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Cambio Climático

Fernando Valladares, investigador ambiental: "No se trata del planeta que dejaremos a generaciones futuras. Nuestro presente no está asegurado"

A pocos días de que comience la Cumbre del Clima de Glasgow, hablamos con el investigador Fernando Valladares, una de las voces en español más respetadas con relación al cambio climático, sobre lo que cabe esperar para esta cumbre, el papel de EEUU y por qué no se puede acometer la reducción del calentamiento global sin detener el crecimiento económico.
29 Oct 2021 – 06:42 AM EDT
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¿En qué momento nos encontramos, en lo que se refiere a la emergencia climática? Una pista: la ONU invitó a hablar el jueves, con un dinosaurio que expresó su sorpresa ante el hecho de que los humanos se estén extinguiendo a sí mismos. “Les tengo que decir, y pensarán que es obvio, que extinguirse es algo malo. Pero, ¿y extinguirse a uno mismo?", dijo el animal.

¿Es una exageración decir que estamos al borde de la extinción? “El calentamiento está creciendo exponencialmente, como hemos visto este verano con sequías, incendios y otros fenómenos que son un recordatorio de que el clima entra en situación muy peligrosa para humanidad”, señala Fernando Valladares, profesor investigador del Consejo Español de Investigaciones Científicas de España (CSIC) con una larga y reconocida trayectoria en el campo de la justicia climática.

“Revertir esta situación es difícil. El éxito del Acuerdo de París [el acuerdo climático que estableció el objetivo de limitar el calentamiento global a "bastante menos" de 2 grados Celsius (3,6 F), y preferiblemente a 1,5 C (2,7 F)] es incompatible con salir de la pandemia apretando el acelerador económico. Esta es la gran contradicción a la que se enfrenta la humanidad. La ONU advierte que estamos en un momento histórico en el que podemos hacer algo serio, pero no lo estamos haciendo. Estamos más preocupados por mover capitales que en prevenir el cambio climático. Con esta tensión es como se aborda la COP26.

Valladares: "Estamos a tiempo de no rebasar el calentamiento de 1.5 grados del Acuerdo de París"

-- Esta sensación de tremenda urgencia que revela la campaña de la ONU con el dinosaurio puede ser un empujón apropiado, pero también puede convertirse en la excusa perfecta para deprimirnos todavía más y que nos sumerjamos en el consumismo o las distracciones.

Una forma tipificada y reconocida de negacionismo muy pernicioso es definir la crisis climática como algo imposible de evitar, y decir que no tiene sentido preocuparnos porque no hay quien lo arregle. Por eso es importante que los medios no contribuyan con mensajes terroríficos. No me refiero a quitar hierro al asunto, sino a iluminar soluciones y objetivos aunque sean difíciles de alcanzar.

Es importante regular la cantidad de información preocupante sobre cambio climático para que no nos quedemos bloqueados. Estamos a tiempo de no rebasar el calentamiento de 1.5 grados del Acuerdo de París. Pero queda poco tiempo para hacer lo que hubiéramos tenido que hacer 40 años atrás.

No podemos esperar un milagro. Debemos estar dispuestos a emprender cambios de vida significativos por un beneficio mayor. No es un legado a otras generaciones: esto es un error. Es para poder sobrevivir ahora, a tiempo real. La mirada hay que ponerla en el presente: no lo tenemos asegurado, los problemas los tenemos ya. Algunos grupos de activistas medioambientales continúan con el mensaje de que hay que dejar un planeta mejor a las futuras generaciones; esto estaba bien en los años 70, hoy ya no.

Hoy el planeta está en peligro. La mitad de los conflictos bélicos o grandes migraciones se deben en parte al cambio climático, lo mismo que crisis agrícolas, crisis en el sistema alimentario global, huracanes, sequias, incendios. Podemos mirar a otro lado, pero eso ya está ocurriendo.

Lo maduro es encajar esta realidad sin entrar en pánico. No estamos cambiando de rumbo por razones sociales, psicológicas, políticas, y esto es lo que hay que revertir. ¿Por qué no miramos los problemas de frente? Ojalá tuviéramos un montón de años para hacer esto poco a poco, pero no es el caso.

-- Muchos activistas creen que no se puede acometer la reducción del calentamiento global sin detener el crecimiento económico.

Es imposible detener emisiones sin decrecer.


Podemos emprender un decrecimiento planeado, por sectores, o que se produzca una recesión económica como la del 2008. Hay que planear un enfriamiento de la economía, pero parece que lo hacemos de la misma manera que un niño que no quiere dejar de comer golosinas aunque le sienten mal.

La COP26 busca coordinar acciones para logar un efecto multiplicador

-- Ni siquiera la pandemia fue suficiente como parón. Usted dijo que harían falta cuatro pandemias.

Cuando hablamos de toneladas de emisiones nos referimos cifras muy grandes; es difícil tener una estimación clara, pero es como si tuviéramos que pasar cuatro pandemias en una década para alcanzar la reducción que deseamos.


