El Informe de Mueller: Lo bueno, lo malo y lo feo

Bob Mueller ha hablado. Y tenemos los consabidos aportes buenos, malos y feos del informe del fiscal especial.
Comencemos con lo bueno que resultó de este desagradable episodio de la historia moderna de Estados Unidos. Para todos los estadounidenses, pero especialmente para los latinos e inmigrantes que viven en Estados Unidos, hay observaciones instructivas relevantes aquí. La principal: el sistema funcionó.
A pesar de la predecible reacción de deleite del presidente Trump en el sentido de que la investigación de Mueller representó una "humillación ilegal", fue todo menos eso. El estoico comportamiento de Mueller y el de sus asistentes de la fiscalía fue impecable. El hombre más poderoso del mundo los rechazó y catalogó de "trece demócratas enojados". Arremetió a diario contra el propio Mueller, un servidor público de impecable integridad, calificándolo de líder de una "cacería de brujas".
Mueller no se inmutó. Él y su equipo no filtraron información. Realizó su investigación según las instrucciones que recibió y, a pesar de la vorágine de críticas del presidente, se mantuvo fiel a su tarea asignada.
En este sentido, el estado de derecho se ha fortalecido en un país donde el propio presidente intenta con frecuencia debilitarlo.
Otro buen resultado de la investigación es que parece descartar cualquier duda de que el presidente se haya puesto de acuerdo con el gobierno ruso para ganar las elecciones de 2016. Aunque los demócratas partidistas pueden lamentar esta conclusión –y ciertamente los cientos de os que los de la campaña de Trump tuvieron con activistas políticos rusos dieron muchas razones para creer que hubo confabulación– a los estadounidenses debería consolarles el hecho de que su presidente no parece haber cruzado una línea roja tan seria.
El viejo dicho de que "el que se acuesta con niños amanece mojado" puede ser útil con respecto a Trump y sus seis confidentes convictos, pero Mueller descubrió que no se confabuló con los rusos. Desde la perspectiva de seguridad nacional, es un resultado positivo.
Un tercer buen resultado del informe se refiere a la cuestión de la obstrucción de la justicia. El Fiscal Especial descubrió que había suficientes pruebas de que el presidente y su equipo habían confundido, disimulado o engañado deliberadamente sobre la veracidad de los hechos como para pasarle la decisión de enjuiciamiento al Fiscal General William Barr. La carta de Barr al Congreso ayer indicaba que no veía pruebas suficientes para acusar al presidente de obstrucción de la justicia.
Sin embargo, ésta podría no ser la última palabra. Ciertamente, los comités del Congreso y posiblemente los célebremente independientes fiscales del Distrito Sur de Nueva York aún pueden revisar esta cuestión.
Para los inmigrantes estadounidenses que provienen de países donde líderes omnipotentes simplemente entierran las investigaciones inconvenientes, el hecho de que nuestro equilibrio de poderes todavía funciona.
Ahora vayamos a lo malo. Para los innumerables opositores del presidente que habían apostado a que el informe de Mueller les daría motivos para un juicio político, parece que ese barco ya zarpó. Sin embargo, incluso en este caso, hay un lado positivo. Un juicio político sería una experiencia nacional horriblemente desgarradora y seguiría agravando la polarización de la política estadounidense. A mí, por mi parte, me alegra que podamos evitar semejante batalla campal.
Otro aspecto negativo del informe, que sin duda se hará público y lo leerá todo el mundo, es el daño al prestigio de la presidencia de Estados Unidos. Aunque técnicamente Trump no es culpable de colusión u obstrucción de la justicia, el informe de Mueller y la carta de cuatro páginas de Barr al Congreso indican claramente que había motivos innegables para sospechar que nuestro presidente y su equipo habían actuado ilegalmente. Ni Hillary Clinton ni Barack Obama ordenaron que sus campañas tuvieran tantos os con los rusos. La gente de Trump estaba extremadamente interesada en difamar a sus oponentes durante la campaña de 2016 y ahora varios de ellos van a la cárcel por mentir al respecto.
Por otra parte, la pura chabacanería de los últimos dos años, que incluye comprarle el silencio a una estrella del porno, atacar a familiares de soldados caídos en combate e incluso insultar a difuntos como el héroe de guerra John McCain, ha devaluado y vulgarizado la presidencia estadounidense. Los líderes mundiales no tienen que preocuparse por los principios de Trump. Si le caes bien, como aparentemente le cae bien el dictador genocida de Pyongyang, eso es suficiente para revertir tus sanciones o sellar tu "trato".
Esto es, por lo tanto, lo innegablemente feo de lo que debe percibirse en términos políticos como una victoria para Donald Trump. Los periodistas deportivos dicen que un equipo obtuvo una "victoria sucia". Eso es lo que Trump obtuvo el domingo. Su carácter maligno, su incapacidad para captar los valores estadounidenses tradicionales y sus instintos implacablemente egoístas se suman a lo que los historiadores considerarán un período vergonzoso en el liderazgo estadounidense. Ningún indicador económico puede ocultar esa realidad.
Una última reflexión: Mueller comenzó su carrera en el servicio público como voluntario, y pasó de las fraternidades de la Universidad de Princeton a las selvas de Vietnam como Comandante de Pelotón de Infantes de Marina. Como fiscal y distinguido director del FBI, permaneció 'semper fidelis', siempre fiel a su deber.
Como veterano de la Infantería de Marina y Embajador de Estados Unidos, puedo garantizarles no solo a los inmigrantes, sino a todos los estadounidenses, que hay más personas como Mueller que como Trump. Y eso es algo muy bueno.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.