Otto Pérez Molina, solo y en el banquillo

CIUDAD DE GUATEMALA, Guatemala.- Sin tropa ni gobierno bajo su mando, solo frente a la justicia que lo acusó este jueves de tres cargos de corrupción y le dictó prisión provisional en un cuartel militar, el exgeneral y expresidente Otto Pérez Molina sigue refiriéndose a sí mismo en plural.
“Vamos a enfrentar el debido proceso, vamos a enfrentar lo que haya que enfrentar. No estamos dispuestos a salir huyendo”, dijo el jueves al entrar y al salir de la primera audiencia de más de seis horas donde la Fiscalía le acusó de liderar la red de fraude aduanero conocida como La Línea; a la que entró como Presidente en ejercicio y salió como prisionero.
Otto Pérez Molina pasó la noche en el cuartel militar de Matamoros, ubicado en pleno centro de la capital, y este viernes fue trasladado a la Torre de Tribunales -a ocho minutos de distancia- poco después de las 7:00 de la mañana.
Desde Guatemala: Ellos destronaron a Pérez Molina en la calle
A las 9:30 ya estaba en la sala de audiencias -de traje gris, corbata gris a rayas, medias grises-, esperando la llegada del juez Miguel Ángel Gálvez, el mismo que imputó y dictó prisión preventiva contra la exvicepresidenta Roxana Baldetti también por el caso La Línea y el mismo que juzgó por genocidio al dictador José Efraín Ríos Montt y a otros dos exgenerales guatemaltecos.
Este viernes le corresponde a Pérez Molina tomar la palabra para defenderse de las acusaciones basadas en 62 escuchas telefónicas reproducidas este jueves en el juzgado, donde funcionarios públicos bajo su mando directo concretan negocios ilícitos.
En las grabaciones se refieren a él como El Uno, El Presidente, El Mero Mero, El Dueño de la Finca y a su exvicepresidenta, Roxana Baldetti, también acusada y detenida, como La R, La Señora, La Dos. Según lo anunciado, el Ministerio Público presentará a lo largo del día 15 audios más.
Por los platós de la televisión local desfilan desde este jueves toda clase tertulianos especializados en el análisis del semblante del expresidente y de sus muecas frente a las cámaras, que no dejaron de apuntarlo -en planos abiertos, en planos cerrados- durante más de seis horas de transmisión en vivo.
Con cada mención de sus ‘alias’, Otto Pérez contenía el aliento, resoplaba. “Allí lo vemos cómo mantiene la respiración. Es un signo de esconder la presión que lleva adentro”, comentaba uno de los invitados del canal Guatevisión. “Ahora vemos cómo pone las cejas puntiagudas. No podemos esconder mucho el lenguaje de nuestro cuerpo”.
Ojeroso, demacrado, el expresidente doblaba un papel entre sus manos cuando el juez Galvez decretó sin lugar el recurso de reposición solicitado por la defensa para que Otto Pérez pudiese enfrentar el proceso en libertad y lo dejó a la orden de un oficial que le trasladaría al cuartel Matamoros donde, hace ya mucho, sirvió como militar.
“Por lo menos su integridad va a estar segura, porque va a estar protegido por la Policía Nacional Civil”, alegó el juez Galvez.
Ninguno de estos detalles lucían relevantes para los comensales que devoraban guisados de gallina en el mercado central de la ciudad, frente a un televisor que transmitía en vivo y en silencio la imputación de cargos contra el expresidente y exgeneral Otto Pérez Molina y la juramentación en el Congreso del exmagistrado y exvicepresidente Alejandro Maldonado como nuevo Jefe del Estado.
“¿Que qué opino de eso? Pues, no opino nada, porque ni siquiera estoy prestando atención”, responde la cocinera y camarera del comedor Los Olivos, más indignada por lo ocioso de la pregunta que por el traspaso de poder en medio de este gran escándalo de corrupción.