¿En dónde nos cabe tanto odio?

¿En dónde nos cabe tanto odio? ¿Por qué nos esforzamos en abandonar la ternura? ¿En qué momento nos arrebataron nuestra capacidad de mirar al otro como un yo posible? ¿En dónde hemos estado guardando el corazón ante tanta injusticia? ¿Qué haremos para detener los lamentos con acciones que prevengan todas nuestras tragedias de manera definitiva? ¿Cuándo será el día en que antepongamos el amor a las balas?
La noche del 12 de junio de 2016 en Orlando, Florida, será recordada como una de las peores tragedias de los Estados Unidos porque ese día Omar Mateen, de 29 años, decidió irrumpir en el Pulse Orlando Night Club & Ultra Lounge para asesinar a quemarropa a 49 seres humanos y pondré énfasis en lo humano porque no solo se trataba de hombres y mujeres con una preferencia sexual distinta; todos eran seres humanos porque nuestra condición de humanidad no está dada por nuestra orientación sexual. Sin embargo, sí fue esta condición la que hizo acrecentar en Omar Mateen su molestia hacia lo que él consideraba inmoral, así que antes que la aceptación apostó por el odio y la muerte.
Un delito o un crimen de odio tiene lugar cuando una persona ataca a otra o la elige como víctima por su pertenencia a un determinado grupo social pero también por su edad, raza, género, identidad de género, religión, etnia, nacionalidad, ideología o filiación política, discapacidad u orientación sexual. En muchos casos estos mismos crímenes han derivado en crímenes de lesa humanidad porque la irracionalidad que conlleva el odio aún en estos “tiempos modernos” está propiciando “ataques generalizados o sistemáticos de los cuales se tiene previo conocimiento contra una población civil”.
Un ataque generalizado, tal y como lo determina el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional aprobado en 1998, significa “la comisión múltiple de actos contra una población civil de conformidad con la política de un Estado o de una organización (la cual puede ser criminal o terrorista)”, y cuando se refiere a que estos se realizan de forma sistemática “quiere decir que lo son aquellos cometidos como parte de un plan o política preconcebidos, excluyéndose los actos cometidos al azar”.
De acuerdo con la International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association en países como Afganistán (sin evidencia de que haya sido aplicada), Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Irak, Mauritania, Nigeria (en 12 territorios del país), Pakistán (sin evidencia de que haya sido aplicada), Qatar (sin evidencia de que haya sido aplicada), Somalia (en el sur del país), Sudán y Yemen, ser homosexual es ilegal y está castigado con la pena de muerte. Sin embargo, no son estos países los que más homicidios concentran por crímenes de odio; al contrario, son naciones con legislaciones en pro de la diversidad sexual donde más de concentra el mayor número de crímenes por homofobia; siendo Brasil y México los países con mayor número de asesinatos.
En Estados Unidos, de acuerdo con el informe Latest Hate Crime Statistics Report Released, publicado por el FBI, tan solo en 2013 se registraron 5,922 crímenes de odio, el 20.8% (1,231 homicidios) fueron crímenes por homofobia. La propia International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association asegura que en este país los crímenes siguen aumentando, pero no así las condenas por la comisión de estos delitos.
Por tales motivos, los nombres de las 49 personas que vieron interrumpidas sus vidas la noche del 12 de junio deben ser recordadas y renombradas porque Stanley Almodovar III 23 años; Amanda Alvear, 25 años; Oscar A Aracena-Montero, 26 años; Rodolfo Ayala-Ayala, 33 años, Antonio Davon Brown, 29 años; Darryl Roman Burt II, 29 años; Ángel L. Candelario-Padro, 28 años; Juan Chevez-Martinez, 25 años; Luis Daniel Conde, 39 años; Cory James Connell, 21 años; Tevin Eugene Crosby, 25 años; Deonka Deidra Drayton, 32 años; Simon Adrian Carrillo Fernandez, 31 años; Leroy Valentin Fernandez, 25 años, Mercedez Marisol Flores, 26 años; Peter O. Gonzalez-Cruz, 22 años; Juan Ramon Guerrero, 22 años; Paul Terrell Henry, 41 años; Frank Hernandez, 27 años; Miguel Angel Honorato, 30 años; Javier Jorge-Reyes, 40 años; Jason Benjamin Josaphat, 19 años; Eddie Jamoldroy Justice, 30 años; Anthony Luis Laureanodisla, 25 años; Christopher Andrew Leinonen, 32 años; Alejandro Barrios Martinez, 21 años; Brenda Lee Marquez McCool, 49 años; Gilberto Ramon Silva Menendez, 25 años; Kimberly Morris, 37 años; Akyra Monet Murray, 18 años; Luis Omar Ocasio-Capo, 20 años; Geraldo A. Ortiz-Jimenez, 25 años; Eric Ivan Ortiz-Rivera, 36 años; Joel Rayon Paniagua, 32 años; Jean Carlos Mendez Perez, 35 años; Enrique L. Rios, Jr., 25 años; Jean C. Nives Rodriguez, 27 años; Xavier Emmanuel Serrano Rosado, 35 años; Christopher Joseph Sanfeliz, 24 años; Yilmary Rodriguez Solivan, 24 años; Edward Sotomayor Jr., 34 años; Shane Evan Tomlinson, 33 años; Martin Benitez Torres, 33 años; Jonathan Antonio Camuy Vega, 24 años; Juan P. Rivera Velazquez, 37 años; Luis S. Vielma, 22 años; Franky Jimmy Dejesus Velazquez, 50 años; Luis Daniel Wilson-Leon, 37 años, y Jerald Arthur Wright, 31 años; no solo murieron por el odio que les tenía Omar Mateen sino también por toda la carga simbólico-cultural que nos hace rechazar automáticamente todo lo que es distinto a nosotros. Pero también porque estos sentimientos pueden ser canalizados a través de una laxa política de control y venta de armas que en los Estados Unidos permite que alguien adquiera un fusil AR-15 y lo dispare sin descanso contra 49 seres humanos. ¿En dónde nos cabe tanto odio?
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.