¿A la izquierda o en el centro? La gira de Bernie Sanders y Tom Pérez pone en evidencia el dilema del Partido Demócrata

Los demócratas comenzaron esta semana su "gira de la unidad" con el pie izquierdo.
Cuando la líder de los Jóvenes Demócratas de Maine hacía las presentaciones del senador izquierdista Bernie Sanders y el nuevo líder del Comité Nacional Demócrata (CND), el moderado Tom Pérez, le preguntó al público por el motivo de su asistencia.
"¿Quizás, quizás es porque aman a un cierto senador de Vermont?", preguntó la joven, a lo que el público respondió con gritos de "Bernie, Bernie", que ella misma tuvo que interrrumpir.
"Quizás vinieron porque les despierta curiosidad el nuevo presidente del CND y el futuro del Partido Demócrata". La joven no pudo pronunciar el nombre de Pérez porque el público le respondió con abucheos.
El torpe comienzo de lo que pretendía ser un tour para cerrar la fractura entre los demócratas que dejó la primaria entre Sanders y Hillary Clinton ha sido sucedido por más traspiés. A lo largo de la semana no ha habido ni un solo día en que no se produzca una nueva situación incómoda.
El martes, Sanders fue noticia porque dijo en una entrevista sentado junto a Pérez que a pesar de la gira, sigue sin considerarse demócrata.
"No, soy un independiente", le respondió Sanders a MSNBC. El miércoles, Sanders dijo, según el diario Washington Post, que el candidato demócrata en la elección especial de Georgia, John Ossof, y esperanza del partido para asestarle un golpe a los republicanos, "no es un progresista"; y el jueves apareció junto al candidato a alcalde en Omaha, Nebaska, Heath Mello, repudiado en el partido por ser antiaborto: "Por supuesto, y quiero que gane", dijo Sanders sobre su cuestionado respaldo.
La gira, llamada " Come Together and Fight Back" ("Unámonos y contraataquemos") es un claro esfuerzo por recuperar el atractivo de los demócratas en los estados ganados por Donald Trump en la elección presidencial de 2016.
Concluirá en Las Vegas el sábado y en total habrá incluido visitas a Arizona, Florida, Kentucky, Maine, Montana, Nebraska, Nevada y Utah. De estos estados, solo Nevada tomó el color azul de los demócratas en la elección presidencial de 2016.
En un comunicado conjunto, Pérez y Sanders dijeron al anunciar su tour que el propósito es "comenzar el proceso de creación de un Partido Demócrata que sea fuerte y activo en todos los 50 estados y un partido que se enfoque en el activismo de base y las necesidades de las familias trabajadoras".
Los dos protagonistas de la gira representan a las facciones enfrentadas en el Partido Demócrata: Sanders, el preferido de las bases y según una encuesta de esta semana el político en activo más popular de todo EEUU con un 57% de aprobación, y Pérez, el reciente ganador de la elección interna para liderar el Comité Nacional Demócrata, apoyado por el establishment del partido. Sanders no apoyó a Pérez en la votación de febrero, sino a Keith Ellison, el congresista musulmán de Minnesota de ideas progresistas, que quedó segundo a poca distancia.
Pérez, un hijo de dominicanos de Nueva York que hizo campaña a favor de Clinton, era visto como el continuista, apoyado por el liderazgo demócrata. Es el primer hispano que preside el CND.
El Sanders de después de la elección es de nuevo el político que no rehúye la tensión con el partido. Cuando itió su derrota contra Clinton en las primarias, Sanders puso en pausa su "revolución" para apoyar a la candidata ganadora en un intento por impedir que ganase Trump.
Sanders no había capitulado sin más. Antes de su dedicido respaldo a Clinton en la Convención Nacional Demócrata, Sanders se había anotado una significativa victoria, consiguiendo negociar con el partido la plataforma más progresista de su historia, que incluía la reforma migratoria integral, un salario mínimo de $15 por hora y abolir la pena de muerte. A Sanders le avalaban sus 13.2 millones de votos en las primarias, no muy lejos de los 16.8 millones de Clinton.
