Así ha ofendido Trump a tu país: De "agujero de mierda" a "todos están enfermos de sida"
Trump ha hecho del insulto una manera de gobernar. Menospreciar países y mandatarios ha sido una constante desde que era candidato a la presidencia y esa práctica no ha menguado desde que llegó a la Casa Blanca. Lo hace igual en los cotilleos de una reunión privada, en una sala a reventar de congresistas o con signos de puntuación hilarantes en su Twitter. Mucha indignación ha generado en el mundo la manera como se refirió sobre Haití, a El Salvador y los países africanos, pero en realidad son muchas las naciones que Trump ha ofendido.
En la carrera de Donald Trump por asignarle una etiqueta ofensiva a diferentes países en el mundo, a Afganistán le ha correspondido el de "terrorista". Después de enterarse que 2,500 visas habían sido otorgadas a este país durante el 2017, sentenció: “Es una guarida de terroristas”.
En agosto del año pasado, cuando presentó públicamente su nuevo plan para Afganistán, Trump ya había dejado claros sus pensamientos sobre este país: “No estamos reconstruyendo una nación, estamos matando terroristas”.
A la canciller de Alemania, Angela Merkel, Trump le negó un apretón de manos en un incómodo encuentro en la Casa Blanca que presenciaron todos los medios. “¿Deberíamos darnos la mano?”, preguntó la política ante un Trump que permaneció impávido.
Aunque su tono se ha moderado frente a la canciller, durante su candidatura a las elecciones por el Partido Republicano Trump aseguró en su Twitter que Merkel “estaba llevando a la ruina a Alemania”.
Este país europeo se llevó otro insulto, en realidad por pura ignorancia del mandatario quien, en un intento por rechazar los ataques terroristas que habían ocurrido en París, puso en su Twitter: “Alemania es un completo desorden de violencia”. El insulto era, en realidad, para Francia.
El improperio que cometió Trump contra Australia no pasó por las palabras, sino por los actos. Recién había asumido su rol como presidente cuando abruptamente le colgó el teléfono al Primer Ministro de Australia, Malcolm Turnbull.
Después de una llamada de una hora en la que, durante 25 minutos, el mandatario estadounidense insistió en que el acuerdo que había hecho el expresidente Obama con este país en torno a la recepción de refugiados sirios era “el peor trato que alguna vez se hubiera hecho”, Trump simplemente colgó la bocina.
Canadá es uno de los países con los que Donald Trump ha tratado de mantener una relación estrecha y cordial, sin embargo, y a pesar de los abrazos y sonrisas compartidas con el primer ministro, Justin Trudeau, durante su primer encuentro en febrero de 2017, el mandatario acusó a este país de “traer desgracia” a la industria lechera.
Donald Trump hizo este comentario una vez que subiera el tono en sus redes sociales y condenara el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica como “un desastre”. “Otro tratado típico unilateral en contra de Estados Unidos”, sentenció.
Desde mucho antes de ser presidente, Donald Trump había emprendido un imparable ataque contra China y su pueblo. “Manipulador de divisas” y “violador de los Estados Unidos” insistió en varios de sus polémicos tuits. También dijo alguna vez que los chinos eran unos mentirosos: “Crearon el concepto del cambio climático para hacer que Estados Unidos no fuera competitiva”. Trump también hizo algo impensable al sostener una conversación teléfonica con la presidenta electa de Taiwán, Tsai Ing-wen, lo que fue leído como todo un desafío diplomático una vez que China considera esta isla como una provincia secesionista.
Pero siguiendo su costumbre de ofender a la gente en la distancia y adularlos cuando los tiene en frente, el tono que ha mantenido Trump cuando se ha encontrado con el primer ministro chino, Li Keqiang, ha sido mucho menos desafiante.
No hay ningún otro país que haya exacerbado la capacidad ofensiva de Donald Trump que Corea del Norte y su polémico dictador, Kim Jong Un. “Bajo”, “gordo”, “te daré fuego y furia como nunca has visto”, “hombre cohete”, “demente que mata de hambre a su pueblo”, “cachorro enfermo” son algunos de los insultos casi infantiles que el presidente de los Estados Unidos ha intercambiado con el norcoreano, en medio de una extendida tensión nuclear.
Más allá de las malas palabras y los insultos, Trump ha sabido atemorizar no solo a los norcoreanos sino al mundo entero al decir que él tiene “el más grande” botón nuclear a su disposición.
“País de mierda”, así habló Donald Trump sobre El Salvador durante una reunión en el despacho oval en la que se dirimía sobre cómo proteger los inmigrantes de este país, junto a Haití y algunos países africanos.
Alineado con sus insultos han estado sus acciones políticas frente al país centroamericano. El pasado 8 de enero se anunció la cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS) poniendo así fin al amparo de las deportaciones de alrededor de 200,000 inmigrantes indocumentados que llevan casi dos décadas en Estados Unidos.
El menosprecio de Trump hacia Haití le brota en las palabras. Además de referirse a este país como "un hueco de mierda (shithole)" cuando se estaban discutiendo las protecciones migratorias que Estados Unidos brinda a ciertos ciudadanos, Trump añadió: "¿Por qué necesitamos más haitianos?, ¡Sáquenlos a todos!". Luego, sugirió que Estados Unidos debería atraer a más personas de países como Noruega.
