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Ovidio Guzmán

El brutal ascenso de Ovidio Guzmán, el rey del emporio de fentanilo más grande del mundo

La carrera criminal de Ovidio Guzmán López comenzó cuando tenía 18 años y experimentó una subida meteórica tras su breve detención en Sinaloa en 2019. Él y sus hermanos secuestraron y asesinaron a del Cartel que no aceptaron unirse a ellos, se apropiaron de zonas estratégicas en México, reclutaron a un ejército de sicarios y construyeron la facción más poderosa de la organización.
Publicado 15 Sep 2023 – 08:41 PM EDT | Actualizado 15 Sep 2023 – 09:19 PM EDT
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Advertencia: este artículo contiene descripciones explícitas de torturas y asesinatos que pueden resultar perturbadores para el lector.

Una voz familiar se escuchó en los radios de varios sicarios del Cartel de Sinaloa que, enfurecidos y con armamento de guerra, recorrían las calles de Culiacán el 17 de octubre de 2019. Les hablaba Iván Archivaldo Guzmán Salazar, el hijo mayor de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, quien rompía una de sus reglas de seguridad por una emergencia: dirigir el operativo para tratar de rescatar a su hermano menor Ovidio Guzmán López, el cerebro detrás del negocio ilícito del fentanilo, según se lee en documentos judiciales recientemente desclasificados.

La orden de Iván Archivaldo Guzmán fue clara: “asesinar a cualquier oficial de gobierno y militar” que se cruzara por su camino. Se dirigió a todos los pistoleros disponibles para que fueran a Culiacán a liberar a ‘El Ratón’, como le apodan. A su guardaespaldas personal le pidió que enviara a un grupo al aeropuerto de la ciudad para atacar con bazucas y lanzagranadas a todos los aviones y helicópteros que aterrizaran o despegaran. ‘El Chapito’ sabía que estaban solos, pues las otras facciones del cartel decidieron no unirse a su batalla, de acuerdo con la versión del gobierno estadounidense.

El llamado ‘Culiacanazo’ dejó un saldo de 13 muertos y la insólita liberación de Ovidio Guzmán. También significó una ruptura dentro del cartel por la sed de venganza que dejó en ‘Los Chapitos’. A esto le siguió una serie de asesinatos de quienes no quisieron asociarse con ellos y pelear territorios clave en el trasiego de drogas hacia Estados Unidos. Actualmente no hay ningún otro grupo criminal sinaloense con un poder similar, ni siquiera el que comanda el antiguo socio de su padre, Ismael ‘El Mayo’ Zambada.

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Los hijos de ‘El Chapo’ Guzmán “lideran la facción más poderosa del cartel y la operación de tráfico de fentanilo más grande, violenta y prolífica del mundo”, afirma una acusación federal contra ellos por narcotráfico, lavado de dinero y contrabando de armas sometida en el Distrito Sur de Nueva York.

Ovidio Guzmán, de 33 años, es el rey de ese emporio internacional de fentanilo. Un cálculo conservador señala que obtienen unos 10 millones de dólares al año por el polvo y las pastillas de fentanilo que producen en laboratorios ocultos en la sierra y en casas de Sinaloa. Esa mercancía es transportada en autos particulares que cruzan las garitas, por personas que la esconden bajo su ropa, camiones comerciales, paquetería aérea, en lanchas que navegan sigilosamente por el mar de California y también por túneles, el método que inventó su padre hace tres décadas.

Desde 2014, cuando tenía alrededor de 24 años, Ovidio Guzmán quedó al frente del primer laboratorio de fentanilo que fue instalado en una modesta casa de Culiacán. ‘El Chapo’ había mandado a de su cartel a China para que exploraran el negocio ilícito que venía. El cartel tenía la mayor parte de su producción de metanfetamina en Huatabampo, Sonora. Édgar Guzmán López, otro hijo de ‘El Chapo’, era el encargado de traer efedrina desde Argentina y, cuando lo asesinaron a balazos en 2008, Ovidio Guzmán tomó su puesto. Tenía 18 años.

Las primeras píldoras de fentanilo que se elaboraron bajo la supervisión de ‘El Ratón’ eran llevadas a casas de seguridad en Tijuana y luego las cruzaban a EEUU. “Desde esos primeros días, la manufactura de fentanilo del cartel ha explotado y la demanda por una droga muy peligrosa y potencialmente letal han crecido significativamente”, señala el gobierno.

El Departamento de Justicia alega que el éxito de ese negocio se debe en parte a que el cartel ha llevado a los consumidores de distintas drogas al fentanilo, al mezclarlo con otros narcóticos. Esa estrategia inclusive afectó a los vendedores de heroína y la solución de Ovidio Guzmán fue establecer un sitio en la Ciudad de México donde éstos pueden comprarle el opioide para agregarlo a su mercancía.

