotros queremos que los medios hagan su trabajo: controlar al poder y no ejercer como correa de transmisión.
Trump está teniendo un efecto positivo sobre los medios: les está empujando a volver a sus raíces y a desconfiar del poder. El periodismo objetivo está muy bien pero eso no quiere decir que el periodismo con perspectiva sea malo. Antes todos teníamos que ver CNN. En este entorno digital tan competitivo, uno tiene que ser muy convincente. ¿Alguien cree que Wolf Blitzer sea convincente? El New York Times aún es necesario pero los días de la CNN han terminado.
Medios como la CNN dicen que no tienen ningún sesgo pero sí lo tienen. Su sesgo es informar desde la perspectiva del establishment. Aceptan lo que dice el Pentágono o lo que dice un congresista sin cuestionarlo y por eso creo que CNN no es un medio neutral.