Presidente Trump, ahora es el momento de luchar por DACA

En junio, nuestro equipo en el (NHCLC)/CONEL se percató por primera vez de que 11 fiscales generales conservadores estaban amenazando con demandar al gobierno federal si la istración de Trump no rescindía DACA. John Kelly, entonces secretario del Departamento de Seguridad Nacional, aunque simpatizaba con los dreamers, dijo al Caucus Hispano del Congreso que la orden ejecutiva podría ser indefendible en la corte porque no fue establecida por un acto del Congreso.
El programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) fue creado por el presidente Obama en 2012 y fue continuado por el presidente Trump como una respuesta a la parálisis del Congreso para proteger a cientos de miles de niños traídos ilegalmente, sin culpa suya, por sus padres a Estados Unidos.
Escribí un artículo en ese momento atribuyendo la culpa al Congreso por su repetido fracaso en actuar. También les insté a que aprobaran rápidamente una legislación que protegiera a los dreamers. No lo han hecho.
Ahora, supuestos informes noticiosos sugieren que es probable que el presidente Trump "rescinda DACA" o, dado que DACA tiene que ser renovado cada dos años, simplemente permita que expire.
Déjenme decirles esto desde el principio: he apoyado pública y privadamente la voluntad de este presidente de defender la libertad religiosa y proteger las vidas de los no nacidos. De la misma manera, CONEL ha trabajado diligentemente, a menudo a puertas cerradas, instando al presidente a que se aleje de su promesa de campaña de rescindir DACA. Cuando el presidente salió y dijo que los dreamers debían "descansar tranquilamente" porque estaba más interesado en perseguir criminales, lo elogiamos públicamente. Más tarde nos reiteró ese sentimiento en privado, diciendo que él "era un abuelo y padre y que protegería a estos niños".
Ahora, en su momento de mayor necesidad –ya que el destino de los dreamers descansa en las manos del Congreso o en la voluntad de esta istración de defender DACA en la corte federal–, el presidente Trump está siendo presionado a usar DACA como moneda de cambio y posiblemente darles la espalda a los hijos de Estados Unidos.
El costo humano que se produciría si DACA es rescindido seria potencialmente devastador. Esto es y siempre ha sido un tema centrado en la santidad de la vida humana. Como pastor, no puedo quedarme con los brazos cruzados mientras el gobierno federal amenaza con separar a la fuerza a las familias por medio de la deportación. En las Escrituras, leemos las palabras: "Por lo tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe nadie" (Marcos 10: 9). No es el papel del individuo o del gobierno separar a las familias, menos aún a millones de ellas. El alcance de esta crisis es simplemente asombroso.
En defensa del presidente, él no es directamente responsable de las causas de este desastre. Desde hace años muchos de nosotros hemos estado haciendo sonar la alarma sobre la necesidad pasar una reforma migratoria integral. Vimos que el fracaso de no actuar a tiempo resultaría en el tipo de desastre en el que nos encontramos ahora. Los congresos demócratas y republicanos, desde los años de Clinton, no han actualizado nuestra anticuada política de inmigración.
Al no establecer un modo de entrada eficiente y legal para trabajadores –fijos o temporales–, millones de inmigrantes fueron incentivados a ingresar ilegalmente al país para llenar las necesidades de empleo de innumerables compañías aquí en Estados Unidos. Como resultado, estas personas han establecido sus vidas en este país, y por supuesto, han criado aquí también a sus familias. No podemos, años después, intentar corregir las deficiencias reales o percibidas en nuestras pasadas políticas de inmigración por medio de la deportación de niños inmigrantes que sólo conocen a Estados Unidos como su hogar. Como dije antes, estos son los hijos de Estados Unidos.
Apoyo el restablecimiento del estado de derecho en la frontera y la campaña contra los pandilleros, contrabandistas de drogas y traficantes de personas, pero debemos mirar hacia adelante, no hacia atrás. Ahora es el momento para que el presidente despliegue todos los recursos a su disposición para defender DACA en la corte federal. Incluso, aun si DACA es abrogado por los tribunales, al menos no sucederá sin una pelea. Independientemente del resultado, el presidente Trump tendrá la iración y el aprecio de millones de hispanos.
Y no puede detenerse allí. El presidente Trump debe ejercer su influencia, aprovechando cada tuit, discurso y declaración pública para exigir que el Congreso se mueva rápidamente para aprobar una reforma migratoria integral. No estoy hablando de amnistía general, como algunos sugieren, sino de un proyecto de ley equilibrado que sea capaz de obtener apoyo bipartidista; uno que proteja nuestras fronteras, incentive la inmigración legal, envíe a los inmigrantes ilegales al final de la línea, y proteja a los dreamers, que hasta ahora han estado atrapados en el fuego cruzado de nuestra política.
Si el Departamento de Seguridad Nacional rompe la promesa del presidente, es mejor que estén preparados para un éxodo masivo del apoyo hispano a la istración. Incluso los más conservadores entre nosotros no sacrificarán a sus hijos en el altar de la conveniencia política. Permítanme ser claro, si deciden hacerlo, nos opondremos a ellos.
Por sus repetidos fracasos en pasar una reforma migratoria integral, lo que ha llevado a esta pesadilla política que es completamente innecesaria, tanto los republicanos como los demócratas en el Congreso tendrán que enfrentar la influencia política de la comunidad latina. Es hora de que empecemos a remover todos aquellos representantes que se niegan a trabajar juntos en la defensa de las familias y la santidad de la vida humana.
Los dreamers no están negociando fichas. Son hijos e hijas de Estados Unidos, y ahora mismo necesitan nuestro apoyo.
Rev. Samuel Rodríguez es presidente de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano. Ha sido nombrado por CNN y FOX News como “el líder del movimiento Hispano Evangélico,” y la revista TIME lo nominó entre los 100 líderes más influyentes en Estados Unidos.
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