Ahora Sanders ha retomado su lucha por empujar al Partido Demócrata hacia la izquierda. Durante su gira con Pérez ha puesto el énfasis en los temas que ya promovió durante la campaña por la nominación, como la consecución del salario mínimo de $15 por hora, la igualdad salarial para las mujeres, la reforma de las infraestructuras, la lucha contra el cambio climático o la gratuidad de las universidades públicas.
Tiene 75 años y aunque rebosa energía se hace difícil pensar en Sanders como candidato a la elección presidencial en 2020. Para entonces muchos piensan que buscará a un heredero con ideas afines.
Su apuesta por transformar al partido se da al mismo tiempo que los demócratas tratan de entender las causas de la dura derrota contra Trump. El partido no solo no consiguió la presidencia, sino que tampoco recuperó ninguna de las dos cámaras del Congreso. El panorama a nivel estatal también es desolador: los demócratas solo controlan 16 gobernadurías y se enfrentan a 32 legislaturas bajo total control republicano.
A diferencia de lo que ocurrió en 2012 con los republicanos, el CND no ha comisionado un reporte oficial de autopsia sobre las causas de su debacle, sino que han sido publicados numerosos documentos por distintas consultoras y estrategas, cada uno con propuestas distintas.
El debate en el partido ahora gira en torno a la siguiente pregunta: ¿Puede ser recompuesta la exitosa coalición de Obama de blancos educados, jóvenes y minorías raciales o deben los demócratas cambiar su mensaje para atraer a la clase obrera blanca? Mientras que el establishment del partido cree en lo primero, los progresistas de Sanders optan por lo segundo.
Otra pregunta candente es si el partido puede triunfar electoralmente sin el respaldo de los ricos y las grandes corporaciones como pretende Sanders, quien pone como prueba de que esto es posible su campaña financiada por pequeños donantes.
Partido "confundido"
Pero el senador por Vermont sigue sin convencer a muchos líderes del partido, como prueba el hecho de que su favorito, el representante por Minnesota Keith Ellison, perdió en la elección contra Pérez. Otro ejemplo de la fortaleza del establishment fue la victoria de la congresista Nancy Pelosi en noviembre cuando a pesar del mal resultado electoral fue reelegida líder en la Cámara Baja.
"El Partido Demócrata está confundido, está atravesando un proceso de cambio tras la derrota electoral", valora Hank Sheinkopf, veterano analista demócrata, en conversación con Univision Noticias. "Han perdido a los votantes de clase trabajadora blanca, que fueron una vez la base del partido y ahora se han convertido en Trumpistas y el razonamiento de Sanders es que no vas a conseguir necesariamente a muchos de ese grupo necesariamente, si no se mueven a la izquierda".
Por ahora, la difícil pregunta sobre el rumbo a seguir no ha sido respondida en parte porque el partido ha encontrado un motivo para el optimismo en la energía que despierta la oposición a Trump, como son ejemplo las recientes elecciones especiales en Kansas y en Georgia.
Pese a todo en estas elecciones especiales las tensiones también han salido a relucir. El círculo de Sanders se queja de que el apoyo del partido ha sido más tibio para el candidato en Kansas, el progresista James Thompson, que para el de Georgia, el más moderado John Ossof.
En Kansas, Thompson se quedó a siete puntos de la victoria en un distrito congresional sólidamente republicano. En otro distrito republicano en Georgia, Ossof ganó en la primera ronda pero no cruzó el umbral del 50% necesario para hacerse con la victoria e irá a una dura segunda ronda en junio.
"El establishment sigue atacando a Bernie Sanders y a los candidatos de izquierda", lamenta Erika Andiola, directora política de Our Revolution, el grupo fundado por Sanders tras la campaña del año pasado para apoyar financieramente a candidatos de izquierda.
"No ganamos en Kansas porque el Comité Nacional Demócrata no respaldó a Thompson con dinero porque no era una prioridad para ellos".