La batalla de un colombiano en Boston contra un enemigo que está sacando a hispanos de sus casas

En 2005, el municipio colombiano Donmatías tenía una población de 15,000 habitantes. Pero el censo de ese año reveló que alrededor de 5,000 habían dejado el municipio y viajado a Boston, Massachusetts, una ciudad a 2,500 millas de distancia. Es decir, uno de cada tres donmatianos vivían en Boston.
Esta historia llamó la atención del periodista y fotógrafo Jorge Caraballo y lo motivó a visitar por primera vez el barrio. "Recuerdo que la primera vez que me bajé del carro lo primero que escuché fue gente hablando con el acento de mi región de un lado al otro de la calle, gritándose cosas. Me sentía como si hubiera llegado a un barrio más de Medellín, a un barrio más de Antioquia. Fue fascinante, extraño, y al mismo tiempo inspirador", recuerda Caraballo.
East Boston no solo tiene colombianos, también tiene salvadoreños, mexicanos, hondureños, brasileños. "Es un barrio que tiene un carácter evidentemente latino", agrega Caraballo. De hecho, según datos del censo, está compuesto por 57% de hispanos y eso es evidente en todas sus calles: hay panaderías, cafés, minimercados, billares y peluquerías con letreros en español. Pandequeso y pupusas se anuncian en muchas de las vitrinas.
Pero no pasó mucho tiempo antes de que Caraballo descubriera que "había una historia más urgente para investigar". Los colombianos y los latinos están teniendo que dejar sus casas, víctimas de un proceso de desplazamiento, de gentrificación. "Toda esa vida que los latinos le han dado al barrio desde los últimos 25 años está en riesgo porque hay una crisis de vivienda en Boston. No hay suficientes unidades, los precios van para arriba y los latinos son los que tienen los peores salarios", dice Caraballo.
Una de las razones que han contribuido a que los latinos se hayan visto tan afectados por este proceso es la falta de información: pocos saben que recibir una nota de desalojo ( eviction notice) en Massachusetts no necesariamente significa que se tienen que ir. Tampoco saben que tienen derechos sin importar su estatus legal y que hay organizaciones sin fines de lucro y abogados que podrían darles asistencia legal gratuita. " Los dueños abusan de la comunidad latina, es algo muy común por varias razones: porque hablan otro idioma, no conocen el sistema legal, no conocen sus derechos. Algunos o la mayoría son indocumentados, entonces para un landlord es fácil abusar de su posición y decirle a los latinos que va a vender el edificio y se tienen que ir al final del mes. Entonces las familias por no poner problemas, por miedo a hacer algo indebido, se van", dice Caraballo.
Y cuando una familia latina entrega el apartamento, varios estudios han mostrado que la mayoría de las veces tienen que irse del barrio, porque ya no hay apartamentos baratos que puedan pagar.
En East Boston el valor de la propiedad en los últimos dos años ha aumentado 36% y se espera que suba 7% más este año, según cifras publicadas por el diario The Boston Globe; mientras, el salario de los latinos no ha crecido al mismo ritmo. "Antes las familias vivían solas en un apartamento, ahora comparten con otras familias y son cuatro, cinco personas en un cuarto. La mayoría de la gente te dice que tiene dos trabajos a tiempo completo y uno más el fin de semana para poder sobrevivir. Nosotros ganamos 20,000 dólares menos que el promedio de la ciudad y nos están subiendo la renta en 30% en tan pocos años, obviamente por eso estamos en crisis", dice Carballo.
Los rostros del desplazamiento
El periodista colombiano tenía claro que quería contar una historia para los latinos en East Boston y no sobre latinos en East Boston. Quería que ellos entendieran las reglas del juego, detener los abusos. "Los latinos siguen pensando en cada caso como si fuera un caso individual o aislado. Yo quería contarles: vea, usted no se tiene que ir, usted tiene derechos, no importa si es documentado o no", dice Caraballo.
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De hecho, en Massachusetts una familia puede llevar su caso a la corte en un proceso que toma meses en los que al final es un juez el que decide si el desalojo procede o no, "pero si tú has sido un buen inquilino, que has pagado la renta, que no has hecho nada indebido en la propiedad, es difícil que te desalojen", agrega Caraballo. "Como ese proceso toma tiempo y dinero, muchas veces los dueños, para evitar llegar a corte, intimidan a los latinos y les dicen que se tienen que ir ya o si no les van a mandar a la migra, que eso les va a traer problemas en su récord".
