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Elecciones 2016

La decepción de los hispanos republicanos que intentaron cambiar a Trump

Latinos como Jacob Monty o Alfonso Aguilar expresan su frustración al escuchar el discurso del candidato y ver que ha desoído sus consejos sobre inmigración
1 Sep 2016 – 08:24 AM EDT
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El candidato presidencial republicano Donald Trump habla de inmigración en un acto electoral en Phoenix, Arizona, 31 de agosto de 2016. (AP Foto/Evan Vucci) Crédito: The Associated Press

El discurso de Donald Trump en Arizona zanjó casi dos semanas de titubeos sobre inmigración y alivió a voces recalcitrantes como Anne Coulter o Joe Arpaio, que no querían que el candidato suavizara su posición.

Pero no todos los votantes republicanos reaccionaron de la misma forma al discurso del candidato. Latinos conservadores como Daniel Garza o Jacobo Monty se sintieron engañados por el candidato y dijeron que el discurso de Phoenix les parecía un error.

Esa decepción puede parecer un sinsentido a la luz de las palabras del candidato, que enunció este miércoles las mismas propuestas que defiende desde el verano pasado y que llevan un año en su página web. Es necesario ponerse en el lugar de los hispanos que simpatizan con los republicanos para comprender cómo se sienten ahora y por qué se fiaron de Trump.

Uno de los mejores ejemplos es Jacob Monty, que vive en Houston y ejerce desde hace dos décadas como abogado de inmigración. Monty ha donado miles de dólares a diversas campañas republicanas y está a favor de una reforma migratoria que ofrezca una solución para millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, contribuyen a su economía y ni tienen ningún antecedente penal.

Este año Monty respaldó primero a Jeb Bush y luego a Marco Rubio, y al principio se pronunció contra Trump pero en junio escribió este artículo a favor del candidato republicano en el diario de su ciudad.

En ese texto, Monty recordaba las peores palabras de Trump pero aseguraba que su retórica había ayudado a poner la necesidad de una reforma migratoria en el centro del debate y había hecho más probable su aprobación.

Al final comparaba la posibilidad de que Trump aprobara esa reforma con la decisión de Richard Nixon de restablecer las relaciones diplomáticas con China a principios de los años 70: “Al igual que un anticomunista como Nixon dio los primeros pasos para normalizar las relaciones con China, Trump podría ser la persona mejor preparada para negociar una reforma migratoria que pueda satisfacer a ambos ambos. Pocos tienen su credibilidad con las fuerzas más virulentas contra los inmigrantes y desde luego a Trump no le preocupa la coherencia”.

Monty fue uno de los hispanos que se reunieron con el candidato republicano en la Torre Trump el sábado 20 de agosto. Lo acompañaban empresarios, pastores evangélicos y representantes estatales que habían aceptado formar parte de un consejo asesor presentado por la campaña como la prueba de que Trump estaba dispuesto a escuchar a la comunidad hispana.

A la salida de la reunión, Monty me dijo que se sentía muy satisfecho. El candidato se había mostrado abierto a regularizar la situación de millones de indocumentados y había citado la posibilidad de que no tuvieran que volver a sus países de origen para obtener un estatus que les permitiera vivir sin miedo a la deportación.

Un amigo de Monty me contó luego que Trump le dijo aquel día al abogado que le volviera a enviar una propuesta que había mandado unas semanas antes a la campaña y que según dijo no llegó a recibir.

Desde entonces, Trump dio varios bandazos sobre inmigración y Monty dejó de coger el teléfono a los periodistas, aguardando quizá las propuestas del candidato o persuadido por la campaña de que hasta el discurso de Phoenix era mejor no hablar.

Ese silencio se rompió unas horas después del discurso cuando Monty colgó en Facebook este post.

“Le di a un plan que mejoraría la seguridad en la frontera, sacaría del país a los indocumentados con delitos más graves y sobre todo daría la capacidad de trabajar a los millones de inmigrantes trabajadores y honrados en Estados Unidos”, escribe el abogado de Houston. “Trump rechazo ese plan esta noche y yo debo rechazarlo a él. Se estaba moviendo hacia un plan de inmigración compasivo, razonable y a favor del libre mercado. Esta noche no fue un republicano sino un populista que demonizó a los inmigrantes. Supongo que quiere perder. Eso lo puede hacer sin mí”.

Monty no es el único hispano republicano decepcionado por el discurso de Trump. Así reaccionó en Twitter Daniel Garza, director de la Iniciativa LIBRE, un grupo dirigido a fomentar los valores libertarios entre los hispanos y financiado por los hermanos Koch.

Garza me avanzó hace unos días que no apoyaría cualquier plan: “Cualquier estatus que se les dé debe reconocer su derecho a cambiar de trabajo o a crear una empresa. También el derecho a visitar su país de origen cuando quieran y como quieran y el derecho a traer aquí a su familia directa. Si el plan de Trump no cumple esas condiciones, no lo apoyaré”.

Este jueves Garza se confesaba desilusionado con las palabras del candidato: "Trump perdió la oportunidad de atraer más votos latinos con esta postura rígida. Mi deseo era escuchar una reforma que pudiera contar con el apoyo de los dos partidos con la intención de mejorar la economía, promover la unión de las familias y fortalecer la seguridad del país pero su discurso me decepcionó".

En unos términos muy similares reaccionó Alfonso Aguilar, que fue parte del Gobierno de George W. Bush y ahora dirige Latino Partnership for Conservative Principles, un grupo que trabaja para difundir entre los hispanos los principios del pensamiento conservador.

Aguilar defiende desde hace años una reforma migratoria y se opuso a Trump durante meses. Pero hace unos meses decidió respaldar al candidato pensando que podía cambiar de opinión. “Es muy decepcionante”, dijo este miércoles. “Sentí que asumía un riesgo muy grande pero decidí dar un giro en redondo para ver si podía hacerle cambiar. Pensamos que estábamos moviéndolo en la buena dirección y ahora nos sentimos decepcionados. Sentimos que nos mintió”.

Al contrario de lo que sugirió en privado a personas como Monty, Trump no distinguió en su discurso entre los indocumentados que habían cometido delitos graves y quienes tenían en su historial una multa de tráfico. Tampoco se comprometió a mantener las prioridades establecidas durante el segundo mandato de Barack Obama, que alejan de la deportación a millones de personas sin antecedentes penales.

El candidato anunció que daría prioridad a deportar a quienes se hayan quedado en Estados Unidos después de agotar sus visados. Una posición que podría extender hasta seis millones de personas el número de personas deportadas según explica aquí el Washington Post.

Por ahora nadie ha sabido explicar los titubeos de Trump y de su entorno durante los últimos días. ¿Por qué preguntó a la audiencia del foro con Sean Hannity si debía permitir quedarse a los indocumentados? ¿Por qué dijo que podría suavizar su política sobre inmigración?

Son preguntas cuya respuesta sólo conoceremos quizá después del 8 de noviembre. Pero es posible que el retorno de Trump a la línea dura tenga que ver con este tuit.

Los titubeos del candidato sobre inmigración coinciden con sus peores cifras en los sondeos y el retorno al discurso más duro coincide con una ligera recuperación.

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