La influencia criminal de Ovidio llega hasta la zona metropolitana de Los Ángeles, en California, donde sus operadores almacenan decenas de miles de pastillas y kilos de fentanilo en polvo, y envían el producto al resto del país, cada vez más usando el servicio de paquetería.

Seis jefes y de ‘Los Chapitos’ están ahora en la lista de los 10 traficantes más buscados por la DEA. Por información que lleve a las capturas de Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar se ofrecen recompensas individuales de 10 millones de dólares. Por el resto pagarían hasta $1 millón.

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Tiroteos, bloqueos y vehículos incendiados: violencia durante la recaptura del hijo de ‘El Chapo’ Guzmán

Los crímenes de ‘Los Chapitos’

Ovidio no lo habría logrado sin la brutalidad de sus hermanos. Su principal tarea es dirigir las operaciones del fentanilo y colectar las millonarias ganancias. Mientras sus hermanos mayores Joaquín Guzmán López, Iván Archivaldo Guzmán Salazar y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, se encargan de manejar el sistema que le permite a su facción seguir existiendo. Desde la entrega de sobornos a policías corruptos y la compra del arsenal que portan sus sicarios, hasta las torturas y asesinatos de sus rivales.

El cartel funcionaba con relativa normalidad en 2015, cuando ‘El Chapo’ preparaba su segundo escape de prisión. La Fiscalía neoyorquina señala que la cúpula del grupo se reunió en un rancho de Iván Archivaldo Guzmán para discutir cómo quedarían repartidos los territorios que controlaban. El pacto se rompió cuatro años después porque no los ayudaron en el rescate de Ovidio Guzmán.

‘Los Chapitos’ echaron mano de un comando de matones conocido como ‘Los Ninis’, cuyos líderes son Néstor Isidro Pérez Salas y Jorge Humberto Figueroa Benítez. A ellos les pidieron secuestrar, torturar y matar a todos los líderes del cartel que se opusieran a ellos. Sus víctimas fueron llevadas a una finca de Iván Archivaldo Guzmán en Navolato, Sinaloa. A varios les quitaron la vida a balazos, pero otros fueron lanzados para que tigres los devoraran vivos.

“Como resultado de esa violencia, el cartel incrementó su poder y la facción de ‘Los Chapitos’ creció”, al grado que ahora “han alcanzado casi el control total sobre todas las actividades de tráfico de drogas en muchas partes de México, incluyendo la fabricación y tráfico de fentanilo”, señala la acusación sometida en una corte federal de Manhattan.

Culiacán es su principal bastión y allí cobran “impuestos” a otros narcos y hasta por la venta de cerveza, papel de baño, electrónicos y otros artículos. En esa localidad, sus pistoleros portan sus armas en público, pero lo prohíben a todos aquellos que no están afiliados a la facción, según el gobierno.

La misma brutalidad con la que se apropiaron de Culiacán la han usado en otros territorios de México. Su táctica es asociarse con policías corruptos, hacer tratos con otros carteles y pandillas locales, y atacar a los jefes de grupos regionales. Le dicen “limpieza” y la han aplicado en Coahuila, Michoacán, Sonora, Tamaulipas, Chihuahua y Baja California.


En Coahuila se aliaron con el Cartel del Noreste y en Chihuahua se acercaron a la pandilla callejera Artistas Asesinos. La acusación describe que, en agosto de 2022, los pistoleros de ‘Los Chapitos’ se unieron a los Artistas Asesinos en Ciudad Juárez para destruir negocios que pertenecían a un cartel rival. Por incendios y balaceras hubo más de 10 muertos. A ese episodio se le conoce como ‘Jueves Negro’.

Otros actos violentos que el Departamento de Justicia les atribuye son los asesinatos de tres de Los Zetas que capturaron en las montañas en los límites de los estados de Sinaloa y Durango en mayo de 2017. Los interrogaron mientras les daban descargas eléctricas, hasta que les dispararon frente a Jesús Alfredo Guzmán, alias ‘Alfredillo’.

‘Los Ninis’ también secuestraron a dos agentes de la extinta Procuraduría General de la República (PGR). A uno lo agarraron saliendo del aeropuerto de Culiacán y lo llevaron al rancho de Navolato. Lo torturaron cruelmente hasta el día siguiente, cuando llegaron los hijos de ‘El Chapo’. Lo interrogaron y le dispararon en la cabeza. Al otro oficial lo trasladaron a la misma finca y lo torturaron durante dos horas. Le insertaron un sacacorchos en el cuerpo y en las heridas abiertas y en la nariz le pusieron chile. Su sufrimiento terminó hasta que Iván Archivaldo Guzmán lo baleó. Los cadáveres de estos policías fueron arrojados cerca de un hotel en Navolato.

