¿Qué necesita el periodismo? Más ciencia

A finales de la segunda década del siglo 21, el periodismo lucha batallas impensables hace una generación. En muchos casos, por su supervivencia en el maremágnum de internet. Hay una competencia no profesional o de medios pequeños que se lleva una buena tajada de los ingresos e incluso las grandes marcas tienen problemas para monetizar su tráfico o suscribir s.
La Oficina del Trabajo de Estados Unidos señala que los reporteros, corresponsales o analistas noticiosos suelen necesitar, para ser contratados en medios u organizaciones, solo su título universitario. No hacen falta ni experiencia de trabajo, ni entrenamiento.
Y a pesar de eso, la cantidad de trabajos en el área declinó 10% a finales de 2018, el último año medido. Cuando se publiquen las cifras de 2019, se estima que el decrecimiento continuará, porque a la profesión se agregan muchas actividades no propias del periodismo ejercidas fácilmente por legos en la materia. Hay aficionados que hacen buen periodismo, pero la mayoría no.
Ya en 2017 Margaret Simons, prominente académica, alertaba de una “ crisis global del periodismo” porque “casi cualquier persona puede usar la World Wide Web para constituirse en un medio de comunicación”.
¿Entonces?
Veamos. Los periodistas tienen una misión social: informar sin sesgo, decir qué saben y qué no sobre un tema, darles igual exposición a las opiniones divergentes, suprimir el subjetivismo y privilegiar lo que es cierto. Si esa misión se cumple ¿podemos decir que el periodismo puede navegar tranquilo estos tormentosos mares de internet?
A juicio de este columnista, no. Contra intuitivamente, creo que el comunicador social moderno ya tiene suficiente técnica y sociología, lo que necesita es más ciencia (incluyendo su hija hacendosa y práctica, la tecnología).
Si yo como periodista puedo hacer infografías, video reportajes o analítica predictiva, que no me extrañe que un no periodista pueda producir buenos reportajes con alta calidad ingenieril. Adquirir estas competencias ya no ponen al periodista por encima del resto, sino tan solo le otorgan la prioridad en los medios, no necesariamente exclusividad.
No dudo de mi querida profesión, por cierto, solo resalto las fisuras que ha creado el caos creativo de las redes, el software y los dispositivos. Cuando la comunicación social debió ser medular del cambio digital, terminó siendo una disciplina extraviada, reactiva e incapaz de liderar la nueva realidad de internet. Apenas ahora, (casi) tres décadas después, está logrando “ to get its act together”.
La ciencia y la tecnología, embebidas en el periodismo, dan mayor amplitud de trabajo, precisión en el contenido y, sobre todo, una capacidad repotenciada de fact-checking y análisis de datos. Exploremos algunas áreas:
Estadísticas amables. Recuerdo en mis años universitarios el rechazo (y miedo) general a las estadísticas. Se percibían (y perciben) como algo ajeno a la profesión. Pero un periodista que quiera competir en el mundo en línea debe ir más allá de un entendimiento cosmético de curvas normales, correlaciones o analítica predictiva.
Yo mismo, que no era muy amigo de las matemáticas (o ellas de mí), he tenido que estudiarlas, hacer las paces y abrazarlas como una aliada. De hecho, he llegado a desarrollar un método propio (que compartiré en un artículo futuro) llamado traviesamente “estadísticas verbales”.
Dejo unos puntos básicos de ese método para la degustación. Mi estadística esencial, como periodista, usa:
- Porcentajes, con los que se comprende casi cualquier relación de partes con un todo. Es una de las más eficientes reducciones que existen.
- El Principio de Pareto (“la regla del 80/20”) es altamente útil para reducir relaciones sociales a su mínima expresión consistente.
- La teoría de los conjuntos (sí, la que vimos desde primaria y olvidamos apenas pudimos) es una herramienta poderosa para organizar elementos múltiples que parecen inconexos, y luego relacionarlos entre sí.
- No hay, prácticamente, relación alguna que no pueda graficarse en un eje cartesiano x-y (y z si cabe). Sirve para visualizar y entender crecimiento, correspondencia, correlación y tendencias.
- El cálculo de probabilidades, que permite estimar con más base futuras ocurrencias. El valor “p”, por ejemplo, que determina la probabilidad de predecir (o no) un resultado al azar. La “ley de los grandes números” que facilita estimar probabilidades con muestras aleatorias, sin mayor tipificación.
- Las probabilidades nos invitan a calcular valores derivados: tamaños de muestras, niveles de confianza, patrones, etc.
- Muestreo, sea al azar o con pequeños arreglos tipo “focus groups”. Este conocimiento también nos ayuda a comprender la base demográfica de las encuestas y sondeos cuyos resultados solemos compartir verbatim.
- Lo que no puede resolverse con matemática pura, puede alcanzarse con lógica bien istrada.
En la segunda parte de este artículo exploraremos áreas específicas que están impactando el periodismo, todas muy ligadas a la ciencia y la tecnología.
Nota : La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.