Con esto quiero decir que no es un desafío fácil. No basta con medidas estéticas; hace falta un parón muy significativo, y lo demás es engañarse. Otra cosa es que colectivamente decidamos suicidarnos y disfrutar de lo que nos queda. Pero lo que nos muestran los estudios es que tampoco estamos muy felices en este momento. Solo nos queda ir planeando un decrecimiento potente. No vale con ir más en tren que avión y ese tipo de cosas. Necesitamos cambios más significativos y más coordinados.

-- ¿No es eso lo que busca la Cumbre del Clima?

Sí: busca coordinar acciones para logar un efecto multiplicador. Y que los países que están en mejores condiciones hagan más esfuerzos para revertir el balance neto de la humanidad. Esto quiere decir que los países o zonas con gran deuda histórica ambiental, como EEUU o Europa, lo que más han contribuido a degradar el planeta, compensemos más que otros países. Pero es un tema muy espinoso diplomáticamente.

-- ¿Vislumbra algún rayo de luz en la COP?

Las Cumbres del Clima suponen un avance muy lento por la disparidad y variedad de países. Aunque hay unos 12 países que lideran las emisiones, los acuerdos los establecen entre casi todos, cerca de 200.

Pero claro que vislumbro esperanza. Tenemos información científica muy actualizada y esto nos da herramientas. Tengo esperanzas modestas; no pensemos que se va a producir un milagro de interrupciones abruptas de contaminantes o acuerdos vinculantes. Lo que sí se puede esperar es una mejor auditoria de países que no sabemos lo que están haciendo, y una estrategia compartida entre las naciones que producen más emisiones.

Las grandes corporaciones bloquean la agenda de Biden en materia ambiental, dice el investigador

-- Esta es la primera COP con Joe Biden en el poder, tras los cuatro años del presidente negacionista Trump. ¿Cómo ve el papel de EEUU en la cumbre?


Biden tuvo un comienzo muy esperanzador que generó un efecto en cascada de optimismo a primeros de año. Pero se ha desgastado rápidamente con el bloqueo de grandes corporaciones que están paralizando muchas medidas concretas, y viene ahora a la cumbre con las manos un poco atadas. No es el mismo de enero y febrero: aterrizó en una realidad que lo limita mucho.


-- El jefe de desarrollo de la ONU dijo esta semana que hay que centrarse en países en desarrollo. Sin embargo, estas naciones están particularmente tocadas por la epidemia sanitaria. De la misma manera, a nivel individual, ¿cómo decirle a una familia que no llega a final de mes que se preocupe por el cambio climático?

Así es. Nos enfrentamos a dos escalas muy distingas: por un lado, el día a día para sacar adelante a una familia y pagar las facturas y, por otro, la necesidad de emprender un cambio mayúsculo. ¿Cómo conciliar ambas? Sin embargo, los representantes políticos han de reconciliar ambos mundos con acciones colectivas más grandes.

El argumento ético y de solidaridad no funciona prácticamente nada, como hemos visto con las vacunas; en muchos países los niveles de vacunación no llegan al 10% de la población. Así que vayamos al argumento científico y matemático: igual que necesitamos estar todos vacunados, tenemos que ayudar a los países en vías de desarrollo para que resuelvan los problemas porque el que ellos puedan funcionar bien nos beneficia a todos: estamos ante un problema global y de nada sirve que unos cuantos nos hayamos librado.


No es una cuestión ideológica y es una simplificación hablar de derecha o izquierda, conservadores y republicanos. Es importante hablar de decrecimiento en términos objetivos: no como cuestión ideológica sino demostrable con ecuaciones. La enfermedad y el fallecimiento no respeta tu ideología y esto está ahí para todos.

-- Algunos creen que el progreso tecnológico terminará salvándonos de todos los males. ¿Cuál es su visión al respecto?

La tecnología es imprescindible, pero tenemos mucha más de la que usamos. Seguir desarrollando más es un lujo. Pensar que siempre habrá una tecnología distinta que nos salvará de los problemas es un poco ‘Peter Pan’. La tecnología no nos salva de todos los problemas: cuando nos enfrentamos a un incendio de sexta generación no nos salva la tecnología, solo se puede poner en marcha una ruta de evacuación y cuatro cosas básicas más y esperar a las lluvias o al cambio de tiempo. Lo mismo sucede con tormentas, inundaciones, etc.

Los desarrollos tecnológicos llegan tarde: para cuando llegan ya está en marcha el conflicto. No podemos pensar en una tecnología ideal con la que soñar, lo que hay que hacer es reducir las emisiones. Y descartar la esperanza infantil de que nos sacará de todos los líos, porque cada vez generamos problemas de mayor dimensión. La tecnología no está lista para resolver el problema de la huella ambiental que deja un planeta con 8,000 millones de personas.

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