Los hijos mayores de ‘El Chapo’ también habrían participado en la tortura y asesinato en octubre de 2010 de Israel Rincón Martínez, alias ‘El Guacho’, quien era miembro del clan de los hermanos Beltrán Leyva. Ellos y su medio hermano Joaquín Guzmán López serían responsables de las muertes de Jesús Antonio Muñoz Parra el 30 de diciembre de 2010, de Mario Nungaray Bobadilla el 6 de mayo de 2021 y de Geovani Hurtado Vicente el 17 de octubre de 2021.

Además del conocido caso en el que ordenó el asesinato de un cantante de música regional mexicana que no quiso asistir a su boda, Ovidio Guzmán estaría detrás de otros crímenes. Se alega que sus operadores en Los Ángeles le ordenaron en julio de 2019 a un integrante de su grupo, quien terminó cooperando con las autoridades, que asesinara a una persona que había comprado fentanilo y no quería pagar su deuda. Un sicario contratado lo baleó, pero sobrevivió al ataque.

A ese informante le pidieron hacerse cargo de varios sitios en Los Ángeles donde escondían cargamentos de fentanilo. Hasta que el 28 de mayo de 2019 se metió en problemas porque agentes antinarcóticos de la DEA decomisaron unos 10 kilos (22 libras) que le pertenecían al menor de ‘Los Chapitos’. Ya que no quiso hacerse cargo de esa pérdida, el cartel secuestro a su hermano durante tres meses y lo torturaron ahogándolo con agua para que les dijera dónde se escondía su familiar.


Hay otro incidente perturbador que describen los fiscales. Es el caso de una mujer a la que debían matar a balazos, pero decidieron someterla a un método más cruel: le inyectaron varias dosis de fentanilo para alargar lo más posible su agonía, hasta que finalmente murió por una sobredosis.

En 2013, otro miembro del cartel que le robó a Jesús Alfredo Guzmán terminó baleado y perdió un pie, agrega la acusación.

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La droga de los hijos de ‘El Chapo’ en Los Ángeles

Los Ángeles es un lugar importante para ‘Los Chapitos’ y su presencia es notoria en decomisos cada vez más grandes de fentanilo. Desde mediados de 2022, la DEA les ha confiscado en dos ocasiones más de dos millones de pastillas, que habrían vendido en unos 40 millones de dólares.

Allí, el producto lo esconden en casas y en bodegas alquiladas, donde han colocado más de 80 kilos (176 libras) del narcótico. En 2018, el grupo de Ovidio Guzmán ocultó unos 20 kilos (44 libras) de fentanilo en la habitación de un hotel en El Monte. Cuando alguien entró a limpiar el cuarto miró la droga. Los narcos se llevaron de inmediato las pastillas y la enterraron en el patio de una casa en Paramount. Al notar que no los delataron, enviaron el producto a estados de la Costa Este.

La oficina de la DEA en Los Ángeles les ha dado varios golpes a los socios de ‘Los Menores’, como también les dicen. El pasado 11 de enero les incautaron un kilo de fentanilo en el estacionamiento de un centro comercial de Downey. Dieciséis días después decomisaron 10,000 pastillas y un kilo (2 libras) de esa droga, que entregaron en el estacionamiento de una tienda en Burbank.

Uno de los principales socios de ‘Los Chapitos’ es Leobardo García Corrales, alias ‘Leo’, considerado un miembro de alto rango del cartel. Este capo de la vieja guardia trabajó de cerca con ‘El Chapo’ y ‘El Mayo’. La relación con el primero se afianzó cuando lo escondió en un rancho suyo después de que escapó del penal de Puente Grande en 2001. García Corrales contó en un restaurante de la Ciudad de México el 19 de septiembre de 2022 que él y Guzmán eran dueños del mayor laboratorio de droga que fue desmantelado en Guatemala. También dijo que instalaría un sitio en Oaxaca para producir hasta una tonelada de fentanilo. A ese narco le decomisaron varios cargamentos entre septiembre de 2022 y febrero de 2023 en Paramount, Perris y otros lugares de Los Ángeles, señalan documentos judiciales.

Las autoridades también han detectado bodegas secretas de los hijos de Guzmán en El Paso, Texas; Phoenix, Arizona; y El Bronx, Nueva York. A sus paquetes los marcan con las palabras ‘Chapiza’ y ‘Ratón’.


