Cómo la falta de inmigrantes en EEUU está contribuyendo a la inflación
A solo 10 millas del Río Grande, la granja de Mike Helle tiene tan poca mano de obra inmigrante que ha reemplazado 450 acres de verduras de hojas verdes que requieren mucha gente trabajando con cultivos que pueden ser cosechados con maquinaria.
En Houston, Al Flores aumentó los precios en su restaurante asador porque el costo de la carne se duplicó debido a la incapacidad de las plantas empacadoras de conseguir todo el personal que requieren sus líneas de producción y que normalmente emplea a muchos inmigrantes.
En el área de Dallas, Joshua Correa elevó los precios de las casas que su empresa construye en $150,000 para cubrir los mayores costos derivados en parte de la falta de mano de obra inmigrante.
Y es que si la inmigración a Estados Unidos sufrió una fuerte caída durante la istración del expresidente Donald Trump, luego se detuvo casi por completo durante 18 meses por la pandemia de coronavirus. Ahora, el país se está despertando con una fuerte escasez de mano de obra.
Hay dos millones de inmigrantes menos en EEUU
EEUU tiene en la actualidad, según algunas estimaciones, dos millones de inmigrantes menos de los que tendría si no se hubiera frenado por la pandemia. Eso ha impulsado una carrera desesperada por trabajadores en muchos sectores, desde el envasado de carne hasta la construcción de viviendas. La falta de trabajadores contribuye también a la escasez de suministros y todo, en cadena, al aumento de precios.
“ Estos dos millones de inmigrantes que faltan son parte de la razón por la que tenemos escasez de mano de obra”, dijo Giovanni Peri, economista de la Universidad de California en Davis y autor que estableció ese cálculo de la escasez. “En el corto plazo, vamos a ajustarnos a estas carencias en el mercado laboral a través de un aumento de salarios y de precios”, agregó.
Los problemas en el mercado laboral son, junto a factores como la escalada inflacionaria que vive el país, la más alta en 40 años. Y es que la falta de mano de obra provoca interrupciones en una cadena de suministro que ya había sido duramente golpeada por la pandemia hasta un aumento en los precios de la energía y las materias primas.
Steve Camarota, investigador del Centro de Estudios de Inmigración, que aboga por una menor llegada de trabajadores del extranjero, cree que un repunte en la inmigración ilegal bajo el presidente Joe Biden compensará cualquier déficit se arrastre de la pandemia. También sostiene que los aumentos salariales en sectores de bajos sueldos, como la agricultura, son contribuyentes menores a la inflación.
“No creo que el aumento de los salarios sea malo para los pobres y creo que matemáticamente no es posible reducir la inflación limitando los salarios en la base”, dijo Camarota a la AP.
Los investigadores calculan que la inmigración está volviendo rápidamente a sus niveles previos a la pandemia, pero EEUU necesitaría una aceleración significativa para compensar su déficit. Dada una fuerte disminución en los nacimientos en el país durante las últimas dos décadas, algunos economistas pronostican que la fuerza laboral comenzará a reducirse para 2025.
La escasez de trabajadores extranjeros se produce cuando los políticos muestran menos apetito por aumentar la inmigración. Los demócratas han venido siendo el partido más amigable pero no han tratado de promover una legislación importante que permita la llegada de más trabajadores al país. Una encuesta reciente de Gallup mostró preocupaciones sobre la inmigración ilegal en su nivel más alto en dos décadas. Con unas complicadas elecciones en noviembre, los demócratas están cada vez más divididos sobre el intento de la istración Biden de poner fin a las restricciones relacionadas con la pandemia para solicitar asilo.
“En algún momento tendremos que decidir entre volvernos más viejos y más pequeños o cambiar nuestra política de inmigración”, dijo Douglas Holtz-Eakin, economista y exfuncionario de la istración del presidente George W. Bush que preside el Foro de Acción Estadounidense (centroderecha).
Holtz-Eakin reconoce, sin embargo, que es poco probable un cambio en la política de inmigración: “Las bases de ambos partidos están muy cerradas”.
Ese es ciertamente el caso en Texas, estado dominado por los republicanos y que tiene el tramo más largo y concurrido de la frontera sur. El Legislativo texano en 2017 obligó a las ciudades a cumplir con los agentes federales de inmigración que buscan personas que están en EEUU ilegalmente. El gobernador Greg Abbott envió a la Guardia Nacional a patrullar la frontera y recientemente ordenó más inspecciones en los puertos fronterizos, lo que provocó grandes atascos de tráfico..
Pero este giro contra la inmigración preocupa a algunos empresarios del estado. “La inmigración es muy importante para nuestra fuerza laboral en Estados Unidos”, dijo Correa. “Simplemente lo necesitamos”.
Faltan trabajadores inmigrantes: "El consumidor paga el precio"
Correa viendo retrasos de dos a tres meses en sus proyectos, ya que él y sus subcontratistas, desde instaladores de es de yeso hasta plomeros y electricistas, tienen problemas para conseguir trabajadores. Correa ha elevado el precio estándar de sus casas de $500,000 a unos $650,000.
“Lo estamos notando y, si lo sentimos al final del día como constructores y promotores inmobiliarios, el consumidor paga el precio”, dijo desde Pensacola, Florida, donde viajó para llevar una cuadrilla de trabajadores como parte de favor a un cliente que no había podido encontrar gente para reparar una casa de playa dañada por el huracán Sally en 2020.
La proporción de la población estadounidense nacida en otro país (13.5% en el último censo) es la más alta desde el siglo XIX. Pero incluso antes de que Casa Blanca prometiendo reducir la inmigración, esta ya se estaba desacelerando. La Gran Recesión acabó con muchos trabajos que atraían inmigrantes00, legal o ilegalmente. El aumento de los niveles de vida en América Latina ha empujado a más personas a quedarse donde están, o a regresar de Estados Unidos.
Flores, quien dirige una cadena de restaurantes mexicanos además del suyo de parrilladas, dijo que si bien la pandemia de covid-19 produjo el mayor impacto que ha sufrido su sector, la desaceleración de la inmigración también ha golpeado duramente, y no solo para los empacadores de carne que abastecen su restaurante. “Hay muchos puestos que no se están cubriendo”, dijo.
Eso, pese a que ha aumentado constantemente el salario, hasta $15 la hora recientemente. “Esta es la culminación de años y años”, dijo Flores, quien es presidente de la Asociación de Restaurantes del Gran Houston.
Helle, que cultiva cebollas, coles, melones y col rizada a las afueras de la ciudad fronteriza de McAllen, Texas, también paga más a sus trabajadores, que son casi exclusivamente inmigrantes. Los estadounidenses, dice, no trabajarían en el campo, sin importar el salario.
Antes, podía encontrar trabajadores agrícolas en su región. Ahora se unió a un programa federal para traer trabajadores del otro lado de la frontera. Es más caro, pero asegura que es la única forma de evitar que sus cultivos se echen a perder.
Helle, de 60 años, ha cultivado la zona durante décadas. “Vivo a 10 millas del Río Bravo y nunca en mi vida pensé que estaríamos en esta situación”.