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De desastres, democracia y daños autoinfligidos

"La mayoría de los observadores coinciden en que lo mejor que ha sucedido recientemente en Puerto Rico no ha sido el presidente Trump, sino la increíble muestra de convicción democrática que dio la isla cuando enfrentó una profunda crisis política en julio".
Opinión
Fue embajador de Estados Unidos en Panamá y es analista político de Univision.
2019-08-29T16:36:28-04:00
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Una pareja en Puerto Rico se prepara para el paso del huracán Dorian. REUTERS/Ricardo Arduengo Crédito: RICARDO ARDUENGO/REUTERS

Ayer, mientras los habitantes del Caribe, desde Barbados hasta Florida, se preparaban para la tormenta tropical Dorian, el presidente lanzó una serie de tuits sarcásticos que pre-politizaron la tormenta en Puerto Rico.

Afortunadamente, la primera tormenta de la temporada de huracanes de 2019 bordeó esa isla y no dejó a su paso una estela de destrucción como el cataclísmico huracán María en 2017. Dorian sí golpeó con fuerza las Islas Vírgenes de Estados Unidos, sin embargo, esos ciudadanos estadounidenses se salvaron de las diatribas de Twitter.

No obstante, Dorian fue un cruel recordatorio de la nueva normalidad, tormentas cada vez más intensas como resultado directo de la crisis del calentamiento global ... si se acepta la ciencia del cambio climático.

Por el momento, enfoquémonos en los tuits anticipatorios y engañosos del Presidente. En el primero afirmó que se habían aprobado 92 mil millones de dólares en ayuda y recuperación después del paso de María, "... la mayor cantidad en cualquier lugar". En realidad, el Congreso designó 42 mil millones de dólares, de los cuales aproximadamente la mitad ha sido asignada, lo que significa que en realidad se ha destinado a un proyecto. Se han gastado aproximadamente 13 mil millones.

En otro tuit, el presidente Trump llamó perdedora a la alcaldesa de San Juan, su insulto favorito a falta de un apodo personal. La alcaldesa recibió elogios de muchos en el país y en el extranjero por mostrar un liderazgo fuerte y franco después del paso de María.

Trump siguió tuiteando justo antes de que la tormenta llegara a la isla, declarando a Puerto Rico "uno de los lugares más corruptos del mundo", y luego dijo: "Soy lo mejor que le ha pasado a Puerto Rico". Lamentablemente, esto es normal para un presidente estadounidense que también afirmó ser 'el Elegido' en la guerra comercial entre China y Estados Unidos, pero que días después alegó que comentario era un sarcasmo. No debemos esperar que reconsidere sus improperios anti-puertorriqueños.

La mayoría de los observadores coinciden en que lo mejor que ha sucedido recientemente en Puerto Rico no ha sido el presidente Trump, sino la increíble muestra de convicción democrática que dio la isla cuando enfrentó una profunda crisis política en julio.

El presidente no está totalmente equivocado cuando alega que hay corrupción en el sector público de Puerto Rico, aunque, como era de esperar, exagera la magnitud al comparar la isla estadounidense con Somalia, Siria o Sudán del Sur, los lugares más corruptos del planeta según Transparencia Internacional.

En lugar de resignarse ante la gestión ineficiente y éticamente cuestionable de la asistencia para la recuperación tras el paso del huracán María, los puertorriqueños de todas las tendencias políticas se unieron, obligaron a un gobernador a renunciar y le enviaron una clara señal a la clase política de la isla de que no tolerarían el clientelismo endogámico en el ejercicio de los cargos públicos.

Desafortunadamente, el presidente Trump no recibió ese mensaje. Reconocer esta muestra genuina de patriotismo popular y postura contra la corrupción habría sido un tuit apropiado de un líder estadounidense. Simplemente expresar solidaridad con los ciudadanos estadounidenses en peligro habría sido algo inocuo y fácil de lograr.

En cambio, en otro tuit más, Trump les ordenó a los isleños que agradecieran al personal de la FEMA (Agencia Federal para el Manejo de Emergencias) a quien él acababa de poner a cargo de las operaciones de auxilio mediante una declaración de emergencia. Insultos, agravios e insensibilidad, unos tras otros, una demonización lamentablemente típica de los enemigos del presidente, percibidos o reales.

Nadie sabe a ciencia cierta por qué el presidente desprecia a Puerto Rico con tanta animadversión. Algunos alegan que es el racismo profundamente arraigado que alberga contra los inmigrantes o inmigrantes no blancos e hispanos, legales o indocumentados.

Otros se lo atribuyen a su orgullo herido y a la creencia de que los isleños no estaban lo suficientemente agradecidos por sus esfuerzos personales como Consolador en Jefe durante su visita a San Juan tras el paso del huracán María. En última instancia, el motivo no importa. Está claro lo que el presidente Trump piensa de la isla y de sus ciudadanos: no mucho.

Esto nos lleva a la pregunta, ¿qué piensan los puertorriqueños del presidente Trump? Una encuesta de Washington Post-Kaiser de hace un año reportó que sólo el 15 por ciento de los puertorriqueños tenía una opinión positiva sobre su respuesta y liderazgo después del paso de María. Es poco probable que esta última andanada injustificada de hostilidades antes del paso de la tormenta Dorian mejore esas cifras. Y eso podría tener posibles ramificaciones para Donald Trump en 2020.

Las proyecciones actuales ponen a Dorian rumbo al centro y norte de Florida, donde tocaría tierra posiblemente para el Día del Trabajo. En este estado, decisivo para él, Trump venció a Hillary Clinton por sólo 1.2% en 2016, menos de 113,000 votos. Según el Centro de Investigaciones Pew, el registro de votantes hispanos aumentó un 6.2% hasta alcanzar los 2.1 millones de votantes en el estado soleado desde 2016.

Y los puertorriqueños constituyeron el segmento de más rápido crecimiento de esa población de votantes hispanos, con un estimado de 50,000 recién llegados desde el paso de María.

No es mi intención realizar una extrapolación detallada de las intenciones de voto. Es demasiado pronto para eso. Simplemente me pregunto si la repugnancia que despliega el presidente hacia los puertorriqueños es una buena política.

Todos los votantes puertorriqueños radicados en Florida tienen familia en la isla. Y habrán visto las andanadas verbales del presidente en las redes sociales. Como muchos de ellos ahora se encuentran potencialmente en el camino de Dorian, debemos preguntarnos: ¿el desdén que siente Trump hacia los boricuas que residen en Florida es tan intenso como el que siente hacia los de la isla?

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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