A Liborio Núñez Aguirre, otro traficante leal a este grupo, le confiscaron 20,000 píldoras de fentanilo que entregó en un restaurante de comida mexicana en San Diego, California, en marzo de 2022. Para ganarse la confianza de su comprador le mostró fotos de aviones y armas doradas de los hijos de ‘El Chapo’, y aseguró que era el “padrino” de Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán López. Núñez Aguirre es uno de los 10 narcos más buscados de la DEA.

El Departamento de Justicia asegura que Ovidio Guzmán conversó con Núñez Aguirre después de que éste cerró un trato en EEUU y le prometió que pagaría a policías corruptos para que transportaran la mercancía, de Culiacán a Tijuana, sin contratiempos.

Un agente fronterizo en el bolsillo de ‘Los Chapitos’

Incluso un “corrupto agente fronterizo” que trabajaba en El Paso, Texas, estuvo en la nómina de ‘Los Chapitos’, revela el expediente criminal presentado en una corte Manhattan. El nombre de ese elemento de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) no ha sido revelado.

Se alega que en agosto de 2021 un operador del cartel en Ciudad Juárez presentó a ese oficial del CBP con Juan Pablo Lozano, alias ‘Camarón’, quien se dedicaba a mover fentanilo y armas. A lo largo de 12 meses, “a cambio de pagos del cartel”, facilitó durante su turno de trabajo, que comenzaba a las 10:00 pm, que Lozano moviera su mercancía “como quisiera”. Uno de sus métodos era contratar a mujeres estadounidenses que cada noche pasaban tres veces por la garita peatonal con hasta 6,000 pastillas de fentanilo ocultas en el cuerpo. Todo se almacenaba en un lugar de El Paso. La Fiscalía no ha revelado si presentó cargos contra ese policía aduanal.

Además del tradicional método a través de las garitas, los herederos de ‘El Chapo’ usan túneles. Uno de estos, que tenía una milla de extensión, fue difícil de detectar porque había oficinas falsas en la entrada, en Sonora, México; y en la salida, en Arizona. Eso les permitió a los traficantes “moverse con libertad en ambos lugares haciéndose pasar como empleados de cada oficina, sin levantar sospechas”.

El plan de Ovidio era “centralizar” la fabricación del fentanilo en Sinaloa para hacer un “monopolio” que le permitiera vender un opioide más potente y barato en las calles de Estados Unidos. Lo dijo en una reunión con jefes del cartel en un rancho de Sinaloa, que resguardaban unos 40 sicarios y 6 vehículos acorazados que tenían ametralladoras montadas, de acuerdo con la acusación.

En ese encuentro, ‘El Ratón’ advirtió que la DEA se había enfocada en el fentanilo porque había muertes cuando la fórmula de preparación fallaba. “Finalmente, Ovidio Guzmán acordó vender fentanilo en Los Ángeles, diciendo que aceptaría pagos en la Ciudad de México”.


De su red de laboratorios en México, las autoridades destacan uno construído bajo tierra, con una entrada oculta, un elevador para mover barriles de fentanilo y precursores químicos, estufas industriales, prensas y otros materiales. Una sola prensa elaboraba 100,000 pastillas cada día. Lo protegían hombres armados con rifles automáticos.

Las ganancias son inmensas. De un kilo (dos libras) de precursores químicos que compran por 800 dólares, este grupo elabora unas 415,000 píldoras de fentanilo o 4 kilogramos de polvo. Cada píldora se vende desde 50 centavos en EEUU, pero el precio sube a 3 dólares en Nueva York. Eso hace que una inversión de 800 dólares se convierta en una utilidad de hasta 640,000 dólares.

Los precursores químicos los compran a traficantes chinos, que los esconden en contenedores con alimentos y químicos legales. También sobornan a policías en puertos y aeropuertos mexicanos. Pero en septiembre de 2019 pasó algo inusual: 16 kilos de fentanilo y 32 kilos de precursores químicos que provenían de China y tenían al aeropuerto de la Ciudad de México como destino final, fueron incautados en Alaska. El cargamento pertenecía a Jesús Alfredo Guzmán, informó el gobierno.

“El tráfico de fentanilo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del cartel, ganando varios millones de dólares cada año”, concluye el gobierno, citando que un solo operador de Ovidio Guzmán en Los Ángeles le ayudó a obtener durante un par de años más de 24 millones de dólares, de los cuales $9 millones se los envió a México escondidos en compartimentos secretos en vehículos.

No fue el único flujo de dinero. Las autoridades dicen que un narco usó de 2021 a 2022 un bar de Phoenix, Arizona, para lavar “miles de dólares” que enviaba semana con semana. Otras ganancias les llegan a través de depósitos bancarios, criptomonedas, bienes raíces y artículos.

Ovidio Guzmán fue extraditado a Estados Unidos este viernes 15 de septiembre, en medio de un operativo secreto.

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Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente el 2 de mayo de 2023.

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