Así fue como se le ocurrió el proyecto 'East Boston, Nuestra Casa'. Con la ayuda de la Northeastern University, donde acaba de terminar una maestría en periodismo digital e innovación de medios, imprimió 5,000 postales que repartió en estaciones de bus, en la calle, en tiendas, en lavanderías, en los buzones de casas. "Hay gente a las que con el solo hecho de darles las postales les cambia el semblante", recuenta.
Las postales tienen por un lado fotografías de las familias y detalles de la vida en el vecindario. Por el otro lado tienen información con los derechos que tienen los inquilinos, cómo ar a abogados que pueden representarlos gratuitamente y a qué reuniones vecinales pueden acudir para conectar con otros en una situación similar.
También cuentan los relatos de las familias que han enfrentado desalojo y que se han quedado en sus apartamentos, que han tenido un proceso exitoso en la corte, pero también hay una historia de una familia que se tuvo que ir.
En las postales está el retrato de Martha, salvadoreña, y Ruth, colombiana, quienes alquilan diferentes apartamentos en el mismo edificio y las dos recibieron cartas de desalojo en 2015 después de que su edificio fue comprado por nuevos dueños. Debían desalojar en 30 días, pero gracias a la asesoría de las organizaciones City Life, Greater Boston Legal Services y Harvard Law School llevaron su caso a corte y lograron quedarse en las viviendas en la que están desde hace casi una década, algo que está narrado en las postales.
También la de Ana Guerra, salvadoreña, que tiene viviendo en East Boston 12 años. Allí nacieron sus mellizos de nueve años que además estudian en el barrio. "Viven en un apartamento bonito de dos habitaciones, bien cuidado. Paga la renta todos los meses, no es bullosa, todo lo hace como tiene que hacer, pero como muchos latinos, aunque no haya hecho nada indebido les llegó carta de desalojo, hace como año y medio. Eso para ella fue como si le hubiera caído una bomba, porque toda la vida de ella gira alrededor del barrio". Después de acudir a reuniones fue a corte y al final los dueños del edificio le dijeron que se podía quedar.
La historia del colombiano Wilson Jiménez también ilustra una postal. Tenía 14 años viviendo en East Boston cuando tocaron a su puerta para entregarle una notificación de que debía desalojar su apartamento. En la carta estaba mal escrito su apellido, pero eso no importaba, el mensaje era claro: tenía un mes para encontrar casa para su familia. Al final terminó mudándose a Everett, a cuatro millas al norte de Boston, después de negociar una suma de dinero de compensación con los nuevos dueños del edificio.
Más o con la comunidad
Caraballo dice que escogió el formato de las postales porque es muy íntimo y personal: la gente las va a recordar, las va a guardar, y cuando se tengan que enfrentar al problema de la gentrificación, "porque es muy probable que lo vayan a tener que hacer", las van a usar como una guía. "Uno puede hacer eso con redes sociales, sí, pero no estaba seguro de que las redes sociales fueran usadas por todos los latinos y un mensaje en redes sociales se pierde fácilmente. Quería un formato que garantizara que la información iba a llegar a sus manos y que se iba a quedar allí con ellos", agrega.
En el proyecto, menciona, hay una mezcla de periodismo porque hay datos, pero también de activismo porque busca que la gente se organice y se solidarice. "A veces hay que, siento yo, ser claros y tomar partido y servirle a la comunidad. Personalmente yo no entiendo el periodismo sino como una profesión que tiene que ser útil y que tiene que servir. El periodista, siento yo en este momento de la historia, tiene que entender su trabajo como un proceso, como un servicio, más que como un producto final, terminado", señala.
Además de las postales 'Nuestra Casa' también tiene una página de Facebook y un grupo de Facebook privado donde más de 200 inquilinos comparten sus historias, preguntas y preocupaciones.También hacen cadenas de Whatsapp para divulgar información útil.
Caraballo, que se encuentra ahora en Colombia, quiere que otras ciudades repliquen el proyecto y para ello puso a disposición como opensource el diseño de las postales que fue creado por Laura Pérez y que puede conseguirse en este Google Drive. "East Boston no es el único barrio enfrentando desplazamientos en Estados Unidos. Queremos que este proyecto de postales periodísticas sea útil a otras comunidades que están en una situación similar. Siéntanse en libertad de modificar el diseño y ajustarlo a tus necesidades. El impacto verdadero es que la gente sepa que tiene derechos, que sepa que no se tiene que ir", señaló Caraballo.

Esta historia fue producida en colaboración con Univision Contigo: el equipo de responsabilidad social de Univision.