De la marcha de las mujeres nació la resistencia

Vengo de una línea de mujeres activistas que me transmitieron la necesidad de luchar por la justicia social. Mi tía Robin marchó en Selma, Alabama, con Martin Luther King en 1965; mi mamá fue de las primeras maestras blancas en una escuela negra en Kentucky durante los esfuerzos de desegregación, y mi tía Karen trabajó con ONGs a finales de los años sesenta para asegurar el a la vivienda de los afroamericanos en Detroit. Levantar la voz, marchar y exigir forma parte de nuestro ADN.
Y, aun así, por poco no fui a la marcha de mujeres el 21 de enero de 2017 en Washington, DC. Estaba deprimida después de la victoria electoral de Donald Trump. Sentí que las mujeres habíamos perdido la guerra no solamente por la presidencia, sino que habíamos perdido algo de dignidad en el camino, y que el bully nunca nos dejaría en paz.
Como una mujer que en lo personal siempre ha luchado por la equidad de género, también estaba enojada. ¿Cómo era posible que tantas mujeres hayan votado por un hombre que se jactaba de “ grab them by the pussy”, como si fuera algo cotidiano? (La campaña #metoo nos mostró que, en efecto, esto es algo muy común). Trump recibió el voto del 46% de las mujeres, la mayoría de ellas mujeres blancas (las afroamericanas y las hispanas votaron en su mayoría por Hillary Clinton). Sin ese apoyo, él no estaría en la Casa Blanca. ¿De qué iba a servir marchar después de la derrota?
Tampoco entendía el propósito de la marcha. Una marcha de mujeres, ¿con qué fin? La convocatoria fue poco clara.
Pero afortunadamente, mientras refunfuñaba, me llamó mi tía Karen y me dijo que tenía la intención de manejar desde Detroit –mi ciudad natal– a Washington para acudir a la marcha conmigo. Si mi tía de 74 años tenía la energía para manejar diez horas para protestar, sin duda yo la acompañaría.
Ese día salimos de la casa a las siete de la mañana y nos dirigimos al metro en Maryland para poder llegar a Washington DC. Fue allí cuando empecé a comprender que no iba a ser un día normal, sino un día histórico. El vagón estaba repleto de mujeres, pero también muchos hombres –que portaban las ahora famosas “ pink pussy hats” con pancartas de protesta que mostraban un ingenio y un sentido de humor increíble–. Se sentían en el ambiente las ganas de seguir adelante, de demandar los derechos de las mujeres como hijas, mamás, abuelas y nietas, de nunca rendirse.
Al llegar al centro de Washington salimos de Union Station y nos topamos con miles de mujeres. Me llamó la atención de que, a pesar del gentío, no presentía ni una pisca de miedo. Se respiraba una tónica de tranquilidad y solidaridad. A pesar de la derrota electoral, todo el país nos iba a escuchar y a sentir nuestra presencia.
Pocas sabían en qué dirección marchar y no había mucha organización formal alrededor de la marcha, pero ocupamos el “ Mall” –el espacio abierto en medio de la ciudad en donde se encuentran la mayoría de los monumentos en la capital–. Al igual que mi tía, muchas mujeres habían acudido a Washington desde estados lejanos para que quedara claro, tanto al recién inaugurado presidente Trump como al Congreso estadounidense, que las mujeres no somos invisibles y que no estamos dispuestas a dar marcha atrás en la lucha por la equidad.
Mientras Sean Spicer, el vocero presidencial, mentía al decir que la asistencia a la inauguración del presidente Trump había sido la más grande en la historia, a pesar de que las fotos claramente revelaban lo contrario, la marcha de mujeres mostró su fuerza abrumadora.
El 21 de enero se convirtió en un día del ciudadano, un día de protesta y de celebración democrática color de rosa. Ese día nació la resistencia, y este año nuevamente miles de mujeres afirmamos que no aceptaremos dar marcha atrás. Nuestra participación en la vida política del país no es opcional.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.