Así entierra y llora su pueblo a la guatemalteca abatida por un agente de la Patrulla Fronteriza
La aldea de La Unión Los Mendoza, en Guatemala, despidió a Claudia Patricia Gómez rodeada de los vecinos que la vieron crecer. La pequeña comunidad en el municipio de San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, de no más de 300 habitantes, se vio inundada desde el amanecer por cientos de vecinos de diferentes comunidades que se reunieron para acompañar a la familia de Claudia Patricia.
La joven fue muerta el pasado 23 de mayo en Texas, cuando disparó contra ella un agente de la Patrulla Fronteriza. El sinuoso camino que viene desde el municipio de San Juan Ostuncalco que intercala casas, algunas modestas y otras más elaboradas, y sembradíos de maíz, se vio lleno desde tempranas horas por camionetas de particulares en donde se transportaron los vecinos.
En el epicentro de la atención está la casa amarilla de dos niveles donde desde el viernes aguarda el cuerpo de Claudia Patricia. Como es tradicional en los funerales del interior del país, la familia habilitó un toldo frente a su casa para recibir a los vecinos. Más adentro, en una estrecha habitación, entre sollozos y rezos en voz baja, un grupo de mujeres indígenas mam, una tribu del occidente de Guatemala, acompañan el ataúd blanco.
Al fondo una manta vinílica recuerda a la joven de 20 años con la reproducción de sus fotografías, coronas de flores y una bandera estadounidense de cabeza con un águila atravesándola. A un costado de la residencia, un rancho improvisado reúne las provisiones de leña y de alimentos llevados por vecinos.
Alrededor de la casa, los asistentes desbordan la calle, algunos se extienden a los sembradíos cercanos mientras comen el caldo de gallina y tortillas que ofrece la familia a los asistentes.
En la muerte la comunidad muestra su sentido, en un poblado donde según locales uno de cada cinco vecinos tiene un familiar migrante, la muerte de Claudia Patricia no es un hecho lejano, es la suerte que no ha corrido un hijo, un padre, una madre, un esposo.
Un día antes, en la casa de familia, al llegar el cuerpo de su hija, Gilberto Gómez había exclamado a los asistentes, “quiero que el que hizo esto lo pague y sienta el dolor como yo lo estoy sintiendo”. Hoy, don Gilberto es una sombra errante. La familia sigue en vela tras una noche junto a los restos de Claudia Patricia, y comienzan a media mañana los preparativos para el funeral.
El dilema de la partida
Una mirada a la comunidad La Unión Los Mendoza y algunas palabras cruzadas con los vecinos parecen retratar las causas de la partida de la joven migrante.
“Y aquí qué va a ser”, “qué otra cosa queda, muchos se van”, “la pobre hasta se había graduado”, “todo el mundo tiene alguien fuera”, dice un coro de vecinos, algunos de comunidades más lejanas, al consultarles sobre las oportunidades que ofrece el poblado.
Desde la puerta de la casa donde la joven vivió toda su vida, puede verse al levantar la mirada las casas que se van intercalando a lo largo de la calle: algunas con techos a dos aguas y laminas, otras más recientes, remodeladas o construidas desde cero con diseños modernos. No hace falta preguntar cuáles pertenecen a quienes han migrado a Estados Unidos.
Entre las casas, sencillas o más suntuosas, el siempre presente maíz, la milpa, que crece de un verde intenso bajo las lluvias de junio. Una leve llovizna comienza hacia el mediodía, a través de un altoparlante montado en una camioneta un joven anuncia con timidez: “Señores, disculpen, vamos a irnos moviendo, por favor den paso”.
Con plásticos y sombrillas de colores comienza a desgranarse la multitud que se encamina al cementerio de la comunidad a poco más de 1 milla (2 km) de la casa. A los grupos de mujeres y niños, se suman luego jóvenes que aguardan en los costados. Luego enfilan las camionetas cargadas de personas y los periodistas, locales y extranjeros, que descubren por primera vez La Unión Los Mendoza, San Juan Ostuncalco, el poblado del cual Claudia Patricia partió rumbo a Estados Unidos.
La lluvia arrecía, si bien la entrada al poblado se encuentra pavimentada cerca a la casa de la familia Gómez, el camino se vuelve de terracería y con la lluvia creciente un río de lodo acompaña el paso de los restos de la joven.
La muerte de Claudia Patricia
La joven guatemalteca de 20 años, murió el miércoles 23 de mayo cuando intentaba cruzar la frontera de Estados Unidos y México, tras recibir un disparo en la cabeza por parte de un agente de la Patrulla Fronteriza.
El incidente fue captado en un teléfono móvil por Marta Martínez, residente de Rio Bravo, Texas, un pequeño poblado al sureste de Laredo a solo unas cuantas cuadras del río Grande.
Hasta ahora la Patrulla Fronteriza no ha informado la identidad del agente que disparó y mató a la inmigrante. Solo ha dicho que es un oficial con 15 años de experiencia.
Desde que ocurrió el incidente, la agencia migratoria ha dado dos versiones diferentes de lo ocurrido. El día de los hechos dijo que el agente disparó tras ser agredido por los inmigrantes con "objetos contundentes".
Dos días después emitió un nuevo comunicado en el que asegura que el grupo de inmigrantes ignoró las órdenes de quedarse quietos y se lanzó sobre él. Esa reacción lo habría llevado a disparar. En la segunda declaración no mencionan ningún ataque con objetos contundentes.
El casó está siendo investigado por el FBI y por los Texas Rangers.