Los insultos para la isla del Caribe no parecen en realidad ser un asunto nuevo en el léxico del mandatario. En diciembre de 2017, se conoció cómo Donald Trump no pudo disimular su descontento cuando accedió al informe de cuántos inmigrantes habían recibido visas durante 2017, y se enteró que para Haití se habían otorgado 15,000 visas. Sus palabras fueron cuando menos despiadadas: “Todos tienen sida”.
Más allá de sus agresiones, las acciones que ha tomado contra este país hablan por sí solas. El pasado 20 de noviembre, el Departamento de Seguridad Nacional eliminó la protección temporal de la deportación para casi 60,000 haitianos, un beneficio que se le había extendido luego de un terremoto que azotó al país en 2010.
“El mayor estado patrocinador del terrorismo”, es la etiqueta con la que el gobierno del presidente Donald Trump ha bautizado a Irán al que además ha acusado de apoyar la carrera nuclear de Corea del Norte.
Irán es uno de los 7 países incluido en la restricción de entrada que el presidente firmó a comienzos de 2017 bajo la explicación de que numerosos individuos nacidos en estos países “han sido condenados o implicados en delitos relacionados con el terrorismo desde el 11 de septiembre de 2001".
En la particular geografía de insultos de Donald Trump, México parece tener un lugar especial. Desde sus días de candidato, el republicano vilipendió a este país y a su gente llamándolos “violadores” y un país de “bad hombres”. “México manda a su gente, ellos traen drogas, ellos traen crimen, ellos son violadores, y asumo, algunos son buenas personas”, sentenció al presentar su candidatura ante el Partido Republicano.
Las ofensas no han cesado desde su asenso oficial al poder. Aunque durante su encuentro con el presidente Peña Nieto dijo que había sido un “gran, gran honor”, el mandatario ha sido muy enfático en presentar a este país como el más peligroso en el mundo.
El pasado 23 de diciembre, el periódico The New York Times registró en un amplio reportaje cómo seis fuentes internas de la Casa Blanca habían sido testigos de la forma despectiva como el presidente Trump se había referido a diferentes países y nacionalidades mientras leía un informe de cuántos inmigrantes habían recibido visas para entrar a EEUU en 2017.
Cuando llegó el turno de Nigeria, Trump leyó: “40,000 han venido de Nigeria, y una vez ellos vean Estados Unidos, nunca van a querer volver a sus chozas”. La idea arraigada de Trump sobre Nigeria como un país “de chozas”, se puede rastrear incluso desde su campaña cuando se refería despectivamente a “esos nigerianos que no hablan ni una palabra de inglés y venden relojes en las esquinas”.
“Los Estados Unidos le han dado por los últimos 15 años 33 mil millones de dólares en ayudas a Pakistán y ellos solo nos han devuelto engaños y mentiras. Ellos están protegiendo a los terroristas que estamos cazando en Afganistán con unas ciertas ayudas. ¡Pero no más!”, sentenció Donald Trump en un tuit publicado en los primeros días de enero de este año creando tensión con uno de sus históricos aliados en esa región.
Oficiales pakistaníes se atrevieron a contestarle el ataque declarando que “era completamente incomprensible” y que “estaba contradiciendo los datos”.
Mientras la isla estaba sumida en una verdadera crisis después del paso del huracán María, el presidente Trump, que a duras penas parecía reconocer que Puerto Rico era una isla y que pertenecía a los Estados Unidos, se concentró en atacar el liderazgo de sus mandatarios. “Quieren todo hecho cuando debería ser un esfuerzo comunal”, decía uno de los 18 mensajes que publicó en una mañana el mandatario en su Twitter.
Luego, como si le costara tener algún tipo de empatía con los problemas que estaba enfrentando la isla, arremetió contra la alcaldesa de San Juan, Carmén Yulín Cruz, a la que llamó “mujer desagradable” y “falta de liderazgo”. Finalmente dejó claro que los problemas de la isla “con una infraestructura rota y un masivo débito”, eran previos a la crisis del huracán.
Reino Unido también se ha ganado un insulto de parte del presidente de los Estados Unidos: el de “espía”. Después de ser elegido y sin poder presentar ninguna prueba que sustentara sus afirmaciones, Trump acusó a la agencia de espionaje británica de haberse entrometido en su campaña por orden del expresidente Obama.
Reino Unido, al igual que todos los países que están en esta lista de improperios, nunca recibió una disculpa oficial, pero además de nuevo fue fruto de sus ofensas cuando llamó “patético” al alcalde de Londres cuando dijo que no había razón para estar alarmados por más posibles ataques terroristas.
Como si los sudafricanos no hubieran olvidado aquel polémico tuit de 2013, en el que el que el magnate Donald Trump se refirió a este país como “un caótico nido de crimen que estaba a punto de explotar”, respondieron con vehemencia al insulto que Trump le profirió a todos los países africanos al llamarlos “hoyos de mierda”.
La diputada general de Suráfrica, Jessie Duarte, le contestó enfática: “El nuestro no es un país de mierda, así como no lo es Haití y ninguno de los otros países ofendidos. No es como que en Estados Unidos no hayan terribles problemas. Allá hay gente que no tiene servicio de salud”.