Cómo Jimmy Carter ayudó a hacer del caucus de Iowa un oráculo electoral

En 1975 Jimmy Carter era tan poco conocido que cuando anunció que aspiraría a la presidencia un diario de Atlanta, la capital del estado del que era gobernador, escribió en primera página “¿Jimmy que aspira a qué cosa?”.
Tampoco era muy sabido que en Iowa se hacía el primer caucus del proceso de primarias. Y menos aún se entendía por qué el inesperado aspirante iba a poner tanto empeño en aquella elección local.
Todo eso cambió cuando al año siguiente Carter ganó las asambleas ciudadanas del estado del Medio Oeste, eventualmente se quedó con la candidatura del Partido Demócrata y finalmente llegó a la presidencia del país.
Desde entonces el caucus de Iowa obtuvo prestigio como monitor para conocer las opciones de triunfo de quienes aspiran llegar a la Casa Blanca, porque todos los demócratas que han ganado la presidencia también se han impuesto en el primer caucus de las primarias.
¿Qué hizo Carter?
El futuro presidente usó al estado como plataforma para catapultarse al resto del país, empleando un estilo de aproximación personal.
Carter recorrió Iowa con su familia y unos pocos colaboradores, a veces en bicicleta, cuando el tiempo lo permitía, acercándose a quienes viera en la ruta y presentándose personalmente. Siempre se ha dicho que en Iowa se practica una “política al por menor”, de candidatos visitando casa por casa, al viejo estilo.
Esa fue la clave de una campaña que no sólo carecía de un candidato con nombre de peso, sino de dinero y de respaldos dentro del partido Demócrata.
Carter se apareció en la feria estatal de 1975 y desde entonces todo aquel que tenga aspiraciones presidenciales viene en agosto previo al año electoral a comer chuletas y otras fritangas.
También cortejó a la importante comunidad evangélica local con su historia de “cristiano renacido”, una confesión hasta ese entonces nunca hecha por un político estadounidense que aspirara a la Casa Blanca.
En el proceso, los medios nacionales notaron que algo estaba pasando en Iowa y empezaron a cubrir las incidencias de una campaña que en principio no debía tener más interés que el local.
Desde entonces, los candidatos invaden el estado meses antes del arranque del proceso.
Los periodistas vienen a la zaga, deseosos de conocer qué dice el oráculo del Medio Oeste sobre los aspirantes a la presidencia.
Poder para el pueblo
Eso fue posible, gracias al parte aguas que significó 1972 en la vida democrática estadounidense.
Ese año entró en vigencia una reforma dentro de los partidos que quitó a los poderosos jefes regionales la capacidad de negociar quién podía o no aspirar a la Casa Blanca y se puso en manos de los electores.
Caucuses (asambleas políticas) y primarias pasaron a tener un significado más preciso como expresión de la voluntad de las bases partidistas, que elegían así los delegados para apoyar a los candidatos de su preferencia en las convenciones nacionales.
Por cuestiones de matemática política, a Iowa le tocó estrenar el proceso de primarias y su caucus se convirtió en “el primero de la nación”, como reza orgullosamente el eslogan.
Así que la primera parada en la larga ruta hacia Washington debía empezar en este relativamente pequeño y despoblado estado. La campaña de Carter reconoció mucho antes que cualquiera de sus contrincantes que, pese a que nacionalmente no tenía mucha importancia, Iowa le servía de trampolín.
Al final, Carter no ganó Iowa, llegó de segundo. La mayoría de los votos quedaron registrados como “no comprometidos”, es decir, que no favorecían a ningún candidato.
Se trató de un doble triunfo: el del desconocido Jimmy -que ganó que el país se aprendiera su apellido- y el de Iowa, que quedó para siempre con mítica fama de oráculo electoral.